La Secretaría de Agricultura retomó ese martes el ímpetu que había mostrado el gobierno de Milei en sus inicios (cuando en ese organismos estaba a cargo el ex decano Fernando Vilella) para la aprobación de los denominados transgénicos de segunda generación. ¿De qué se trata? Ya no se modifica el ADN de cultivos sino el de pequeñísimos organismos, como bacterias o microbios, para darle cierto rasgo de utilidad industrial o en la medicina veterinaria.
En esta ocasión, la Argentina aprobó por ejemplo una levadura para mejorar la producción de bioetanol. A principios de 2024 hubo una racha de resoluciones en el mismo sentido, aprobando dichos insumos necesarios para las industrias que hacen combustible renovable a partir de la fermentación del maíz.
Este vez se aprobó la levadura Saccharomyces cerevisiae SCY018, una cepa modificada genéticamente para mejorar la producción de bioetanol, desarrollada a partir de una levadura convencional utilizada en panificación y fermentación. Esta nueva variante optimiza la conversión de almidón en etanol, aumentando la eficiencia del proceso. La solicitud fue presentada por Novozymes BioAg SA.
Por otro lado, pero en el ámbito de la sanidad animal, el sistema regulatorio evaluó la vacuna Porcilis PCV MHyo ID, diseñada para proteger a los cerdos contra el Circovirus Porcino Tipo 2b y la Neumonía Enzoótica Porcina, dos enfermedades que afectan la producción y generan importantes pérdidas económicas. La vacuna utiliza biotecnología para inducir una respuesta inmune efectiva y mejorar la salud de los animales.
“Cabe destacar que la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología (CONABIA) realizó un riguroso análisis y concluyó que tanto la levadura SCY018 como la vacuna Porcilis PCV MHyo ID no representan un riesgo adicional para el agroecosistema”, indicó un comunicado de Agricultura.