Si bien en la campaña 2024 la producción nacional de semillas forrajeras será superior a la registrada en la campaña anterior, la oferta programada terminará siendo menor a la prevista a causa de inconvenientes climáticos. También habrás mermas en el componente externo.
“Vamos a comenzar una nueva campaña con muy bajos ó nulos remanentes. El stock total a ofrecer dependerá de la cosecha nacional, que resultó afectada por sequía en etapas iniciales y heladas y excesos hídricos al momento de cosecha, mientras que las importaciones estuvieron muy limitadas por trabas del gobierno anterior”, explica Santiago Pisonero de Bayá Casal.
“Si bien hoy las importaciones están liberadas, la oferta disponible de semillas para traer es acotada en el mercado internacional y además ahora es tarde para gestionar compras en función de los tiempos de nuestro mercado. En ese contexto, proyectamos una muy buena demanda interna con precios en alza en todas las especies”, añade.
Los costos de producción de las semillas forrajeras se han incrementado –arrendamientos agrícolas, fertilizantes, etcétera–, al tiempo que los materiales importados, además de las dificultades experimentadas en el segundo semestre de 2023, acaban de recibir un incremento impositivo con el ajuste del impuesto “PAIS”, cuya alícuota pasó del 7,5% al 175,%.
“Si bien gran parte de los costos de producción de las semillas forrajeras están dolarizados, se trata de productos que no copian de manera instantánea la devaluación –como sucede con los commodities agrícolas– porque la demanda tiene ingresos fundamentalmente pesificados”, comenta Martín Zingoni de Zinma Argentina en un artículo publicado por Contenidos CREA.
En el ciclo 2022/23 la demanda de semilla forrajera en general fue bastante menor a la esperada al inicio de la campaña en gran parte por el desastre climático ocurrido en el período, al que se sumó la ausencia de expectativas favorables sobre el negocio ganadero.
“Desde mediados de 2023 las restricciones implementadas por el gobierno anterior hicieron muy difícil la importación de semillas; algunas empresas se adelantaron a ese escenario y lograron traer algo, pero otras no pudieron cumplir con la totalidad de los planes de compras”, remarca el consultor Juan Lus.
Los registros de importación de semilla de alfalfa, en ese sentido, muestran sin matices las dificultades que experimentaron las empresas del sector para poder traer cultivares al mercado argentino. Con un stock remanente acotado, gran parte de la oferta de semillas de alfalfa dependerá del resultado de la cosecha local, la cual, por el momento, evoluciona sin mayores complicaciones.
La festuca y el agropiro presentan las situaciones más complicadas en términos de ofertas porque el remanente es nulo. En lo que respecta a festuca, la producción nacional aportará poco y nada, al tiempo que el volumen que pudo importarse –fundamentalmente de EE.UU. y Europa– es muy limitado. El eventual ingreso de semilla al país proveniente de compras realizadas con el marco establecido por el nuevo gobierno recién podría concretarse entre marzo y abril de 2024.
La otra especie que no tiene stock disponible del ciclo previo es el agropiro y la perspectiva de cosecha local –que comienza en febrero próximo– es por demás limitada. Una situación similar se plantea con el pasto ovillo, una especie con casi nulo volumen en stock que depende en gran parte de la importación, y con Lotus tenuis y corniculatus, que dependen de la aún incierta cosecha por lograr en Entre Ríos.
El raigrás anual –especie que cuenta con un escaso stock remanente de la campaña anterior– iba camino a lograr una gran cosecha nacional en 2023/24, pero temporales severos ocurridos en diferentes zonas de producción liquidaron parte de la oferta prevista.
De todas maneras, un factor que puede llegar a promover una mayor disponibilidad de semilla en el mercado interno es la aplicación –en caso de que la medida sea aprobada en el Congreso– de un derecho de exportación del 15% a las ventas externas de semillas forrajeras, dado que el raigrás argentino se exporta a países limítrofes, China y Europa. Lo mismo aplica al trébol blanco que se envía mayormente a China.
La implementación de una alícuota del 15%, sumado al progresivo aumento interno de costos, podría eventualmente tornar económicamente inviable la exportación argentina de buena parte de los cultivares de raigrás y de trébol blanco.
En lo que respecta a cebadilla se prevé que la cosecha por lograr, que se está terminando de definir, aporte un volumen acorde a la demanda proyectada de la nueva campaña.