Ezequiel Ortego es un joven enólogo mendocino que se estaba especializando en la elaboración de malbec para la bodega Trapiche, hasta que en 2013 sus jefes le pidieron que viaje por tres semanas a la costa bonaerense, para trabajar en el armado de un nuevo proyecto cerca de Mar del Plata, en Chapadmalal, llamado Costa & Pampa. Ahí se quedó, enfrentando el desafío de producir “vinos del mar”. Ya lleva ocho años en el lugar.
Ortego comentó a Bichos de Campo que esta investigación de elaborar vinos marítimos comenzó en 2009, en un momento en que casi no se producían vides en la Provincia de Buenos Aires y mucho menos tan cerca de la costa. La bodeguita del grupo Peñaflor queda a 6 kilómetros del mar, pero ahora están ampliando la superficie con una nueva finca ubicada a solo 15 cuadras de la playa.
“Nuestros principales competidores, España, Francia, Italia y Estados Unidos, tenían sus zonas vitivinícolas desarrolladas cerca del mar pero nosotros no. Así surgió Costa & Pampa, con la premisa de desarrollar algo nuevo”, afirmóp el enólogo.
Mirá la entrevista completa a Ezequiel Ortego:
Hacia fines de 2009, cuando los principales enólogos del grupo Peñaflor decidieron emprender esta aventura en suelo bonaerense, se implantaron las primeras vides en la zona sobre 10 hectáreas. Hubo que esperar y los primeros vinos se elaboraron en 2013, cuando convocaron a Ezequiel para el armado de la bodega. “Viendo la calidad de los vinos decidimos seguir adelante con el proyecto y en 2014 comenzó la construcción del área de turismo y la ampliación de las hectáreas implantadas, porque había mucho potencial en la zona”, describió el mendocino.
Actualmente la bodega tiene 26 hectáreas de viñedos en la zona costera, sobre las cuales se producen 11 variedades diferentes de uva, algunas como ensayo, otras para sostener el grueso de la producción. Luego de las primeras experiencias frustradas con el Malbec, la variedad insignia mendocina, quedó claro que el fuerte de la zona son los vinos blancos y que la variedad tinta que mejor anda es el Pinot Noir. Por eso el 90% de las hileras se dedica a variedades blancas, como el Sauvignon y el Chardonnay. La cosecha comienza en febrero y se extiende hasta marzo.
Ortego piensa que es la decisión correcta: los vinos blancos y los espumosos de Costa & Pampa, fice, maridan perfectamente con la gastronomía desplegada en La Feliz a partir de la pesca.
“La marítima no es una zona para malbec como sí lo es Mendoza, porque se trata de una variedad con un ciclo vegetativo más largo. Es decir, a la uva le cuesta más tiempo madurar, lo que la hace más propensa a verse afectada por las heladas”, explicó el enólogo.
Una particularidad de la zona de Chapadmalal es que allí el riesgo de heladas ocurre a partir de la primera semana de abril, con lo cual se enfrentan al riesgo de perder mucha producción de vides, o bien tener que cosechar la uva en verde sin poder lograr un gran vino que compita con los grandes malbec mendocinos.
“Para mi que soy especialista en malbec, llegar acá implicó redescubrir mi forma de hacer vinos y mi paladar, el cual estaba entrenado para los vinos tintos, pero me hice apasionando por los vinos blancos y hoy los elijo”, resaltó el enólogo de Trapiche.
Entre los desafíos agronómicos que se presentan a la hora de producir vino en esta zona costera, el enólogo citó, como primer factor, el exceso de agua que reciben los viñedos. Es todo muy diferente a Mendoza, donde la vitivinicultura se desarrolló en base al riego.
“En Mendoza tenemos entre 150 y 250 milímetros de precipitación anual mientras que acá tenemos 1100 milímetros. La vid necesita cerca de 500 milímetros de agua durante su ciclo productivo y nosotros tenemos el doble en la costa, por eso tratamos de poner nuestros viñedos con ciertas pendientes, cosa que el exceso de agua corra por el viñedo y no se nos sobre-hidraten las raíces”, describió Ortego.
Otro de los desafíos es la invasión de cotorras, el mayor enemigo de las vides de Mar del Plata. “Tuvimos que empezar a ver cómo protegíamos a las plantas. Las mismas fueron recubiertas por una malla similar a la antigranizo que usamos en Mendoza, sólo que acá las utilizamos para que las cotorras no nos coman las uvas”, manifestó.
Al ser la zona costera más húmeda, Ortego explicó que deben realizar mayor aplicación de productos químicos. “Hacemos tres veces más aplicaciones de fungicidas de las que hacemos en nuestros viñedos en Mendoza pero una vitivinicultura sin esos productos sería impensable porque tenemos un 90% de humedad relativa”, desarrolló.
El joven enólogo señaló que es cotidiano encontrar cada mañana los viñedos cubiertos de neblina o bruma, lo que genera un ambiente propicio al desarrollo de enfermedades fúngicas. “Hoy en día el 70% de mi tiempo está abocado al control de la finca y el 30% a la elaboración del vino. Es un desafío constante estar encima y ver que la planta se desarrolle bien e implantando malezas para que absorban el exceso de agua”, remarcó.
¿Y qué otros ensayos hacen en la bodega Costa & Pampa? Ezequiel comentó que este año plantaron 1 hectárea de Mencía, que es una variedad de uva tinta originaria de Galicia, España. También plantaron una variedad de uva blanca de la región francesa de Alsacia llamada Pinot Blanc. Fueron los primeros del país en hacerlo. “Hay mucho potencial para desarrollar cosas distintas”, afirmó Ortego.
“Aunque seguimos experimentando con nuevas variedades de uva, estamos convencidos de que acá hay futuro”, dijo orgulloso el enólogo, y concluyó: “Nos toca ser pioneros y llevar la bandera de los vinos de Buenos Aires al resto del mundo, pero que empiecen a surgir nuevos proyectos nos alienta a seguir en el camino por el cual vamos”.
Lo más importante es que hay 20 personas ocupadas haciendo vino cerca de Mar del Plata. La bodega Costa & Pampa, para quienes quieran, vuelve a recibir visitantes con reservas a partir de este mes. Vale la pena el relato, la ilusión y también probar los nuevos vinos marítimos.