La industria láctea argentina –seguida de lejos por la molinera– es la más perjudicada por el congelamiento de precios de alimentos básicos instrumentado por orden del gobierno nacional.
En el último año, según los últimos datos publicados por el Indec, la “canasta láctea” mostró una inflación interanual del 13,9% versus un 38,4 % el promedio de alimentos y bebidas no alcohólicas en comercios y supermercados de la ciudad de Buenos Aires (CABA-GBA).
Casi todos los productos de la “canasta láctea” están comprendidos en el congelamiento de facto dispuesto por el Estado nacional (leche fresca en sachet, leche en polvo, queso cremoso, queso pate-grass, yogur firme y manteca). La única excepción es el queso sardo, cuyo elevado valor impide realizar ajustes significativos de precios en la actual coyuntura de crisis económica.
El congelamiento oficial de precios es tan “salvaje” que incluso el paquete de 800 kilogramos de leche en polvo entera medido por el Indec registró el mes pasado un precio 3% menor que el vigente un año atrás.
En segundo orden se encuentra la “canasta farinácea” con un ajuste interanual del 23,4%, aunque con contrastes marcados entre los diferentes productos: mientras que el pan francés ajustó un 30,4%, la harina de trigo y los fideos secos guiseros apenas subieron 14,4% y 15,9% respectivamente.
El pollo entero volvió a quedar retrasado respecto al promedio inflacionario general al registrar en la ciudad de Buenos Aires un ajuste interanual del 32,0%, al tiempo que la suba de la docena de huevos fue de 43,3%.
La canasta cárnica bovina –integrada por asado, carne picada, nalga, paleta y cuadril– es la menos comprometida al experimentar en el último año un ajuste superior al promedio con una suba de 51,2%. Los consumidores argentinos, amantes incondicionales de la carne vacuna, es una de los últimos consumos que restringen en una situación de crisis económica.
Por medio de la resolución 100/20 –vigente desde marzo pasado– y sucesivas, la secretaria de Comercio Interior, Paula Irene Español, ordenó a las empresas que producen bienes de la canasta básica subsidiar con recursos propios un extenso listado de alimentos hasta el próximo 31 de enero de 2021. La medida afectó especialmente a las industrias lácteas.
El congelamiento de productos básicos recibió apenas dos ajustes de precios autorizados: uno en el mes de julio y el segundo en octubre, aunque este último, en el caso de los lácteos, quedó rezagado porque se habilitó una suba de apenas el 2,0%.
Mastellone Hnos (La Serenísima), la principal empresa láctea argentina por volumen de leche procesada, registró en los primeros nueve meses de este año una pérdida de 1784 millones de pesos. “Los resultados por el período de nueve meses cerrado el 30 de septiembre de 2020 estuvieron influidos por el incremento en los costos de la compañía, los cuales no han podido ser compensados con aumentos similares en nuestros precios de venta, dado el congelamiento de los mismos ejecutado en forma unilateral por el Estado a través del régimen de precios máximos impuesto por el gobierno nacional”, explicó la empresa argentina en una nota enviada a la Comisión Nacional de Valores.