Ezequiel de Freijo es economista y forma parte del cuerpo de asesores de la Sociedad Rural Argentina (SRA). Pero además es un apasionado de la historia, y como tal se puso a bucear en la estadística existente sobre el consumo de carnes en la Argentina. Hay números desde 1914, cuando comenzaba la primera guerra mundial. “Hace tiempo que venimos mirando las cosas desde esta perspectiva histórica, tratando de poder analizar los procesos en el largo plazo”, explica.
Los resultado de este estudio muestran que lejos de la creencia popular de que ha descendido los niveles de consumo de carne en el país, cada argentino come ahora un 12% más de proteínas animales que en el promedio de más de un siglo de historia.
-¿De dónde sacás los datos? Algunos tienen más de un siglo de historia…
-Hay un trabajo que hizo la Fundación Norte y Sur hace mucho tiempo. Hace unos seis o siete años se publicó por primera vez, pero venían trabajando en la recolección de los datos por más de diez años, buscando estadísticas viejas. Se trata de ir sacando la información de libros o de otras fuentes, donde habían quedado esos rastros escritos, y pudieron ir armando esta serie, que es una serie que nos dice muchas cosas.
Mirá la entrevista con Ezequiel de Freijo.
-¿Y qué pasaba en en la Argentina con el consumo de carne cuando empezaba la Primera Guerra Mundial?
-Ahí estábamos en un nivel donde el consumo per cápita estaba en unos 80 kilos.
-¿Era todo carne vacuna o todas las carnes?
-Tomando todas las carnes. La particularidad de esto es que la carne bovina ya tenía su preeminencia en el consumo, pero en aquel momento la carne ovina era la segunda fuente de proteínas animales.
-En la provincia de Buenos Aires, a principios de siglo XX, todavía había un formidable stock de ovejas….
-Exactamente. Justamente la producción ovina fue la primera producción ganadera que se desarrolló en esta área. Después eso se fue desplazando hacia otras regiones en la medida que la producción ganadera bovina se pudo ir desarrollando en estos lugares.
-Pero ya en 1914 dominaba la carne vacuna. ¿Y las otras carnes?
-La otra cosa que se ve en estas estadísticas es que la producción y consumo de porcino también tiene sus idas y venidas a lo largo del tiempo. Siempre es como una tercera fuente de proteínas. Hubo momentos en la historia en donde se consume más y vemos como se fue perdiendo después.
-¿Con qué tendrá que ver? ¿Con la llegada de los inmigrantes crece el consumo de carne porcina?
-Para mí tiene que ver más con costumbres, cuestiones sanitarias, cuestiones de producción, más que de demanda en esos períodos. Ahora, por ejemplo, tenemos un gran trabajo en todo lo que es sanidad de los animales (por los cerdos), y eso ha permitido el desarrollo y la permanencia constante de los porcinos en el mercado.
-¿Y qué otro dato relevante surge de esta estadística?
-Lo que vimos es que el nivel promedio de consumo de los argentinos (de todas las carnes) en estos más de cien años, desde 1914 hasta ahora, ha sido de 99 kilos per cápita.
-¿Es decir que a lo largo de la historia los argentinos comimos menos carne de la que comemos ahora?
-Actualmente estamos en 111 kilos (anuales por habitante), o sea que estamos un 12% por encima de lo que es el promedio histórico de larguísimo plazo.
-Es medio loco, porque la sensación popular es que comemos mucha menos carne que antes…
–Sí, efectivamente, esa es la sensación. Lo que habría que ver acá es como juega el rol del poder adquisitivo de la gente. En la cuestión del consumo lo que está ocurriendo hoy es que estamos en un piso de carne vacuna, y que nos cuesta mucho perforar esos 47, 48 kilos de consumo actual. A pesar del problema que hoy tenemos con el ingreso real de la gente, de que estamos en uno de los momentos de peor poder adquisitivo de la población, los argentinos están consumiendo más carne que en el promedio de la historia.
-Pero mucha menos carne vacuna. El consumo de carne bovina tiene una media histórica entre 1914 y 2021 de 73,4 kilos por habitante y año. Es evidente que en la serie que irrumpen las otras carnes, sobre todo el pollo. En los últimos tiempos, claro.
–Desde la década del 90. Ahí hay varias cuestiones que hacen que se pueda desarrollar la actividad aviar. La estabilidad macroeconómica que hubo en toda esa década permitió, digamos, el comienzo de las inversiones que se necesitaban hacer para poder desarrollar el mercado de las aves. Eso se dio en ese período y continuó después de la crisis del 2001. Y la otra cosa que vino a traernos a mediados de los 2000 es esta nueva forma de inversión en los porcinos, con sanidad, con estructuras distintas y con genética. Eso ha hecho que el cerdo entre de nuevo con una mayor importancia en las casas.
-Entonces desde 1914 hasta ahora pasamos de de 80 a 111 kilos per cápita. ¿Hubo algún momento en la historia argentina que comiéramos más carne que ahora?
-Hace pocos años estábamos en 118 kilos sin el pescado. O sea que ha bajado en esta última coyuntura de cortísimo plazo desde el 2018 a esta parte. Pero es una baja marginal. Lo que vemos es que es que al argentino le cuesta perforar ese nivel de consumo a pesar de que su salario real es menor.
-¿Y si la carne de pollo finalmente supera, que es el escenario tan temido, a la carne vacuna? ¿Tenés posición tomada sobre eso? ¿Va a suceder en algún momento?