El gobierno libertario quiere que la Argentina adhiera al convenio internacional UPOV 91 y ahora insistirá en ese sentido cuando vuelva a presentar la Ley bases al Congreso. Se supone que esa decisión crearía un marco más favorable para que los mejoradores de las semillas obtengan un reconocimiento razonable por su conocimiento e inversiones.
Pero la verdad es que la industria semillera ya confía poco y nada que vaya a ser la política oficial, cualquiera sea el signo de gobierno, la que le garantice el cobro de regalías por sus desarrollos en nuevos germoplasmas o las mejoras logradas mediante biotecnología. Desde hace un par de años, en rigor, el sector privado busca una solución privada a las ventas informales de semillas, mediante un programa llamado Sembrá Evolución (SE), cuya aceptación viene creciendo muy rápidamente entre los productores.
En la reciente Expoagro, ejecutivos de Don Mario (una de las semilleras líderes) y de otras compañías ratificaron que el crecimiento de SE es la principal apuesta de todas ellas, cansados de esperar por una actualización de una ley de semillas que data de 1973. El mayor problema lo tienen en las ventas de semillas certificadas de soja y trigo, dos especies autógamas que los propios productores pueden guardar para sembrar al año siguiente, haciendo valer su derecho al “uso propio”, pero que también pueden ser multiplicadas ilegalmente, en lo que se denomina “bolsa blanca”.
En el último año, según las cifras dadas a conocer por Don Mario, y de la mano básicamente de las nuevas variedades de soja Enlist, el área sembrada con semillas protegidas por SE se duplicó, pasando de 1 millón de hectáreas a 2 millones. Supone todavía una escasa proporción de las 17 millones de hectáreas sembradas con soja, pero las semilleras se ilusionan porque de uno u otro modo ya son 11 mil los productores que se han acercado al programa y firman contratos para reconocer los derechos de los obtentores.
Las cosas entonces mejoran, porque esos once mil Cuit son cerca del 40% del universo de grandes usuarios de semillas registrado por el INASE, que se calcula en unos 25 mil productores de medianos a grandes.
De todo esto preguntó Bichos de Campo a Laura Lázara, que es la gerente de márketing para Larinoamérica de GDM:
-Con cada cambio de gobierno hay una discusión que se reactiva, que es el tema de cómo ustedes, quienes investigan tecnologías en semillas, recuperan algo de valor por su trabajo. Don Mario tiene ensayos en 150 localidades de Argentina y eso debe ser muy costoso. ¿Por eso se están quejando de que no recuperen esa inversión?
-Bueno, lo que es el mercado en Argentina de reconocimiento de propiedad intelectual, está en el orden del 35%. O sea, nos estamos perdiendo un mercado muy grande. Si nosotros pensamos en Argentina, en la campaña 2023/24 se sembraron un poquito más de 17 millones de hectáreas, hay un mercado potencial de 25 millones de bolsas de semillas. Pero el productor que reconoce propiedad intelectual, ya sea porque compra una semilla fiscalizada o porque paga una regalía por esa semilla que él se guarda, representa el 35%.
-Entonces estamos hablando de un mercado de semilla fiscalizada que realmente podría ser mucho más interesante. Y cuando digo interesante no solo me refiero a ganancias. ¿Si mejora el reconocimiento de esa tecnología podremos invertir más en innovación?
-Exacto. En GDM nosotros seguimos invirtiendo, estamos muy enfocados en productos, seguimos trabajando en acelerar procesos para llegar con la mejor variedad, con la mejor tecnología al productor. Pero entendemos que un marco propicio, donde haya más reconocimiento de propiedad intelectual, nos puede llevar más allá de los límites que hoy tenemos, y ser más competitivos con Brasil, con Estados Unidos, tener un mejor mercado.
-Siempre aparece recurrentemente el tema de que si no hacemos algo de fondo vamos a ir perdiendo la carrera tecnológica en el único rubro que somos competitivos, que es el agro, lo cual sería una tristeza como país. Ustedes hace dos años arrancaron un camino distinto. Medio que se cansaron de las vueltas de los gobiernos para resolver el tema.
-Hace dos años lanzamos junto con otras compañías Sembrá Evolución, pensando en darle un marco a toda esta inversión, en esto de cómo recuperamos realmente la inversión que hacemos y cómo hacemos que el mejor producto sea el que llega al productor que verdaderamente está comprometido también con ese reconocimiento.
-¿Al margen del Estado? Todas las semilleros líderes que tenían el mismo problema, dijeron cómo lo resolvemos entre nosotros, porque si esperamos que alguien lo resuelva por nosotros, estamos fritos.
-Ese fue un poco el espíritu. Y la realidad es que, por supuesto, hubiéramos recibido con mucha gracia suscribirnos al tratado UPOV 91 porque creemos que que le da un marco a todo lo que nosotros venimos trabajando. Pero hoy el camino creemos que es SE. Lo queremos seguir potenciando, seguir dándole al productor el acceso a esas variedades, que es lo que creemos que nos va a llevar por un mejor camino.
El sistema funciona más o menos así: las semilleras adheridas al sistema comercializan sus nuevas variedades de soja y maíz (aunque ahora quieren extenderlos a otras especies autógamas) al amparo del sistema SE. El productor firma un contrato y compra “hectáreas tecnológicas” para compensar el esfuerzo del semillero, según el valor que cada empresa fije para su nueva tecnología. Todos los nuevos lanzamientos serán canalizados por ese mecanismo, así que pronto el recambio varietal hará que cada vez un mayor número de productores tengan que acercarse al sistema, pues de lo contrario quedarán con tecnologías vetustas o deberán incurrir en la siembra de semilla informal.
-¿O sea, ustedes empezaron a tratar de hacer su propia regla y a convencer y educar al productor de la necesidad de que esto sea una lucha compartida?.
-A cambio de los mejores productos que tengamos, a cambio de seguir generando esa ganancia genética. Y cuando hablamos siempre de ganancia genética, hablamos de kilos en menos tiempo. Un productor que quiere adquirir alguna variedad que esté bajo el sistema, que básicamente son todos nuestros lanzamientos, tiene que firmar una licencia de uso de de esa variedad y esa licencia es con el obtentor, o sea con el dueño de la tecnología.
-¿Es un contrato entre privados?
-Contrato entre privados. El productor se compromete mediante eso a reconocer la propiedad intelectual al comprar obviamente de semilla fiscalizada, que es el acceso a esa licencia. Después, si se guarda semilla debe compar lo que nosotros llamamos hectáreas tecnológicas, que es la unidad del sistema con la cual nos manejamos. Compra tantas hectáreas tecnológicas como hectáreas vaya a sembrar con esa semilla que se guardó. Después tiene la posibilidad de tener un crédito de toneladas para el momento de entregar. Tiene la posibilidad también, para liberarse de ese techo, de adherirse al programa de certificación de hectáreas, liberando de alguna forma ese tope por hectárea. No es más 3000 kilos por hectárea, sino puede entregar lo que lo que él haya cosechado, lo cual creemos que también es una ventaja.
-En definitiva, toda una serie de medidas para que el productor deje de usar bolsa blanca, acepte que es parte del problema, y acepte reconocer el laburo de ustedes semilleros.
-Exacto, y que vea que realmente es un beneficio estar en el sistema.
-¿Y si alguno toma esas variedades protegidas por SE y las siembra igual? ¿Van con el garrote buscando al infractor?
–Al contrario. Hoy estamos entendiendo que es un sistema nuevo para nosotros y para el productor. Es un cambio de mentalidad y por eso estamos en esta curva de aprendizaje junto con el productor. Lo que más valoramos y fomentamos es que el productor tenga una muy buena experiencia dentro del sistema, lo que va a hacer que se quede y que siga aumentando la cantidad de hectáreas que siembra bajo SE.
-¿Es esta la apuesta de casi todas las semilleras?
-Te diría que el 100% de lo que son obtentores está ya en la mesa de sSembrá Evolución. Todo nuevo desarrollo en soja que sale está dentro del sistema. Y ahora están entrando los trigos. Este año, puntualmente Don Mario Lanza su primer trigo bajo SE. Estamos recorriendo ese camino, haciendo camino al andar, contándole a los productores de qué se trata el sistema, invitándolos a sumarse, que sepan que las variedades que están ahí son las mejores que tenemos.
Las semillas no se privatizan, fin.