“Hoy nos encontramos frente a un gobierno nacional que fomenta la desindustrialización, el extractivismo, la concentración de riquezas, la exclusión, la pobreza, que desfinancia a todo el sistema científico-tecnológico de manera muy clara”, denunció el ministro de Desarrollo Agrario de la provincia de Buenos Aires, Javier Rodríguez, en el cierre del primer congreso de Agroecología en territorio provincial, que tuvo una gran concurrencia.
Rodríguez, uno de los históricos colaboradores del gobernador Axel Kicillof desde que fuera ministro de Economía en el segundo mandato de Cristina Kirchner, estableció diferencias muy claras con la política que lleva adelante el presidente Javier Milei en materia agropecuaria.
Dijo que como alternativa a la política nacional, “la provincia de Buenos Aires impulsa la agroecología como parte de una concepción y un modelo que es diametralmente opuesto al del gobierno nacional, que busca un sector agropecuario con más productores, más valor agregado, con producción de alimentos, mayor innovación, más sustentabilidad y, por supuesto, que mejore el acceso a una alimentación de calidad del conjunto de población”.
Es una estupidez pensar que la agroecología sea kirchnerista y la agricultura convencional sea libertaria, pero así (en bandos) se discuten las cosas desde hace mucho tiempo en la Argentina. Lo cierto es que también el debate sobre los modos de producción y el rol de los gobiernos comenzó a ser tironeado por los dos lados de esta grieta política, que divide a la actual gestión nacional de la máxima conducción de la provincia de Buenos Aires.
Rodríguez, que viene levantando el perfil en esta discusión, eligió el 1° Congreso Provincial de Agroecología, que se llevó a cabo en la Universidad Nacional de Luján y concluyó este sábado, para plantear un decidido apoyo de la gestión Kicillof a estas formas de producir sin agroquímicos ni transgénicos, con comercio de cercanía y sistemas de certificación participativa, tal y como postula la agroecología.
Allí, frente a una gran concurrencia, estimada en más de 2000 persona, destacó el avance y el potencial de la agroecología en el territorio bonaerense y las políticas públicas que lleva adelante el gobierno bonaerense para potenciar ese crecimiento.
Como prueba de que el tironeo ideológico se apoderó de este debate sobre los modos de producir, el titular de la cartera agraria bonaerense estuvo acompañado por Vanderley Ziger, secretario de agricultura familiar y agroecología de Brasil. Es decir, un enviado del gobierno de Lula. Allá en Brasil la grieta también está instalada y hasta se ha institucionalizado: el ministerio de Ziger atiende las necesidades de los pequeños productores y las comunidades sin tierra, mientras que existe otro poderoso Ministerio de Agricultura y Pecuaria (Mapa) que se ocupa de los asuntos del “agronegocio” que moviliza la economía de Brasil a gran escala.
“Este Congreso sirve para promocionar la agroecología, pero también para mostrar los resultados de una política pública que busca articular con el sector privado y aunar esfuerzos para generar desarrollo, trabajo, cuidar de nuestros suelos y avanzar cada vez más hacia la soberanía alimentaria, tecnológica y productiva. Entendemos que las políticas públicas se construyen de manera colectiva, fortaleciendo los movimientos sociales y las distintas iniciativas de los productores, que son en definitiva quienes se apropian de esas políticas”, agregó Rodríguez en su discurso, repleto de intentos de marcar diferencias.
El viernes, la apertura del congreso había estado a cargo del propio gobernador Kicillof, quien destacó que la Provincia apunta “a un cambio en el modelo de alimentación con soberanía nacional”.
En la provincia de Buenos Aires estamos haciendo el primer Congreso de Agroecología porque el modelo de alimentación y producción que necesitamos y que estamos construyendo tiene que ser con valor agregado, sustentabilidad y soberanía. pic.twitter.com/e4JDYhMtvt
— Axel Kicillof (@Kicillofok) November 8, 2024
En el congreso, más allá de esta disputa, se expusieron más de 250 publicaciones científico-académicas en formato de póster vinculadas a una amplia variedad de temáticas: calidad nutricional de harinas integrales de cereales agroecológicos; biopreparados agroecológico para mejorar la productividad en pollos de engorde; bioreactores y biofertilizantes como alternativa 100% agroecológica; agregado de valor en agricultura familiar con salas comunitarias de elaboración de alimentos; acceso a la tierra y permanencia en los predios; experiencias de ganadería regenerativa; entre tantas otros.
Además, se desarrollaron mesas técnicas vinculadas al diseño de sistemas resilientes, producción animal, sistemas intensivos agroecológicos, producción vegetal extensiva, evaluación económica de sistemas agroecológicos, bioinsumos y biopreparados; y se llevaron a cabo talleres sobre la construcción de redes territoriales para la masificación de la agroecología en la Provincia, la agroecología en la enseñanza formal y no formal, el impacto de los sistemas de producción actuales en el ambiente y la salud, abastecimiento y diversidad de actores.
El Congreso también contó con una muestra de maquinaria y tecnología y una feria de productores agroecológicos con alimentos bonaerenses con “trazabilidad agroecológica”. A su vez, se realizó un Encuentro de la Red de facilitadoras y facilitadores en agroecología de la provincia de Buenos Aires.
Lo cierto es que en 2020 la cartera agraria bonaerense creó el primer Programa Provincial de Promoción de la Agroecología, que marcó un hito y a partir de ese momento impulsó significativamente el crecimiento y la visibilización de la producción agroecológica bonaerense.
En la actualidad existen alrededor de 700 productores agroecológicos registrados en 96 municipios de la Provincia mientras se estima que más de 43.000 hectáreas de producciones se realizan bajo estas prácticas. No es nada significativo diferente a las 23,7 millones de hectáreas de superficie rural que tiene la Provincia de Buenos Aires. Pero para comenzar a hacer propaganda política parece que alcanza.