En los últimos días comenzaron a recalentarse las órdenes de compras de importadores chinos de carne vacuna, lo que hace prever una suba importante de los valores del producto de exportación, algo que, si bien es favorable para el sector cárnico sudamericano, no trae buenos recuerdos a los integrantes de la industria frigorífica.
Las importaciones cárnicas son sólo una parte de la aceleración generalizada de compras de productos agroindustriales que viene realizando China desde mediados del año pasado. Pero, a diferencia de otros productos, la carne bovina tiene componentes especiales que hacen que la actual coyuntura sea particularmente explosiva.
El primero es que el principal proveedor tradicional de carne bovina chino, Australia, viene registrando limitaciones para concretar embarques del producto a la nación asiática por un conflicto político entre los gobiernos de Scott Morrison y Xi Jinping (que, entre otras cuestiones, bloqueó el ingreso de cebada y vinos australianos a China).
El segundo factor es que, debido a la denominada “crisis de los contenedores”, el precio de los fletes marítimos entre China y Sudamérica, luego de registrar un máximo histórico a comienzos de este año, descendió luego un poco para ahora volver a tomar impulso. Vale recordar que Brasil, Argentina y Uruguay son los principales proveedores de China de carne vacuna.
La avalancha de pedidos de importadores chinos, de todas maneras, es evaluada con cuidado por parte de las operadores cárnicos del Cono Sur.
Luego de que los precios de exportación alanzaran en noviembre de 2019 récords históricos, el gobierno central chino intervino el mercado para provocar un “planchazo” fenomenal en los precios por medio de diferentes medidas.
Por entonces el gobierno chino habilitó el denominado “canal gris” de Hong Kong, por medio del cual ingresa, de manera informal, un gran volumen de carne de búfalo de bajo valor proveniente de India. Además, “acogotó” a los importadores al suspender el uso de líneas oficiales de crédito disponibles para abonar adelantos en operaciones de comercio exterior. Y, por último, liberó grandes volúmenes de cortes congelados de carne porcina de las reservas estatales para promover una caída de precios generalizada de todas las carnes.
En abril de 2020 los valores comenzaron a subir nuevamente y el gobierno central chino volvió a intervenir para enfriar el mercado, esta vez con un artilugio más controvertido: la suspensión temporal de frigoríficos en diferentes países proveedores que supuestamente habían enviado mercadería contaminada con Covid-19.
En ambos procesos, algunos importadores chinos incluso obligaron a los frigoríficos sudamericanos a renegociar precios a la baja con los embarques en camino, lo que llevó a armar “listas negras” de importadores para evitar ser víctimas de esa práctica irregular.
Desde entonces, los valores de exportación fluctuaron en un nivel considerado de “equilibrio”, aunque en los últimos días comenzaron a subir ante la imposibilidad de la demanda por abastecer las enormes órdenes de compra provenientes de la nación asiática.