El repaso por la vida y obra de Claudio Bertonatti parece no ser congruente con sus escasos 61 años de vida. Si hay que definirlo en una frase, Claudio es un autodidacta nato oriundo de Capital Federal que ha llegado a muchos rincones del mundo por su interés en la conservación de la naturaleza y del patrimonio cultural, una rama en la que ha publicado más de 600 artículos científicos y 50 libros.
Es naturalista, museólogo y docente de las universidades más prestigiosas. Cambió muchas veces de trabajo, pero mantuvo siempre firme su defensa acérrima de la vida en el campo y el respeto por los suelos y ecosistemas. Recientemente, eso lo hizo merecedor del reconocimiento a los “Líderes de la Ruralidad de las Américas” que le entregó el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en San José de Costa Rica.
El reconocido museólogo insiste en que es imperativo tomar conciencia del impacto cultural que tienen los cambios ambientales. Para él, la educación no puede ser entre cuatro paredes, y por eso no escapa a la polémica; a tal punto que llegó a decir que aún las dietas veganas matan animales por la avanzada que implica el cultivo intensivo sobre especies, ambientes y ecosistemas.
A pesar de sus raíces porteñas, alza la bandera de la ruralidad y le habla a las personas de ciudad. Su propuesta, insiste, es acercarse a nivel intelectual, emocional y racional a los paisajes naturales, de los que más de 50% de la población mundial, estima, poco conoce por estar erradicada en grandes conglomerados.
De todos modos, para Bertonatti todo paisaje es naturaleza y cultura, lo que explica el intenso trabajo a campo que hace y que luego difunde con premisas contundentes. Una de ellas, por ejemplo, es la importancia de consumir productos locales, de estación y orgánicos, y no caer en el esnobismo de buscar aquellos que vienen de otros países y engrosan la huella de carbono.
Actualmente, se desempeña como investigador de la Universidad Maimónides y asesor científico de la Fundación Azara. Para despuntar el vicio, dicta clases en diversos centros educativos, entre ellos, la Universidad de Tres de Febrero, en la Cátedra UNESCO sobre Turismo Cultural.
Fue consultor de Parques Nacionales, ONG´s, museos, empresas, zoológicos y organismos de todo Latinoamérica. Pero donde no pudo llevar adelante sus proyectos, no tardó en irse, como es el caso de su breve paso por la Dirección General del Zoológico de Buenos Aires, al que quería convertir en un centro de conservación de la fauna argentina, de investigación científica y de educación ambiental.
A propósito de la vida silvestre, no le faltó tiempo para estudiar el tráfico y extinción de especies autóctonas, tanto a título personal como desde la Fundación Vida Silvestre Argentina, donde trabajó durante casi 30 años, entre 1983 y 2012.