Hace ya casi una década murió una de las principales eminencias que tenía la Argentina en materia de salud animal y epidemiología, el doctor José La Torre. Médico, especialista en biología molecular e investigador del Conicet. En 2001, cuando estalló la gran crisis de la fiebre aftosa, La Torre conducía el Centro de Virología Animal (CEVAN) y fue una de las figuras claves en la lucha que permitió, vacunas mediante, volver a erradicar esa enfermedad de la ganadería.
Este recuerdo tiene una explicación en el contexto actual, que parece muy alejado de aquellos tiempos. Es que Don José es el padre de Diego La Torre, que siguió los caminos de su padre pero desde la actividad privada, pues es el presidente de Tecnovax SA, una compañía biotecnológica argentina que hace veinte años se especializa en la producción de vacunas para la salud animal.
¿Y eso qué tiene que ver? Es lo que se preguntará la mayoría de los lectores, pero sucede que La Torre acaba de pedir al Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) que apure los permisos para ingresar la vacuna contra la fiebre aftosa desde otros países, en un intento concreto por romper la posición casi monopólica que tiene otro laboratorio, Biogénesis Bagó, en la provisión de casi 130 millones de dosis de ese medicamente, que es de uso obligatorio para los ganaderos y que implica un costo para el sector cercanos a los 150 millones de dólares anuales.
“Interpela al sentido común que durante todos estos años ninguna vacuna importada haya conseguido ingresar a Argentina hasta el día de la fecha. Ello se debe a una serie de regulaciones cuidadosamente redactadas que terminan restringiendo la oferta y la libre competencia, conspirando, no solamente contra el derecho a optar de los consumidores, sino que también lo hace contra el propio plan de continuar con la vacunación hasta la definitiva erradicación de la región”, escribió en una carta dirigida a las autoridades del Senasa el hijo de aquel científico clave en la identificación de las cepas del virus aftósico que contagiaban masivamente al rodeo argentino en 2001, cuando se había dejado de vacunar en una utopía que duró apenas un par de años.
Aquellas cepas dieron origen a una nueva vacuna reforzada que comenzó a producir masivamente Biogénesis Bago, una empresa del grupo Sigman que además comenzó a manejar el banco nacional de antígenos. Apenas con un par de competidores mordiéndole porciones muy pequeñas del mercado, como ACA y CDV, la firma se convirtió en la proveedora casi única de las casi 80 millones de dosis que se aplican cada año en el país (en dos tandas) y también en la mayor exportadora de esa vacuna a nivel global.
Durante todo este tiempo, como planteó el titular de Tecnovax, no hubo importación desde otros países. Una de las explicaciones fue que la vacuna aquí tenía una mayor cobertura de cepas que la que se aplica en los países vecinos. Y allí cobra sentido que este La Torre, que ahora propone abrir la importación, sea el hijo de aquel, que un poquito sabía sobre la enfermedad y sabría que no se corre ningún riesgo adicional con el remedio de origen importado.
“Existen momentos en que a los hombres de Estado, ciertos acontecimientos humanos les imponen revisar la forma en que se están siendo hechas las cosas como ocurre con la regulación vigente. El ingreso de nuevas vacunas de probada eficacia y seguridad va a contribuir en abastecer la demanda, evitar las imperfecciones propias de una oferta concentrada, ayudando a bajar sustancialmente los costos para el sector ganadero, favoreciendo de esta forma, tanto, la competitividad de todo el sector como el mantenimiento de los esfuerzos llevados adelante durante más de dos décadas para la prevención de la Fiebre Aftosa en Argentina”, dice provocativamente el empresario del sector veterinario en la misiva dirigida al presidente y vicepresidente del Senasa, Pablo Cortese y Sergio Robert.
En la carta les informa que “Tecnovax S.A. ha suscrito un acuerdo con una importante firma internacional para el abastecimiento de vacunas contra la Fiebre Aftosa. Disponemos actualmente a la espera de su aprobación de al menos quince millones de dosis en forma inmediata para su uso a partir de la presente campaña de vacunación iniciada en marzo 2024. Esta vacuna es la misma que se ha utilizado durante años en todos los países del Mercosur que comparten el mismo estatus sanitario de nuestro país en conexión con relación a la Fiebre Aftosa”, aclaró.
Esta es la carta de La Torre:
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La empresa, en concreto, desafía las reglas actuales del mercado pidiendo al Senasa que autorice “en carácter de emergencia el ingreso, distribución y aplicación por los canales formales de las dosis que ponemos a disposición. Entendemos que los nuevos tiempos demandan coraje para cambiar el orden injusto, en favor del interés general”, se definió.
En el gobierno, esta situación provoca intrigas y no hay una posición oficial tomada, más allá de la prédica constante del presidente Javier Milei en favor de una mayor desregulación y la libre competencia.
Todo un dato, la solicitud de la Torre se conoció luego de que el principal asesor de Milei en materia de desregulación económica, el ex presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, salió a denunciar en una entrevista televisiva que la vacuna antiaftosa no se puede importar, y que eso provoca que el remedio salga “cinco veces” más caro que en otros países.
Tremendo ayer Sturzenegger sobre la vacuna de la aftosa (acá esos 30 segundos), entre otras cosas.
La entrevista completa en https://t.co/5nGa1GeGhj pic.twitter.com/YkbO0ALNT1— Ignacio Azpiazu (@Ignacio_Azpiazu) April 4, 2024
En realidad, Sturzenegger mostró saber bastante poco del asunto al definir el mercado argentino de la vacuna como “muy pequeño”: Aquí se vacuna todo el stock de vacunos en la primera vacunación, lo que equivale a unas 50 millones de dosis, y en la segunda mitad del año la inoculación se repite pero no en todas las categorías de animales, sumando otras 30 millones de dosis. En todas, son cerca de 80 millones de dólares que están cotizando este año a cerca de 2 dólares oficiales, cerca de 1.600 o 1.700 pesos, a los que hay deben sumarse los costos de la aplicación. Es evidente que no es nada pequeño el negocio.
Lo que el ex funcionario macrista, ahora devenido en desregulador de Milei, repitió son argumentos surgidos de un estudio sobre el precio de la vacuna contra la aftosa en todos los países del Mercosur, realizado por el Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina (SRA), y que fue publicado inicialmente por Bichos de Campo: Allí se comparaban los casi 2 dólares pagados por los ganaderos argentinos con los 0,75 dólares de Uruguay, los 0,50 de Brasil, y los menos de 0,30 de Paraguay. Obviamente esos números desataron la bronca de los productores y una intensa polémica.
En Diputados, incluso, se han presentado varios proyectos vinculados a este debate, reclamando una mayor apertura del negocio. Por ejemplo, el diputado del PRO Martín Ardohain reclamó al gobierno nacional que autorice la importación de ese inóculo “posibilitando la competencia y terminando con el monopolio comercial de unos pocos privilegiados”. Más tarde, el diputado entrerriano de la UCR, Pedro Galimberti, fue más allá y además de pedir la importación, en un proyecto de Resolución reclamó al Senasa que “avance en la declaración del territorio nacional, al menos algunas regiones, como ‘libre de fiebre aftosa sin vacunación’, para igualar con la situación de países vecinos”. Esto implicaría dejar de vacunar en esas zonas.
No extraña ver a los periodistas millonarios trabajando para el poder económico ,no importa quien gobierne,el periodismo crítico escasea,hay que saber buscarlo.
Felicitaciones