Sergio Antonio Romano (48) es un reconocido fruticultor del sudoeste tucumano, especializado en frutos tempranos de carozo y pepita, sobre todo de duraznos, ciruelas y uvas. El “campito” familiar -como lo llama Sergio- está ubicado en Campo Bello, Departamento Alberdi, al límite del Departamento Graneros. Allí nació y se crio, a la vera del río Marapa, “donde con mis hermanos pasamos nuestra infancia, bañándonos en el”.
Cuenta que su abuelo llegó de España y poco a poco fue comprando varios campos, pequeños, en la zona, que luego heredó a sus hijos y uno de ellos le tocó a Marcelo, el papá de Sergio, de 12 hectáreas, donde aún viven y trabajan sus descendientes. Éste hizo unas 8 hectáreas de caña, pero no le eran rentables y se pasó a cultivar tabaco. Por eso reconoce Sergio, que ese fue el paisaje de su crianza y comenzó sus años laborales como tabacalero. “Mi papá, además de tabaco, tuvo animales, puso un criadero de pollos, y más tarde, uno de cerdos, hacíamos verduras, zapallos, sandías. Él se las rebuscaba con todo lo que podía”, rememora.
-¿Estudiaste agronomía?– comenzamos preguntándole a Sergio.
-Mi hermano mayor no quiso estudiar y el siguiente estudió para Perito Agrónomo. A mí, a pesar de que también me gustaba el campo, mis padres me mandaron a estudiar para perito mercantil, pero toda mi vida seguí en el campo. Cuando terminé el colegio entré a una cooperativa tabacalera, como comprador de tabaco. Pero en 2006 tuve un accidente de trabajo, me cayó un portón y me fracturó la cuarta vértebra lumbar.
-¿Y eso te afectó en tu trabajo?
-Sí, me pusieron una prótesis. Y si bien, hasta hoy se me dificulta la movilidad, gracias a Dios puedo caminar y andar solo. Lo que no puedo más es hacer esfuerzo, de modo que ya no pude trabajar con el tabaco, ni con los pollos, ni cerdos. El tabaco es un cultivo que te demanda trabajar todos los días del año, muy sacrificado y yo a veces amanezco con muchos dolores y puedo llegar a pasar dos días en cama.
-¿Y cómo pudiste salir de ese “pozo”?
-Anduve muy deprimido y en 2008 mis padres me compraron plantas de duraznos para que hiciera algo más fácil de manejar. Me fui entusiasmando y empecé a investigar en frutales primicia, que se venden a mejor precio. Fui recuperando la movilidad de a poco, aunque sigo sufriendo muchos dolores. Tengo una pequeña pensión, no contributiva, y con lo que hago en mi campito, me las voy arreglando. Hoy me doy cuenta de que una hectárea de caña de azúcar no genera la ganancia que te da una hectárea de frutales.
-¿Y agregaste otras frutas?
-Sí, después pusimos algo de uvas primicia “Venus” y llegué a plantar 17 variedades. Porque empecé a viajar por Salta, Jujuy, Misiones, Catamarca, Mendoza, para capacitarme, cosa que hago hasta hoy, y de paso siempre me traigo nuevas variedades. Ahora estoy por ir a Uruguay para aprender sobre una variedad de peras. Agregué ciruelas, pelones, damascos, y siempre estoy incorporando más frutas, ensayando si se adaptan al clima, etc.
-¿Te manejás solo o tenés especialistas que te asesoran?
-He aprendido mucho y sigo aprendiendo de dos genetistas fundamentales en nuestro país, que suelen venir a asesorarme y ya son amigos. Se especializan en frutales tempranos de carozo, sobre todo en duraznos, ciruelas y paltas recuperación de variedades perdidas y cruzas. Son, la ingeniera agrónoma Viviana Curzel y el licenciado Cristian Eric Estola.
-¿Y la apuesta a las frutas se te perfiló como un buen negocio?
-Al principio vimos que si bien no era muy rentable, al menos nos servía cultivar duraznos. Pero nos dimos cuenta, a la tercera vez que compramos plantines a un vivero, de que eran malos, que nos vendían “gato por liebre”. Como yo ya venía capacitándome, empecé a hacer mis propios plantines y armé mi propio vivero. El primer año hice 300 de duraznos, pero no sabía injertar y busqué a alguien que me lo hiciera. Al año siguiente hice mil, me capacité y aprendí a injertar. Esta vez yo injerté la mitad, logré sacarlos de buena calidad, de modo que me puse a vender algunos, y al resto, lo aprovechaba para mí.
-¿Quiénes trabajan en el campo?
– Siempre hemos trabajado en familia, lo poco que hacemos, lo manejamos entre nosotros, y ahora sumamos a la novia de mi hijo Andrés, Lara Zurita, y al novio de mi hija, Matías Moreno. Mi señora, María Elena Herrera, es maestra y trabaja en jornada completa, en la escuelita Joaquín Víctor González, a 50 kilómetros de acá, en San Ignacio, cerca de La Cocha. Mi hija cocina al mediodía y mi señora, a la noche, cuando regresa de sus clases, y colabora en todo lo que puede, los fines de semana. Mi papá falleció hace dos años y mi madre tiene 80.
-Contanos qué producís en la actualidad.
– Ahora tengo en producción mil plantas de uvas primicia, de mesa, de variedad Venus, 500 plantas de duraznos y 3.000 plantines, entre uvas y duraznos, para plantar este año. Pero no todo sale siempre bien: hace un par de años se me quemaron accidentalmente 700 plantas de duraznos, ya produciendo, y por eso hoy estoy haciendo plantas nuevas para reponer. Un vecino se puso a quemar en invierno y el fuego pasó a una quintita que yo había hecho, donde tenía 2 hectáreas y media de duraznos, media de uva, un poco de zapallo, sandía y también un poco de tabaco. Se perdió todo.
-¿Siguieron haciendo tabaco?
-Sí, pero muy poco, una hectárea y media, a veces dos, que cuido yo con la ayuda del novio de mi hija, y a veces, un vecino. Tengo dos hijos, Andrés y Rocío Antonella. El varón armó una cooperativa con la que fabrica “puros” o habanos con la marca “Puro Campo”, además de elaborar para otros. Mi hija hace muy pocos puros, con un toque distinto, porque son los que hacía la abuela. Acá se hace más tabaco Burley que Virginia, que es el que abunda en Salta.
-¿Te volviste un referente en el rubro de frutas primicia?
-Sí, hace tres o cuatro años me vinieron a ver los de la organización social y productiva TUCMA, dependiente del Movimiento Nacional Campesino e Indígena, nacida en Santa Ana en 2014, y que hoy se extiende en la sección Oeste de Tucumán, con presencia en 21 localidades. Me convertí en su referente en frutales primicia y doy charlas “ad honorem”, en escuelas y a pequeños productores que se quieren iniciar en este rubro.
-¿A quién vendés tu producción?
-TUCMA arma y vende bolsones con verduras, hortalizas, a precios muy accesibles. Antes, no necesitaba salir a vender, sino que me venían a comprar los comerciantes de la zona. Pero ahora le vendo la mayoría de mi producción a TUCMA, que además le compra a casi todos los de mi zona. A uno, los zapallitos, a otros, las verduras, etc.
-¿Podés contarnos alguna práctica curiosa que has incorporado en tus cultivos?
-Una curiosidad que hago es aprovechar el durazno cuaresmillo que, si bien ha sido traído de lejos a nuestro país, aquí se volvió silvestre y se adaptó muy bien, en los cerros. Yo lo utilizo para pie, es decir, lo siembro, hago plantines y cuando tiene cierto crecimiento, le injerto una planta de ciruela, durazno, pelón, damasco y más.
-¿Por qué lo hacés?
-Lo hago porque el cuaresmillo, al haberse asilvestrado, tiene una gran resistencia al estrés hídrico, a las enfermedades de raíces, etc. De modo que una planta con pie de cuaresmillo me puede durar 30 años, contra otros pies que duran mucho menos u otros que casi nada de tiempo. Siempre voy buscando qué plantas pueden tener una buena adaptación al pie y que rinda lo más posible.
-¿Y aprovechás el cuaresmillo puro? Porque se supone que aún se come mucho el tradicional postre con quesillo.
-No aprovecho esa fruta del cuaresmillo a pesar de que sea muy sabroso, porque me dedico a producir duraznos primicia, que empiezo a cosechar el 10 de octubre, mientras que el cuaresmillo se cosecha a fines de febrero, y por eso se llama así, porque se cosecha para el tiempo de la cuaresma cristiana. Y en febrero o marzo ya no podemos competir con Mendoza o San Juan, que lanzan muchísima fruta al mercado, y tenemos que vender a más bajo precio. El primer durazno del país sale en Misiones y después, en Jujuy, que no hay mucho, y diez días después estoy cosechándolo yo. Recién cuando yo termino la cosecha, se inicia en San Pedro, provincia de Buenos Aires, que es la zona fuerte del durazno, por allí.
-¿Y qué más estás investigando?
-A su vez el desarrollo de diferentes tipos de frutales tiene mayores beneficios en pequeña escala. Hoy estoy probando variedades nuevas, viendo cómo se comportan en la zona. Ahora estoy haciendo unos 500 plantines de paltas Hass, que es la variedad que el mercado requiere, para plantarlos en septiembre.
-¿Le ves futuro a tu actividad?
-Los pueblos del interior necesitamos comenzar a desarrollar estás producciones sobre todo porque nos permite generar trabajo y a su vez que varias familias del interior no emigren en este período de verano a otras provincias, en busca del sustento diario. Haciendo bien las cosas y poniendo variedades primicias, se puede vivir. No es fácil, porque tenés que planificar mucho y el tiempo te tiene que acompañar. Es un trabajo de todos los días y en cosecha se trabaja domingos y feriados. La fruta, cuando está para cosechar, no se sabe de domingos y feriados, se cosecha cuando está.
-¿Qué diferencias notás respecto de la época de tu padre?
-En el sistema que vivimos en este mundo, siempre será más difícil y cada vez nos tendremos que preparar más. Antes con un solo cultivo vivías todo el año, por ejemplo con el tabaco. Hoy tenés que tener tres a cuatro cultivos, y aún así se vive ajustado.
-¿Cómo imaginás tu futuro?
-Me imagino en el campo, haciendo lo que me gusta y tratando de crear más posibilidades para mis hijos.
Sergio Antonio Romano se identifica con la canción “No te quedes y avanza”, del cuartetero Sebastián, sobre todo cuando dice: “Es fácil ser ganador cuando lo tienes todo”, y nos la quiso compartir.
Que gran historia!!!
Todo un ejemplo, y coincido plenamente, los municipios deben apoyar mas proyectos como este, tenemos un pais rico que necesita ser apoyado, va a haber mas trabajo y mas federalismo.
Mis felicitaciones