La noticia no puede sorprender a ninguna persona informada: el gobierno uruguayo de Luis Lacalle Pou decidió “flexibilizar” el Mercosur por su propia cuenta ante la necesidad imperiosa de comenzar a negociar Tratados de Libre Comercio (TLC) con naciones centrales.
En abril pasado los negociadores uruguayos presentaron una propuesta formal de “flexibilización” del Mercosur a sus pares argentinos, brasileños y paraguayos, luego de que Lacalle Pou manifestara tal intención durante la última Cumbre del Mercosur.
La propuesta quedó envuelta en una serie de negociaciones burocráticas, así que hoy miércoles el gobierno oriental decidió “patear el tablero” para anunciar que comenzaría a negociar TLC por su cuenta y sin el condicionamiento del Mercosur.
Eso sucedió en la LVIII Reunión Ordinaria del CMC del Mercosur, realizada en formato virtual, en la cual los representantes uruguayos plantearon a sus pares de Brasil, Argentina y Paraguay que “entienden que la decisión 32/2000 no está en vigor, ya que nunca fue internalizada”.
La decisión 32/2000 del Mercosur establece que los cuatro países del bloque se comprometen a negociar TLC con terceros países en forma conjunta y que “no podrán firmar nuevos acuerdos preferenciales o acordar nuevas preferencias comerciales en acuerdos vigentes” que no hayan sido negociados por el Mercosur.
Por lo tanto, al desconocer esa cláusula, Uruguay se autodeclara libre para negociar TLC con otras naciones, algo que, si bien es “jugado” en términos políticos y diplomáticas, muestras que el gobierno uruguayo está cansado de no poder avanzar en el tema.
De todas maneras, el comunicado oficial del gobierno de Lacalle Pou remarca que Uruguay sigue “reivindicando su calidad de miembro pleno del Mercosur”, aunque aclara, para que no queden dudas al respecto, que “comenzará a conversar con terceros para negociar acuerdos comerciales extrazona”. Es decir: no hay marcha atrás en la decisión tomada de manera unilateral.
¿Cuál es el “lastre” del Mercosur que Uruguay se quiere sacar de encima?
Lacalle Pou –quien no está solo, pues la mayor parte del sector privado oriental respalda el deseo de una mayor integración comercial con las principales naciones del mundo– quiere seguir el ejemplo de Chile, una nación que, a pesar de un escueto territorio productivo, logró transformarse en el primer exportador mundial de cerezas, uvas, arándanos y filetes de salmón gracias a los Tratados de Libre Comercio que comenzó a instrumentar desde fines de los años `90.