“Querida Misiones, hermosa”, así titulaba desde su chacra en Santo Pipó el legendario Alberto Roth, las cartas que publicaba en el tradicional diario misionero El Territorio. Pionero en la defensa de la selva, oriundo de Suiza, bregaba por las buenas prácticas agrícolas como la conservación del suelo, la yerba bajo monte y el rozado sin quemar”, rememora Andrés Bosso, quien ahora está a cargo del programa NEA de Aves Argentinas.
En un informe de prensa, esa centenaria organización informó que intenta seguir las huella de Roth con acciones replicables que permitan conservar más y mejor las selvas y campos de la provincia de Misiones. Allí se inscribe su programa Yerba Caá.
¿De qué se trata? La yerba mate es uno de los cultivos más “venerados” del país, y parte del folklore nacional argentino. “A diferencia de otros, no tuvo ni tiene detractores, salvo por las condiciones en que vivían los ‘mensúes’ o mensualeros a principios del siglo XX”, comenta Bosso. “Además, tiene un altísimo impacto positivo en la economía local, con una superficie de unas 210 mil hectáreas en la zona productora (Misiones y nordeste de Corrientes), coincidente con una de las regiones de mayor biodiversidad del país”, agrega.
La yerba mate o ka’a en idioma guaraní (Ilex paraguariensis) es una especie arbórea nativa que forma parte del dosel intermedio del Bosque Atlántico en la Argentina, Paraguay y Brasil. Crece en estado silvestre, de sus manchones naturales se cosechaba originalmente. Forma parte del sotobosque o del estrato medio y puede alcanzar entre 8 y 15 metros de altura.
El titular del proyecto NEA de Aves Argentinas detalla que “sin embargo, en su cultivo industrial, igualmente debería mantener remanentes en fajas ecológicas y bosques protectores. Pero esto mayormente no ocurre y hacemos que se comporte como cualquier otro cultivo, con un poder de transformación total, aunque sea una especie nativa, lo que conlleva a la disminución de la cobertura vegetal natural. Perdemos selva, para siempre”.
La industria argentina produce algo más de 300 millones de kilogramos de yerba mate elaborada. En su cultivo convencional se plantan hileras cada 3 metros, con 2500 a 3000 plantas por hectárea sujetas a podas de cosecha para mantener el porte arbustivo sin deteriorar la sanidad y el crecimiento. Solo se produce en Paraguay (4%), sur de Brasil (34%) y la Argentina (62%).
La entidad cree que, al tratarse de una especie nativa, la yerba brinda un escenario de posibilidades reales de convivencia con el ambiente de selva. “Un aliado para la conservación a nivel predial, con potencial para incidir a escala de paisaje. Y eso es lo que estamos explorando”, indicó el ambientalista.
En esta lógica, Aves Argentinas promueve que este producto tan identitario de Misiones y Corrientes se convierta en una herramienta de cambio y sume a la protección de uno de los ambientes más amenazados del planeta: el Bosque Atlántico. Para esto desarrolló un protocolo de producción y conservación, respaldado por un Sello de Verificación, que identifica el producto comercial.
La iniciativa está dirigida a productores primarios y empresas yerbateras de la provincia que producen y comercializan yerba mate orgánica ya certificada o en proceso de serlo.
El protocolo, en la práctica, es sencillo: los productores y elaboradores que quieran contar con el Sello de Verificación CAÁ en sus paquetes, y la activa promoción asociada, deben garantizar la conservación de una superficie de selva en relación a sus hectáreas de cultivo orgánico.
Esto es en una proporción de un mínimo de 2 hectáreas de selva por cada hectárea de cultivo, en el caso de cultivos a cielo abierto, o de un mínimo de 1 hectárea de selva por 1 hectárea en cultivos de yerba bajo monte. Esas hectáreas de selva son identificadas, mapeadas, relevadas y monitoreadas. Sobre ellas, algunos productores pueden llegar a crear reservas naturales privadas.
“CAÁ es sinónimo de selva en pie. Por eso es una alternativa real para mitigar el impacto de la pérdida de hábitat por la expansión de la frontera agrícola. Nuestros objetivos son claros: incrementar la superficie de conservación y restauración de la biodiversidad del Bosque Atlántico; aplicar mejores prácticas agronómicas en la producción de yerba mate orgánica; mejorar el precio de la hoja verde de yerba mate orgánica para el productor primario; adicionar valor de conservación para la marca del producto; y promover el consumo consciente de productos más amigables con el ambiente”, enumera Bosso.
“Hace ya varios años que estamos recorriendo la provincia con esta propuesta y motivando esa imprescindible reconexión Yerba–Selva”, afirman desde Aves Argentinas.
El Ingeniero Forestal Juan Pablo Cinto, coordinador de iniciativas de Desarrollo Sostenible y Restauración de Aves Argentinas, viene generando presentaciones de promoción e intercambio. “Por el momento se organizaron 4 reuniones con 17 productores inducidos sobre el modelo y el sello CAÁ, y encuentros con autoridades de dos Cooperativas de Productores de Yerba Mate Orgánica, en el Área de Influencia de la Reserva Curindy, tremendo sitio inspirador en Puerto Rico, Misiones, donde hay un sitio piloto CAÁ”, relata el experto.
Por otra parte, Aves Argentinas cuenta con una reserva propia, El Puente Verde, cerca de Comandante Andresito, que conecta los parques nacionales Iguazú, tanto de Brasil como de la Argentina. Allí también se está montando un sitio piloto de Yerba CAÁ y se organizan jornadas de capacitación.
“En un primer encuentro, recibimos a unos 12 productores de yerba mate con quienes compartimos saberes sobre alternativas para integrar la producción y la conservación del bosque”, explica Cinto.
La organización también viene impulsando, en sus 12 hectáreas de yerba mate en proceso de certificación orgánica, la plantación de especies nativas para integrar “sombra forestal” para el cultivo. Gracias a esto, ya existen vínculos formales con 8 productores que suman unas 140 hectáreas de producción orgánica y 880 hectáreas de selva en pie.
Gustavo Barutta de la consultora BSA para Aves Argentinas comenta que la intención es apoyar a los productores, pero al mismo tiempo, contagiar a los consumidores de yerba orgánica para ir un poco más allá y apuntar a que ese producto, además de desarrollarse en un marco de buenas prácticas agrícolas, ayude a conservar la selva misionera. “Estamos convencidos de que lo apreciarán y demandarán esa diferencia”, afirma.
En este programa, Aves Argentinas se encarga de verificar y acreditar, con la entrega de documentación para el productor primario y empresas, las condiciones de incorporación del sello CAÁ en los envases de los productos.
Existe en la actualidad un mercado potencial de 37 productores orgánicos, sobre un universo de 12 mil productores de yerba mate en la región. “Nuestra intención es que se sume la mayor cantidad de productores a nuestro sistema de acreditación de servicios ambientales, porque será una forma de aumentar la cantidad de hectáreas de conservación, y que entre todos podamos escalar este modelo que, además de ofrecer una yerba más saludable, promueve de manera directa la protección de la biodiversidad. Ese es nuestro principal negocio”, afirma Bosso.