“La estimación de trigo para el ciclo 2022/23 alcanzará las 14,9 millones de toneladas, lo cual garantiza tanto el abastecimiento interno como el saldo exportable para que los privados cumplan con sus compromisos”, indicó esta tarde con un tuit, un rato antes de que el gobierno de a conocer sus estimaciones agrícolas mensuales, el secretario de Agricultura de la Nación, Juan José Bahillo. Luego se conoció el documento y todos descubrimos que Bahillo se había equivocado: Es que la estimación real de cosecha sigue siendo muy baja, de apenas 13,3 millones de toneladas.
No se sabe si fueron las ganas de dar buenas noticias. O si Bahillo se envalentónó por los buenos rendimientos que el cultivo tuvo en Entre Ríos, su provincia, la única de la cual llegaron este año buenas noticias en materia de rendimientos trigueros. Lo cierto es que en sus redes sociales el titular de Agricultura salió a romper con los pronósticos pesimistas que estaban surgiendo surgieron de las bolsas de cereales. Como producto del desastre provocado pro la sequía y las heladas de fin de ciclo, la Bolsa de Buenos Aires había calculado una cosecha de solo 12.5 millones de toneladas, es decir 2,5 millones por debajo del nuevo pronóstico oficial. La de Rosario se ubicó todavía más abajo: 11,5 millones de toneladas.
Lo más curioso es que Bahillo había corregido en su tuit el propio pronóstico oficial emitido por Agricultura el 17 de noviembre pasado, que había reconocido el fuerte daño que sufrían los cultivos y ubicaba la proyección de cosecha en 13,4 millones de toneladas, un 29% por debajo de la cosecha récord del ciclo agrícola 2021/22, que llegó a 22,10 millones.
Hoy ese informe mensual de estimaciones agrícolas se actualizaba y se ve que alguien se apuró en darle a conocer los nuevos datos al secretario, que entendió todo mal y confundió la estimación productiva correspondiente a la campaña 2022/23, que es la que está transcurriendo, con el total del trigo disponible, y que en ese caso -según los datos oficiales- sí se acerca a 15 millones de toneladas, pues se arrastraría un remanente de la cosecha 2021/22 (del verano pasado) de 1,75 millones de toneladas.
Lo cierto es que la Argentina producirá este año 13,3 millones de toneladas, un 39,8% menos que las que cosechó en la temporada anterior. La nueva estimación oficial correspondiente a diciembre achicó todavía más los cálculos de noviembre, en 100 mil toneladas. Es que los agrónomos de campo achicaron la superficie a cosecha de 6,1 a 5,9 millones de hectáreas.
“Con el avance de la cosecha se van ajustando los rindes estimándose una producción final de unos 13,3 millones de toneladas, con unas 400.000 hectáreas no cosechadas a nivel nacional por la falta de agua que afectó al cultivo prácticamente en toda la región triguera a lo largo de su ciclo y las heladas tardías en la fase crítica de floración”, dice el nuevo informe de la Secretaria de Agricultura, desmintiendo nada menos que al secretario.
Agradezco el enorme esfuerzo de los productores y productoras para alcanzar un volumen de trigo que se encuentra en el promedio de la última década, a pesar de haber sufrido una de las sequías más severas de la historia.
— Juan José Bahillo (@JuanjoBahillo) December 23, 2022
La ilusión a que todo el resto de la Argentina estuviera equivocado y Bahillo tuviera razón duró apenas unos minutos. Lo curioso es que después del papelón y la confusión que había generado, el funcionario no borró su tuit sino que sus colaboradores trataban de explicar que las 14,9 millones de toneladas de trigo que había anunciado en el mismo se correspondían con la suma de la producción esperada (13,3 millones de toneladas) más el “carry over” o remanente de la campaña 2021/22 (1,75 millones de toneladas) y menos las 900 mil toneladas que todos los años se necesitan conservar como semillas. Solo así las cuentas cierran.
En su tuit, quizás no advertido todavía de lo mal que había expresado las cosas, el secretario Bahillo agradeció publicamente “el enorme esfuerzo de los productores y productoras para alcanzar un volumen de trigo que se encuentra en el promedio de la última década, a pesar de haber sufrido una de las sequías más severas de la historia”.
En realidad es poco feliz la comparación que hizo el nuevo secretario, ya que estas casi 15 millones de toneladas pronosticadas eran en realidad 13,3 millones. Y se ubican lejos de los promedios de los últimos años, que estuvieron más bien cerca de 18 millones de toneladas.
Solo se podría aceptar que se acerquen a los promedios históricos si se toman en consideración las pésimas campañas 2012/13 y 2013/14, cuando Guillermo Moreno era el secretario de Comercio de Cristina Kirchner, bloqueaba los embarques de trigo y lograba un efecto desaliento entre los productores, que terminó en la peor cosecha de la historia triguera, con solo 8 millones de toneladas un año y 9 millones una campaña después. Esas políticas, que ahora se remedan con menos intensidad, han sido mucho peores que esta feroz sequía.
En los últimos años, hay que decirlo, la producción de trigo se había ubicado muy por encima de esos magrísimos volúmenes, entre 17 y 19 millones de toneladas, y bastante tiene que ver la decisión del gobierno de Cambiemos de eliminar las retenciones, y también el gesto de Alberto Fernández de mantenerlas en un nivel relativamente bajo de 12% desde que asumió.
Esto permitía a la Argentina tener un abultado saldo exportable, ya que se estima que el consumo interno de trigo apenas llega a 7 millones de toneladas. Todo el resto es exportable. El año pasado, según el balance de oferta y demanda que publicó hoy Agricultura, se exportaron cerca de 14,5 millones de toneladas, que ahora se verán reducidas violentamente a solo 4,75 millones de saldo exportable.
En su yerro, Bahillo consideró que con las proyectadas 14,9 millones de toneladas (como oferta total) será suficiente para abastecer el mercado interno y el de exportación. Pero no sería cierto, pues los exportadores habían ya anotado negocios al exterior por 8/9 millones de toneladas, casi el doble que el saldo disponible. Previendo hace unas semanas que habría dificultades para cubrir con todos los compromisos externos, la propia Secretaría de Agricultura dictó una norma permitiendo a las grandes cerealeras postergar los plazos de embarque declarados por el trigo de la campaña 2022/23, que es el que será escaso.
Bahillo Integra un Gobierno de Científicos. Que puede fallar???