Más de la mitad del área sembrada con arveja en la última campaña se implantó con cultivares sin propiedad intelectual que tienen una antigüedad superior a dos décadas. Resulta muy difícil poder imaginar un sector próspero –en términos productivos y comerciales– con una genética tan atrasada.
En el primer puesto del ranking de variedades sembradas en 2023/24, según datos oficiales publicados por el Instituto Nacional de Semillas (Inase), se ubicó Viper (registrada en 2001) con un 39,2% del área nacional. Un vejestorio que se niega a jubilarse.
Para intentar terminar con esa situación, las autoridades del Inase, por medio de la resolución 489/2024, dispusieron que a partir del 1 de octubre de 2025 sólo podrá comercializarse semilla fiscalizada.
La fiscalización obligatoria contribuirá a incentivar el mejoramiento genético y brindará mayor certeza a los productores en lo que respecta a la semilla comprada en el mercado formal. Sin embargo, también incrementará los costos para las empresas semilleras y, por ende, puede llegar a hacer subir los precios del producto.
La cuestión es que, si no se incrementa el control y la semilla ilegal sigue pululando sin inconvenientes, la fiscalización brindaría una “ventaja competitiva” a quienes operan por fuera del sistema formal, dado que podrán ofrecer un producto a un precio más accesible.
La arveja, además de mejorar la matriz productiva y comercial de las empresas agrícolas, representa además un gran aporte a las rotaciones agrícolas en un contexto en el cual la intensificación se está imponiendo como un factor clave para promover la sostenibilidad.
En la pampa húmeda, por ejemplo, el potencial de crecimiento del cultivo de arveja es enorme, pero eso no se puede expresar por la falta de oferta de cultivares competitivos en términos agronómicos. En la última década se registraron apenas 19 cultivares de arveja con genética que, en su mayor parte, provino del exterior.
En el ámbito comercial, en caso de incrementarse el volumen de producción, existe la posibilidad de desarrollar un mayor volumen de exportaciones hacia China tanto de arveja verde como amarilla.
Un 75,5% del área nacional en 2023/24 correspondió a arveja verde, mientras que el restante 24,5% fue implantado con cultivares de la variedad amarilla. La mayor parte de la superficie sembrada con la legumbre se concentró en la zona núcleo pampeana y sur de Entre Ríos.
La arveja verde se exporta fundamentalmente a Latinoamérica y Europa, mientras que la amarilla, además de enviarse a mercados asiáticos, tiene un uso creciente en la elaboración de aislados proteicos destinados a la fabricación de sustitutos cárnicos (alimentos “basados en plantas”).
En la campaña 2023/24 la cantidad de empresas argentinas que sembraron arveja sumaron 993, de las cuales 300 concentraron el 76% de la superficie a nivel nacional.
Porque no dejan de una vez trabajar a la naturaleza tranquila, basta de jugar a ser dioses, y encarecer y complicar todo con agrotóxicos
Cómo todo,no es que sean semillas antiguas,quieren cómo todo,modificar las semillas para controlar y pagar más caro nuestros alimentos y hacerlos más insanos