La guerra es una calamidad para aquellos que la sufren en el territorio en el cual se desarrolla el conflicto bélico y también, aunque en menor medida, representa un perjuicio para todos los afectados de manera indirecta.
Las exportaciones ucranianas de poroto de soja se recuperaron y este año, según proyecciones del USDA, serían de 3,1 millones de toneladas. La mayor parte de los clientes del poroto ucraniano son la Unión Europea, Turquía y Egipto.
La cuestión es que, tal como sucede con el resto de los productos agroindustriales, Ucrania también está vendiendo a precio “de remate” la soja ante la necesidad de adaptar los valores FOB a los mayores costos logísticos generados por la guerra que mantiene con Rusia.
Afortunadamente, la oferta exportable de soja de Ucrania es insignificante (1,8% del total global) y su soja en la “mesa de saldos” casi no interviene en la formación de precios de la oleaginosa.
No es lo que sucede con el maíz, donde Ucrania –siempre siguiendo las cifras estimadas por el USDA– este año tendrá una participación del 12% en el comercio mundial del cereal.
En este caso, los bajos precios ofrecidos por el país en guerra con Rusia sí tienen un impacto bajista en el valor internacional del maíz, lo que genera un perjuicio para los exportadores sudamericanos del cereal.
En lo que va del presente año Ucrania está logrando embarcar grandes cantidades de granos en los puertos que gestiona sobre el río Danubio, en la frontera con Rumania.
Luego de que Rusia suspendiera a mediados de 2023 su participación en el “corredor granario” negociado con Turquía y Naciones Unidas, que permitía a los ucranianos emplear los (más eficientes) puertos de Odesa y alrededores, el gobierno ucraniano debió buscar nuevas alternativas logísticas para poder realizar exportaciones agrícolas a gran escala.