El área sembrada con cultivos genéticamente modificados (GM) volvió a crecer a nivel mundial en 2024. Así lo indica el informe anual de AgbioInvestor, que calcula que la superficie global de transgénicos alcanzó un nuevo récord de 209,8 millones de hectáreas, un aumento del 1,9% respecto del año anterior.
Pero detrás de ese número global, el escenario muestra matices y contrastes, y dos países sudamericanos siguen siendo claves: Brasil y Argentina.
En Argentina, la adopción de cultivos GM creció un notable 8,3% en 2024, alcanzando 23,8 millones de hectáreas. Fue el país con el mayor crecimiento absoluto entre los grandes productores.
El impulso provino, sobre todo, de la soja, con un incremento del 12,7% y un área total de 16,2 millones de hectáreas. La mayoría son variedades con genes apilados, como en Brasil, pero el informe advierte que parte del cultivo se realiza con semilla guardada, lo que limita el negocio para las empresas proveedoras de tecnología.
En nuestro país, estas empresas semilleras vienen desarrollando un fuerte lobby para poder recuperar parte de la inversión que realizan al reconocer la propiedad intelectual de los eventos que lanzan al mercado.
El problema, es que en el caso de los cultivos autógamas, como soja o trigo, el productor puede guardarse una parte de los granos que cosecha y eso puede servirle de semilla para la próxima campaña. Hasta hace poco, el intento de las semilleras era subirse a UPOV91, una organización que busca proteger variedades y sus patentes para desarrollar nuevas. Fracasado ese intento, las compañías se volcaron en su mayoría a Sembra Evolución, un programa lanzado por las propias empresas para poder vender semillas fiscalizadas y poder cobrar regalías por esa tecnología.
En el caso del maíz, la superficie GM cayó un 3,6%, hasta 6,9 millones de hectáreas, aunque la adopción sigue siendo altísima: el 99% del maíz argentino es transgénico y mayormente con genes apilados.
El informe destaca también un salto importante en el algodón GM, que subió un 56,3% hasta llegar a 700 mil hectáreas. Y menciona que Argentina fue el primer país del mundo en autorizar el trigo transgénico (HB4), con unas 48 mil hectáreas sembradas en 2024.
Finalmente, en 2024 se comenzó a sembrar alfalfa GM, aunque todavía en una escala marginal.
Brasil ocupa el segundo lugar en el ranking global, solo por detrás de Estados Unidos, con 67,9 millones de hectáreas de cultivos GM en 2024. El crecimiento fue del 1,4% interanual, impulsado por todos los cultivos principales: soja, maíz, algodón y caña de azúcar.
La soja transgénica sigue siendo el buque insignia: 45,7 millones de hectáreas, un aumento del 4,7% respecto del ciclo anterior. En este país, la adopción de soja con genes apilados (resistentes tanto a herbicidas como a insectos) es dominante desde hace años. También se destaca el crecimiento del algodón GM, que alcanzó un área récord de 1,9 millones de hectáreas, con una suba del 18%, y una adopción plena: el 100% del algodón brasileño es transgénico.
En cambio, el maíz transgénico retrocedió un 6,4%, hasta los 20,2 millones de hectáreas, aunque sigue representando el 96% del total de maíz cultivado. Se atribuye este descenso a una caída en el área total sembrada. Por último, aunque incipiente, la caña de azúcar transgénica sigue expandiéndose y alcanzó 40 mil hectáreas, un crecimiento del 12,4%. Se trata de variedades resistentes a insectos, lanzadas en 2019.
Los transgénicos cumplen casi tres décadas desde que comenzaron a sembrarse, y ya ocupan una de cada tres hectáreas cultivadas en el mundo. En Argentina, mientras en los discursos se habla de biotecnología y valor agregado, en la práctica seguimos discutiendo si es legal guardar semilla. Y mientras los europeos le dan la espalda a estos cultivos, América Latina –con sus contradicciones– los adopta y los multiplica.
Brasil, con su modelo de agricultura industrial en expansión, marca el ritmo. Argentina, a su manera, lo sigue de cerca. Y así, sin mucho bombo, los transgénicos se consolidan como uno de los pilares más firmes del agro regional.