Tal como venían anunciando hace meses todos los conocedores del mercado cárnico argentino, finalmente llegó la fase de recomposición del valor de la hacienda que, inevitablemente, empezará a trasladarse a los valores minoristas de la carne vacuna.
Si bien el gobierno nacional hizo este año grandes esfuerzos intervencionistas orientados a planchar los precios de la hacienda y concentrar la demanda, al final del día una situación de faltante de oferta con demanda constante termina sí o sí con una actualización de precios.
Ante tal situación, anoche se reunieron en el Palacio de Hacienda los ministros Martín Guzmán (Economía), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Julián Domínguez (Agricultura), junto a Roberto Feletti (secretario de Comercio Interior), para –según se indicó en un escueto comunicado oficial– “trabajar en asegurar la estabilidad de los precios de las carnes”.
“La reunión tuvo por objetivo reforzar el trabajo de gestión conjunta de las distintas áreas de gobierno para garantizar la estabilidad del precio de las carnes y evitar sobresaltos que afecten a los consumidores en el último tramo del año”, afirmó.
Las diferentes capas de “cepos exportadores” junto con los controles de precios instrumentados por el gobierno nacional ya no perdieron fuerza para morigerar los precios internos de la carne vacuna. Eso sucede por una sencilla razón: los argentinos, a pesar de la crisis económica, quieren seguir consumiendo carne vacuna porque es parte de ADN cultural. Y una oferta escasa con una demanda firme solamente puede tener un resultado en una economía de mercado.
A nivel nacional el último informe de Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec muestra que a nivel nacional la inflación en alimentos fue del 51,4%, en transporte del 59,8%, en salud del 60,9% y en prendas de vestir del 62,2%.
Pero, si bien está más que claro que el proceso inflacionario generalizado es producto de una política monetaria y económica inadecuada, el gobierno de Alberto Fernández está obsesionado con “congelar” los precios de la carne vacuna, algo que, en términos reales, implica reducir tales precios.
Lo insólito es que uno de los integrantes de la reunión, Kulfas, es el artículo de un “plan ganadero” (¿alguien se acuerda?) diseñado para promover un crecimiento de la oferta de carne.
Si bien la Argentina tiene, afortunadamente, una diversidad enorme de fuentes proteicas –carne aviar, porcina, ovina, pescados, mariscos, lácteos y huevos–, la actual administración nacional parece empecinada en buscar “recetas” que contribuyan a distorsionar el mercado de hacienda bovina, algo que en la década pasada generó una pérdida de unas diez millones de cabezas bovinas que aún no logró recuperarse.