Los cultivos denominados Bt, aquellos que han sido modificados genéticamente para incluir uno o más genes provenientes de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt), se han vuelto una gran alternativa para mitigar el daño causado por insectos, principalmente en aquellas zonas con alta presencia. Sin embargo, desde Aapresid indicaron que su siembra no es suficiente para controlar el problema y que no se puede “hacer la plancha”.
“Los cultivos Bt son clave para asegurar una mejor producción por varios motivos: permiten la inclusión de gramíneas en las rotaciones en regiones donde la presión de insectos es muy elevada, como es el norte argentino, así como ayudan a reducir el impacto ambiental gracias a que se evitan muchos controles con insecticidas”, advirtió Rocío Belda, coordinadora del Programa Aapresid Certificaciones
“En esa línea, es fundamental impulsar a los productores a que lleven adelante prácticas – y mejor aún si estas se ordenan en procesos o protocolos específicos que ayuden a cuidar esta valiosa tecnología”, agregó a continuación.
Así, desde la Asociación arrojaron algunas recomendaciones a tener en cuenta a la hora de sembrar.
Una de ellas tiene que ver con el uso del refugio, aquella porción del lote que no es sembrada con un cultivo Bt sino por otro de similar ciclo de madurez, que funciona como reserva de insectos susceptibles. ¿Para qué sirve esto? Para evitar la reproducción y predominio de individuos con genes de resistencia a la tecnología, dentro de las poblaciones de insectos plaga.
Según indicaron, la superficie del refugio depende del cultivo y su distribución del tamaño del lote. Puede hacerse en una o todas las cabeceras, en una esquina del lote, o en un lote aledaño dentro del mismo campo.
En el caso del maíz, se recomienda sembrar un refugio del 10% del total. En el caso de la soja y el girasol, ese porcentaje debe subir al 20%.
De encontrarse una plaga dentro del refugio, Belda aseguró que el curso de acción dependerá del tipo de plaga y del cultivo.
“En el caso por ejemplo de presencia de barrenador del tallo (D. saccharalis) en maíz, el programa de Manejo de Resistencia de Insectos desarrollado por ASA, Argenbio y Casafe, recomienda no realizar aplicaciones de insecticidas para su control. En el caso de gusano cogollero (S. frugiperda) pueden hacerse aplicaciones de insecticidas si luego del monitoreo se observa un 20% de plantas con daño en nivel 2-3 de la escala de Davis, nunca sobrepasando las dos aplicaciones y realizándolas preferentemente antes de V6”, detallaron desde Aapresid.
“El mismo programa advierte que no deberán utilizarse insecticidas a base de Bacillus thuringiensis (Bt) en el área de refugio. Esta última recomendación vale también para refugios de soja, donde pueden aplicarse insecticidas cuando se alcancen los niveles de daño económico recomendados según el grupo de madurez”, indicaron luego.
Señales de alerta con la tecnología Bt: Lo que no se cuida se pierde (y luego a llorar al campito)
Otras recomendaciones a tener en cuenta apuntan a la preparación del lote previo a la siembra y al manejo del barbecho. En el caso de la primera, esto busca evitar que las larvas presentes en rastrojos y malezas migren al cultivo Bt, ya que la tecnología Bt es eficiente contra los primeros estadios larvales. En cuanto al barbecho, lo ideal es realizaron 30 días previos a la siembra.
“Asegurar una implantación uniforme, rápida y vigorosa del cultivo, tanto de la porción Bt como del refugio, es clave para lograr un cultivo fuerte y menos susceptible al ataque de insectos”, aseguraron desde la Asociación.
La ultima clave remite a la rotación de cultivos. Ella reduce la población de insectos plaga, mejora el control de insectos y malezas, y mantiene las propiedades físico-químicas del suelo, que favorecen la implantación y estado general de los cultivos. En ese sentido, es fundamental el monitoreo período para evaluar la presencia de plagas.
“Contar con protocolos que ayuden a realizar los monitoreos de forma correcta y llevar registros ordenados de cada uno, es clave para evaluar el avance de cada plaga y detectar situaciones sospechosas que permitan poner en marcha de forma temprana programas de contención de posibles focos de resistencia”, concluyó Belda.