El Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) informó sobre un proyecto en el que investigadores y becarios de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) trabajan para determinar cuál es el momento indicado para la cosecha de los frutos de yerba mate, y cómo conservar el poder y la homogeneidad para la germinación de sus semillas. La idea final es ver si es posible guardarlas para una próxima siembra.
La iniciativa se enmarca en el Plan Estratégico de la Yerba Mate y tiene como meta redactar un protocolo para el tratamiento pregerminativo y germinación de semillas de esa planta tan tradicional de la región guaraní, que en el caso de la Argentina se extiende por Misiones y el norte de Corrientes.
¿De qué serviría tener una mayor disponibilidad de semillas de Ilex paraguaniensis? Porque a partir de contar con ellas se podría lograr la homogeneidad en la obtención de plantulas, para luego repicarlas a contenedores en vivero y evaluar los indicadores de calidad de plantas.
El estudio permitirá pasar del conocimiento empírico al conocimiento científico. Se denomina “Germinación de semillas de Ilex paraguariensis A. St.-Hil” y cuenta con el trabajo de avrios profesionales de la UNAM (Universidad Nacional de Misiones). La experiencia fue comentada en la primer Jornada de Divulgación Científica “Producción de Yerba Mate”, realizada en septiembre en Eldorado.
“Parte de nuestro trabajo está volcado a identificar, a hacer un monitoreo de viabilidad de semillas y ver si la podemos guardar, almacenar, y cómo hacer para lograr germinaciones más homogéneas y más rápidas”, contó la investigadora Beatriz Eibl.
Es que, continuó, “las semillas de la yerba tiene un embrión rudimentario y dormido. Y entonces se estudia cómo acelerar la germinación. Sobre todo nos interesa tener una herramienta para decir si las semillas que tenemos guardadas del año anterior todavía se mantienen vivan y si son potenciales para una próxima siembra“.
La investigación y conservación de las plantas nativas semilleras es central para el desarrollo social y económico de la región, ponderó Eibl. “Hoy estamos todos interesados en la yerba, la estamos poniendo en el plano de valor alimenticio y es nuestra identidad; nos toca cuidar y sacar lo mejor de esa planta”, reflexionó.
Consideró que la forma de cuidar el recurso es crear un registro de las áreas semilleras de plantas nativas de yerba mate. “En este registro de área no entra solo la yerba, está todo lo que la acompaña, o sea la biodiversidad de nuestra Selva Misionera. Eso nos permite agregar a nuestros yerbales plantas nativas que la vuelven a su sistema de crecimiento original que es a la sombra o a la semi sombra, y cuando ponemos la yerba bajo la sombra de los árboles vemos que la calidad de las hojas, su color, es muy diferente y los problemas de ataque de plagas e insectos aparecen minimizados “, manifestó.
Sobre cuáles son los lugares con yerba mate silvestre que actúan como semilleros, la profesional indicó que tienen identificados dos en Misiones.
“Hemos hecho monitoreo de diversidad en chacra de productores, particularmente en la zona de Oberá, donde hemos encontrado plantas nativas y las hemos rescatado como árboles semilleros, que vendría a ser un banco genético para el mejoramiento o para mantener la especie in situ. También en la Reserva Guaraní tenemos árboles de yerba registrados como semilleros”, comentó la investigadora.
Se le preguntó ¿en qué radica la importancia de conservar esas semillas nativas? Como respuesta, Eibl señaló que “con semillas de plantas in situ estamos certificando el origen de nuestra yerba y esta certificación nos permite la trazabilidad”.
Pero además, agregó que “los árboles en su lugar de origen van cambiando según las condiciones del ambiente; si hay un cambio meteorológico se van adaptando a las nuevas situaciones y tienen mayor resistencia a la adversidad. Podemos contar con un banco de germoplasma o guardar semillas en un freezer, y si las sacamos dentro de 20 años, por ejemplo, se van a encontrar con un clima diferente. En cambio, lo que tenemos creciendo en la naturaleza se está adaptando permanentemente, acompañando los cambios del clima, y vamos a tener siempre material genético a disposición”.
Otro aspecto a considerar es la variabilidad. “Cuando entramos en un sistema productivo estamos generalmente multiplicando aquello que produce más hoja de yerba o que sea más rústico para situaciones meteorológicas adversas, ahora cuando estamos en conservación estamos tratando de resguardar la variabilidad genética de la especie. Entonces ahí siempre va a estar el material adaptándose a los cambios y podremos usar para el mejoramiento aquel material que necesitamos para la producción”, añadió.
Eibl destacó la vigencia de la Resolución 318/18 del INASE que “permite registrar un área semillera y generar todo un circuito de riqueza a partir de conservar el área con las especies que contiene y utilizar el material de propagación para multiplicar plantas, para restaurar o enriquecer el ambiente o para sistemas productivos”. En estas áreas también se encuentran las plantas nativas de yerba mate.