Sea para el tratamiento de enfermedades o la fertilización, biológicos y químicos pueden convivir de forma armoniosa. Eso es cada vez más evidente en la agricultura argentina, donde gana terreno la incorporación de alternativas que son mucho más sostenibles en términos medioambientales pero a la vez sumamente eficaces al complementarse con los mecanismos tradicionales.
Hace casi 60 años que la firma Koppert promueve soluciones naturales para la producción, pero hace sólo 3 campañas que logró dar un salto clave en materia de bioinsumos, al lanzar Nitrobac, su propio fijador de nitrógeno que, en vez de aplicarse en la semilla o en el surco, se rocía sobre las hojas del cultivo.
Lejos de quedarse con los alentadores resultados obtenidos en el campo, y a 3 años de que este producto empezara a distribuirse en el mercado local, el equipo de Investigación y Desarrollo de la empresa decidió recientemente profundizar sus estudios para obtener más información respaldatoria y dar mayores precisiones a los productores.
“Hay mucho potencial para crecer”, evaluó la gerente de ese área, Emilia Monteleone, que repasó junto a Bichos de Campo sus más recientes hallazgos.

En concreto, Nitrobac es un biofertilizante que actúa desde la estructura foliar -y no desde las raíces- como complemento a la fertilización nitrogenada. Se trata de un producto líquido, que puede aplicarse junto a otros insumos y permite fijar el nitrógeno atmosférico y entregárselo a la planta cuando más lo necesita.
En términos de rendimiento, esto se traduce en un incremento del 6% en el caso de la soja -sobre testigos inoculados- y del 5,5% para el maíz -sobre testigos fertilizados-. “No hay muchos productos que con una bacteria logren una respuesta tan significativa y consistente”, aseguró Monteleone, en referencia a que “se observa un marcado aporte de nitrógeno en etapas en que el cultivo empieza a quedarse sin reservas de la fertilización o, en el caso de la soja, del que le viene de la fijación simbiótica de los nódulos”
De hecho, es precisamente en la bacteria, la Gluconacetobacter diazotrophicus (GD), donde reside el potencial de este bioinsumo. La cepa elegida, que fue estudiada en profundidad durante 5 años, no sólo se caracteriza por su alta eficiencia en fijación biológica de nitrógeno (FBN), sino además por su “versatilidad” y por ser una muy útil promotora de crecimiento.

Aunque hoy Nitrobac gana terreno particularmente en los cultivos de maíz, soja y trigo, desde Koppert señalaron que “al no tener especificidad, puede aplicarse en innumerables cultivos”. Por ello, también concentran sus ensayos en alfalfa, girasol, poroto, papa y maní, entre otros.
Entre los ensayos realizados durante el último tiempo, el equipo que dirige Monteleone secuenció el genoma completo de la bacteria, lo que, en sus palabras, les permitió encontar “muchos mecanismos interesantes” y comprender mejor cómo esta bacteria impulsa también el crecimiento de la planta. Además, ese proceso permitió confirmar que no hay presencia alguna de genes de patogenicidad, lo que garantiza la seguridad ambiental y de uso.
Eso significa que, además de fijar el nitrógeno de la fertilización, lo que se expresa en el mayor rendimiento, Nitrobac es efectivo en la síntesis de proteínas, lo que le da mayor desarrollo aéreo y una mejor estructura al cultivo.
“Eso es gracias a que empleamos un microorganismo muy completo, que tiene un excelente mix”, agregó la investigadora.

Esta empresa, que fue fundada en 1967 por el agricultor holandés Jan Koppert, acumula ya varias décadas de experiencia en el desarrollo de productos biológicos, a tono con el notable incremento que ha habido en su adopción en el seno de la agricultura argentina. “Ya hay mucha conciencia de que se trabaja con organismos vivos, y es el productor mismo el que toma los recaudos y consulta si tiene dudas”, evaluó Monteleone.
No obstante, lo cierto es que la aplicación foliar de productos biológicos es un terreno mucho menos explorado que el del tratamiento de semillas, y por ello Nitrobac abre también una puerta para conocer más en profundidad las especificidades de ese proceso.
Por ello es que, recientemente, el equipo de Investigación y Desarrollo de Koppert trabajó desde sus laboratorios e invernaderos para observar en concreto cómo interactúa esta tecnología con las condiciones reales del productor y lo que sucede a diario en el campo.
¿Qué hay que hacer cuándo llueve luego de aplicar? ¿En qué horario del día es mejor hacerlo? ¿Se puede mezclar con otros insumos líquidos? Esas son algunas de las preguntas que hoy el equipo está en condiciones de responder mucho más certeramente.
Se sabe que la bacteria GD coloniza endofíticamente los tejidos, contribuyendo al suministro interno de nitrógeno y a la promoción del crecimiento vegetal. Pero, para hacerlo, Monteleone aseguró que “primero es necesario que que pueda penetrar por los estomas a la planta, lo que es un punto crítico para esta tecnología”.
En ese sentido, el primer aspecto a reparar es el clima. La recomendación del equipo de Koppert es que la aplicación se haga al final del día, ya que durante las horas de mayor calor los estomas de la planta se cierran y no se produce la absorción.
Asimismo, al ser un biofertilizante líquido puede mezclarse en el tanque con otros herbicidas e insecticidas que el productor aplique, además del coadyuvante que servirá de auxilio a la aplicación. “Tenemos un listado de más de 100 productos con una compatibilidad ya chequeada, y estamos abiertos a responder cualquier duda o consulta que tenga el productor”, agregó la investigadora.

En ese sentido, el área de Investigación y Desarrollo de Koppert puede recibir muestras y llevar a cabo pruebas de compatibilidad si subsisten interrogantes respecto a los productos que pueden secundar la aplicación de Nitrobac.
“Todo ese acompañamiento es lo que nos diferencia a nosotros como empresa”, celebró Monteleone, que aseguró que esa “cercanía con el productor” se da gracias a que la firma cuenta con un equipo de desarrollo agronómico y de desarrollo de mercado que “va a los campos, hace ensayos y acerca la tecnología”.
Aunque la lista de productos compatibles con Nitrobac es muy extensa, Koppert ha trabajado en el desarrollo de un coadyuvante propio, adaptado a las características específicas de su producto. Se trata de Ambassador, que surgió a partir de su vínculo comercial con Tropfen, una firma especializada en esos insumos.
“Nos pusimos a trabajar en conjunto para encontrar cuál era el mejor aliado para nuestro biofertilizante, es decir, el mejor coadyuvante para mejorar esta función de penetración estomática. Y así desarrollamos este producto”, explicó la especialista.
Como está hecho a base de una mezcla de aceite metilado y organosiliconas, Ambassador permite reducir la tensión superficial y así facilitar el ingreso de la gota de Nitrobac a la hoja.





