El cordobés Sergio Guillaumet es uno de los pioneros de la hidroponia en el país, tanto que sus pares lo reconocen y lo han ungido presidente de la Asociación Hidropónica Argentina, la entidad que agrupa a más de 150 emprendimiento de ese tipo. La mayoría comenzó no hace tanto tiempo. Guillaumet, que tiene mucho más experiencia sobre el lomo y arrancó en 2003, se muestra muy generoso con todos ellos.
La historia de Sergio es semejante a la de muchos de esos emprendedores que, sin provenir del agro ni tener un pedazo de campo, de golpe se transformaron en productores de alimentos. ¿Cómo? Pues produciendo sin tierra, nada menos.
En el segundo congreso nacional de esa actividad, realizado en el auditorio central de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Guillaumet luce radiante ante la gran convocatoria que han tenido esta año, al punto de llegar a los 600 asistentes, el doble que en la primera edición de 2024. Este congreso no tiene nada que envidiarle a los de cualquier rama agrícola tradicional: hay expositores que llegan desde el exterior, dos jornadas de charlas sobre tecnología y hasta una mini exposición de empresas que brindan servicios e insumos para quienes adopten esta manera de producir. Sobre todo hay confraternidad entre ellos.
“Por ahí debe andar el decano de Ciencias Agrarias de la UNC. Cuando yo arranqué en 2003, él me decía “el loco”. Es que entonces la soja se iba a los 600 dólares”, rememora Guillaumet en una entrevista con Bichos de Campo. Y es que entonces parecía un sinsentido económico, en el mejor momento del negocio agrícola convencional, hacer una apuesta por la producción de verduras de hoja.
-¿Y por qué te picó el bicho de la hidroponia?- le preguntamos.
-Yo siempre quise tener mi propia empresa y decía en dónde la hago. Bueno, en esa época analicé algunas opciones, como comprar alguna franquicia. Era 2003, estaba lo del lavadero (se refiere al famoso LaveRap). Y después había visto algo de esto en Buenos Aires. Entonces dije, ‘bueno, puede ser’. Agarré y llamé un comprador de de una cadena importante de supermercados y le dije ‘che, ¿qué te parece si produzco esto? ‘Yo te compro todo’, me contestó.
Ahora, a la distancia, al recordar aquella anécdota, Guillaumet se ríe de aquella promesa de su amigo supermercadista, porque crear el primer emprendimiento hidropónico de Córdoba le costó finalmente mucho más esfuerzo del que parecía en aquella charla.
Como sea, comenzó a investigar sobre la producción de lechugas directamente en conductos de agua enriquecida con nutrientes en el patio de la casa de su madre, en una instalación de 1 metro por 1 metro.
“Me la rebusqué y empecé con mis primeras plantitas, hermosas. Pero yo no entendía nada. O sea, soy licenciado en Administración de empresas y me dedicaba al tema de microfinanzas. Nada que ver. Siempre digo que lo más cerca que estuve de la agricultura era cuando terminábamos las clases y salíamos con la máquina de cortar pasto”, para ganar unos mangos como estudiantes, rememora.
Hoy, más de 20 años después, Guillaumet es el fundador y dueño de Midory, un gran establecimiento ubicado en las afueras de Córdoba Capital que produce y distribuye gran cantidad de verduras mediante sistemas hidropónicos en toda esa ciudad, tanto a domicilio como en supermercados, restaurantes y otros circuitos gastronómicos.
Mirá la entrevista completa:
Sergio recuerda que sus primeras lechugas sobre agua salían hermosas, pero llenas de trips. Pero remarca que no se desilusionó y a los seis meses estaba armando su primer invernadero. Su primer sistema hidropónico lo trajo desde Uruguay, donde estaban algo más avanzados. Y de golpe, de producir en un metro cuadrado comenzó a hacerlo sobre 500 metros.
“Estaba lleno de preguntas. Imagínate que en ese en ese tiempo la internet era con Dial Up, un 0-600. No había YouTube. No había información a la vista. Si había alguien que había escrito un libro que era un argentino, Carlos Arano, hace poco fallecido. A él le compré el libro como para empezar a tener algo de información, porque no era fácil de obtener. La única forma de posibilidad de acceso a la información fue hacer algún curso con Perú, que eran los únicos que me respondían”, reconstruye Guillaumet sobre aquellos primeros pasos. Obviamente este emprendedor también buscó asesoramiento en el territorio de la producción hortícola tradicional, para adaptar las fórmulas al nuevo sistema de producción sin tierra.
Ahora, cuando el Congreso de Hidroponia en Córdoba se ha transformado en una cita obligada para quienes buscan este tipo de conocimiento, Guillaumet recuerda aquellos días con altas dosis de humor, como para no agarrarse la cabeza. De hecho, la asociación argentina que él preside nació un poco para llenar ese vacíos. Resume: “Dijimos, che, por qué no hacemos la asociación y empezamos a trabajar para evangelizar a los consumidores. Es decir, por qué no empezamos a mostrarle a los consumidores que la hidroponía es una opción de un cultivo mucho más saludable, también muy sustentable y que puede estar muy cerca de tu casa, que lo puedes hacer dentro de la ciudad, que lo puedes hacer con muy pocos kilómetros de recorrido”.
La cita de Córdoba, según cálculos de los propios organizadores, convocó a 600 personas de las cuales la mitad ya tienen emprendimientos de todo tipo y tamaño desplegados por todo el país, en las zonas más insólitas. “Hay 300 que son productores y hay como 180 que son entusiastas que quieren largarse y quieren empezar”, celebró Guillaumet, el pionero.
“Ahora hay muchos técnicos. Ahora hay mucha gente que se ha tratado de formar y y está ayudando mucho a empezar a producir. Entonces cambió mucho la situación y empieza a verse distinto el productor de hidroponia. También empieza a reconocerse que la urbanización corrió los cinturones verde de las grandes ciudades y empezás a necesitar tener verdura fresca que venga de muy pocos kilómetros”, reflexiona.
-Como presidente de la asociación, ¿qué te parece que hace falta para que se consolide este proceso?
-Realmente la horticultura no tiene un rol preponderante dentro de un Ministerio. Por ahí a lo mejor en las provincias un poco más hortícolas puede ser, pero en general nos preocupamos más por la alimentación de los chanchos, del de las vacas y de los pollos. Y no nos preocupamos tanto por la alimentación real de los de las personas. Con la horticultura solo hay dos preocupaciones: cuando sube el precio del tomate o del limón o de la lechuga. Después no existimos. Y la realidad es que le damos trabajo a muchísima gente.
Es allí donde Guillaumet reivindica el rol de la hidroponia y de la asociación que dirige. “Nosotros empezamos a ocuparnos porque los alimentos para las personas tienen que tener un espacio dentro de esta economía. Es decir, somos tantos, estamos produciendo en tales lugares, podemos hacer un montón de cosas nuevas y diferentes, pero necesitamos que también (los funcionarios) vengan y trabajen en forma conjunta. Y ahí creo que vamos a poder lograr muchísimas cosas.
En la década del 50 en la ciudad de Esquel el Ing.Civil Ernesto Zabaleta practicaba la hidroponía en un invernaculo que tenía ubicado en calle Rivadavia al 1300.
A principio de la siguiente década hubo un terremoto muy importante en Chile que repercutió muy fuerte en Esquel y se lo destruyó ya que estaba construido en múltiples pequeños vidrios.
Los estudios este venerable ingeniero que vivió en Esquel los vendió a EEUU.
Tengo más detalles sobre algún producto en esa instalacion,
Pásalo x correo a [email protected] gracias