Un indicador clave para la salud económica y financiera de la industria aceitera argentina –que procesa los principales productos de exportación del país– viene registrando un importante deterioro en los últimos años.
Se trata de la capacidad ociosa, que en mayo pasado fue del 30%, mientras que uno, dos y tres años atrás se había ubicado en 27%, 22% y 17%, respectivamente, según un informe elaborado por la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara).
El mes de mayo, cuando ingreso al mercado el grueso de la cosecha de soja de primera, representa, en términos estacionales, la “temporada alta” de procesamiento de la oleaginosa.
Pero en los últimos años la capacidad ociosa de la industria aceitera se viene incrementando a causa de un decrecimiento de la producción de soja combinado con un mayor gradualismo en las ventas por parte de los productores, que emplean, en un contexto inflacionario, a la soja como “reserva de valor”.
Entre fines de 2020 y comienzos de 2021 la capacidad ociosa de la industria aceitera argentina registró un récord histórico debido a un extenso conflicto gremial que involucró a trabajadores aceiteros, recibidores de granos y transportistas.
El informe de Ciara indica que en los primeros cinco meses de este año se molieron 1,86 millones de toneladas menos de soja que en el mismo período de 2021, “lo que equivale a una pérdida de divisas por 1200 millones de dólares y merma de 400 millones en el ingreso por aumento de retenciones” respecto de una situación con igual volumen que el año anterior.
El documento señala además que “la industria aceitera argentina enfrenta el periodo de márgenes de molienda negativos más prolongado en toda su historia”, dado que desde agosto pasado a la fecha no logra, en el promedio sectorial, registrar utilidades con la fabricación de harina y aceite de soja.