Si hay algo que Trufas del Nuevo Mundo no puede ocultar, es que gran parte de su éxito se debe a los perros rastreadores que integran su plantel de trabajo. Lola, Soria, Luna, Marilyn, Sancho, Pane, Duque, Thor y Buda son algunos de los los encargados de que ninguna parte de ese oro negro quede sin ser recolectado.
Pero esta tarea clave no se hace “porque sí”, sino que denota años de arduo trabajo y entrenamiento del lenguaje, ya que ellos son capaces de transmitir con claridad a los cosecheros dónde están escondidas las preciadas trufas. ¿Y cómo lo hacen? Gracias al trabajo de la adiestradora Catalina Schmidt, que se ha convertido en la verdadera maga de la búsqueda de este hongo.
“Empecé con perros que tenían entre tres y cuatro años. Cuanto más chico en edad es el perro, mejor resulta el entrenamiento porque el cerebro está abierto a nuevos aprendizajes. Pero se puede empezar a adiestrar en cualquier edad y tipo de raza. De hecho una de nuestras mejores rastreadoras es una mestiza de Labrador de seis años”, dijo Schmidt en una charla con Bichos de Campo.
Una parte importante de este entrenamiento consiste en volver la actividad de búsqueda un juego, que mantenga entretenidos y estimulados a los perros.
“El trabajo consiste en evitar el estrés del animal y en volver la situación un juego. Usamos premios, que pueden ser desde pelotitas hasta trozos de comida o mimos. También evitamos largas jornadas por el cansancio y el calor. Eso afecta el desempeño del animal y por ende la recolección. La idea es fomentar un vínculo entre el cosechero y el perro, que se conozcan para que la búsqueda se facilite”, indicó la adiestradora.
El trabajo más arduo con los perros se realiza durante 100 días al año, en época de cosecha. Una vez finalizada la temporada, algunos animales regresan al pueblo de Espartillar y otros permanecen en el campo, donde realizan una vida normal.
Durante los años en que el animal se desempeñe como rastreador, se pueden aplicar un refuerzo del adiestramiento en caso de ser necesario, previo a cada cosecha. De lo contrario, su olfato puede permanecer entrenado por muchos años.
-¿Cómo es un día de trabajo de uno de estos perros?– le preguntamos a Catalina
-Una vez que el perro ya pasó por el proceso de adiestramiento y sabe lo que es la trufa en campaña se los agrupa en grupos de dos o tres personas. Un cosechero va con el perro por delante y el compañero va juntando las marcas que deja el primero. El perro, cuando encuentra una trufa, lo que hace es rascar en el piso y nosotros ahí tenemos que premiarlo. Después con un machete, que es como una palita rústica de jardinería, escarbamos alrededor de la marca porque no sabemos ni a qué distancia del árbol o de la superficie está esa trufa. Una vez que la encontramos, se la damos al perro para que la olfatee y refuerce ese el olor, y lo premiamos. Cada cosechero tiene en su celular tiene una aplicación donde anota el tipo de trufa que encontró, con qué perro y en qué plantación del predio.
-¿Cuántos años puede estar un perro buscando trufas?
-Puede estar buscando a lo largo de toda su vida pero su rendimiento cambiará con el paso de los años. Es un tema de desgaste físico. No se puede comparar el olfato de un perro de 15 con uno de seis años.
-¿Hay distinción entre hembras y machos?
-Generalmente sí aunque es poca. Por ejemplo, cuando el macho empieza una línea generalmente va marcando territorio y haciendo pis. La hembra en cambio hace pis ni bien entra en la línea, no adentro.
-¿Hay días de trabajo más idóneos para los perros?
-Sí, los días de humedad o lluviosos, donde también hace frío, el olor de la trufa sale más hacia la superficie. Se trata de un ambiente cómodo para los perros que no se cansan tanto.
-¿Con qué tiene que ver la cantidad de perros que ustedes tienen disponibles? ¿Con una mayor rotación de ellos o con cosecha en superficies más grandes?
-Claro, los perros son rotativos. El perro que sale en la mañana generalmente no sale a la tarde. Nosotros hacemos pasadas y a media mañana cambiamos el perro, y se van rotando continuamente. Tiene que ver con el cansancio pero también con el vínculo de los perros y los cosecheros. Nos ha pasado que un perro ha formado un vínculo muy fuerte con una persona y solo con ella buscaba trufas.
-Para muchos tenés el trabajo soñado. ¿Se te presentó o lo buscaste?
-Se me presentó en pandemia. Yo desde chica estuve en el campo con los animales, ahí me crié. Acá empecé como cosechera cuando estaba en sexto año de la secundaria. En vez de estar en mi casa, prefería estar al aire libre. Más adelante tuve la oportunidad de ser adiestradora y empecé a capacitarme y perfeccionarme en esto. Ahora estoy a su cuidado.