El ingeniero Enrique M. Martínez, ex titular del INTI, actualmente se desempeña como coordinador de una iniciativa llamada Consumo Popular Organizado, que es una plataforma que se encarga de comercializar artículos y alimentos producidos por la llamada economía social o popular.
Desde esa posición envió este artículo a Bichos de Campo, en el que propone meditar sobre los modos de consumo de una minoría silenciosa e ignorada muchas veces, como son los habitantes de pequeños pueblos y ciudades que existen en el país.
Este es el texto. El correo de Enrique Martínez es ippenrique@gmail.com
La gran mayoría de la población argentina tiene un vínculo lejano y sesgado con quienes viven en las localidades pequeñas o directamente en el campo.
Un habitante de CABA o de Rosario o de Córdoba, es poco probable que conozca cómo es la vida cotidiana de esos millones de compatriotas, a los que las estadísticas de este tiempo de vértigo informativo condenan a la condición de “minoría”, pero que en conjunto se equiparan a la población de Dinamarca o de Noruega, por ejemplo. Para tomar solo un puñado de preguntas:
¿Tienen producción alimenticia o de vestimenta, doméstica o de cercanía? Lo que llega a su mesa, ¿recorrió una cadena razonable desde la tierra o la fábrica, como para asegurar la calidad de lo que consume? ¿O al revés, pasó por tantos eslabones, que el deterioro acumulado es inevitable?
¿Están contentas esas familias con el actual estado de cosas o quisieran tener opciones para mejorar? ¿Pueden estudiarlo y resolverlo aisladamente, pueblo por pueblo?
En nuestra organización social Consumo Popular Organizado hemos llegado a conclusiones muy críticas sobre esto. Nuestras respuestas a las preguntas anteriores señalan un presente de relativo desamparo y una necesidad de pensar y hacer muchas cosas nuevas, todo lo replicables pueblo a pueblo que se pueda.
Uno diría que lo primero a estimular es la producción de alimentos de cercanía. He conocido un pueblo tucumano dejado de la mano de Dios cuando se cerró el ingenio azucarero local hace 50 años, que 30 años después se abastecía de verdura en dos huertas comunitarias que se mantenían por el entusiasmo de un pequeño grupo.
Pero esa fue una completa excepción. Aparte de los huevos de campo y en ocasiones la leche cruda, la oferta local ha retrocedido, creciendo la presencia del almacenero/ verdulero/ carnicero como entidad comercial unitaria y excluyente, complementada por el periódico viaje a la ciudad cabecera del Partido o a la más cercana.
La producción de cercanía surge de una toma de conciencia de algún grupo o de la comunidad toda no solo acerca de la posibilidad de producir para el propio consumo sino del valor social que eso representa.
Esa conciencia no aparece espontáneamente (no sale de un repollo). Creo que necesita etapas previas, que animen a una localidad a alejarse del papel de consumidor pasivo que solo toma lo que el bolichero ofrece, como solución resignada.
En CPO estamos probando un camino. Estamos construyendo alianzas en la Provincia de Buenos Aires -que se pueden replicar fácilmente en cualquier lugar del país-, eligiendo como interlocutoras a las escuelas agrarias, que desde hace muchas décadas forman miles de jóvenes con vocación de integrarse de manera virtuosa a la producción, sin haber podido hasta el momento sostener que eso sucede de la manera deseada.
Ya estamos avanzando en Magdalena. Esperamos hacerlo en forma inmediata en Lobos y Cañuelas. Podemos seguir y seguir.
Los pasos son:
- Sumar los productos de la comunidad escolar al portal CPO, que llega a la casa de todo habitante del país, salvo Tierra del Fuego.
- Acordar que la comunidad escolar difunde y distribuye los productos del portal CPO, que hoy son más de 500 alimentos de almacén, más juguetes, vestimenta y otros bienes básicos, invitando a que se sumen productos de la región al portal. Todo eso, obviamente, con una retribución que fortalece la escuela.
- Poner sin cargo a disposición de la escuela un paquete de tecnologías para diseñar e implementar emprendimientos pequeños que agreguen valor a materias primas naturales que hoy son desaprovechadas o ignoradas, como lana, aromáticas, carnes elaboradas y las que se vayan proponiendo desde el lugar.
En otros lugares el pilar de apoyo y vinculación pueden ser otras organizaciones de la comunidad que tomen la posta. Lo concreto es que creemos quienes transiten las tres etapas anotadas más arriba, luego pueden perfectamente asumirse como líderes que promuevan la producción de cercanía.
Se habrá logrado conciencia de la manera más adecuada: Haciendo. Aquí estamos, para quien quiera ampliar este tema apasionante.