En el paraje Las Toscas, sobre la Ruta Provincial 1, entre La Paz y San José de Feliciano, está la estancia La Domi. Allí, a escasos kilómetros de la línea que divide Entre Ríos de Corrientes, Santiago Kenny lleva adelante un planteo productivo agrícola de gran magnitud donde siembra más de 4 mil hectáreas de los cultivos tradicionales: Soja, trigo, maíz.
Sin embargo, por razones de sustentabilidad, diversidad y ubicación geográfica, Santiago decidió incorporar el arroz al planteo, y hoy está produciendo en más de 200 hectáreas, con todos los cañones apuntados a duplicar ese número.
La particularidad del planteo de La Domi, es que al arroz que siembran, no lo riegan con agua de un curso natural como puede ser un río, sino que deben inexorablemente acumular agua de lluvias en represas artificiales construidas, y luego administrar ese caudal de agua para inundar el cultivo cuando lo requiere. Actualmente tienen un embalse para abastecer a las 230 hectáreas actualmente destinadas al arroz, pero están terminando de construir la segunda represa, para llegar a las 400 hectáreas, y redondear una rotación de más de 600.
Para explicar este panorama Santiago comienza hablando de la zona y las particularidades productivas. De acuerdo al agrónomo –que también forma parte del grupo CREA Litoral Sur-, esa zona es tradicionalmente mixta, de conviven la agricultura con la ganadería, y que no es habitual encontrar un planteo 100% agrícola.
“Somos agrícolas en esta zona. Es una novedad porque los campos acá suelen ser mixtos. Nosotros nos volcamos por vocación a la agricultura, y dentro de eso hacemos los cultivos tradicionales que uno conoce, maíz, trigo, soja, y tenemos la particularidad de agregar arroz”, explica el experto.
La razón detrás de la incorporación del arroz al dibujo productivo está en la diversificación: “Nosotros agregamos el arroz para diversificar. Cuanta más cantidad de productos tengamos, nos hace un poquito más sustentables en términos de negocio. El arroz está porque es el cultivo que más natural se encuentra, que está más cómodo en esta latitud. Estamos muy cerquita del límite con Corrientes, que a nivel país, es una zona muy productiva de arroz”.

Para entender este proceso, hay que remontarse a los tiempos en que Kenny aun no formaba parte de la empresa familiar: “Cuando se empezó en el campo, yo no estaba. Empezó mi suegro hace alrededor de 30 años. Al principio se hizo la represa y el arroz no se hacía por administración. No lo hacía la empresa productora, sino que se lo alquilaba a arroceros, que eran los que lo hacían. El cultivo del arroz es muy cultural. Ser arrocero es algo bastante particular. Me incorporé yo hace más de 20 años y y ahí decidimos tomar las riendas del arroz e incorporarlo dentro de los negocios de la empresa como producción propia”.
Para Kenny, el arroz no es un cultivo aislado. Forma parte de un sistema productivo donde hay una rotación que soporta al arroz y a los demás cultivos.
El productor hace hincapié en que la eficiencia del sistema depende, antes que nada, del diseño previo, y obviamente del agua. Al arroz es necesario mantenerlo inundado desde el período de macollaje hasta los momentos previos a la cosecha. “Es clave el sistema que uno usa de arroz, de riego, la parte de diseño de la chacra. La preparación previa del cultivo es lo más importante. ¿Cómo van a ir las taipas? ¿Cuál es la técnica donde uno decide dónde va la disposición de las taipas? Eso es clave”, subraya.
“Nuestra fuente de agua es, a diferencia de otros cursos de agua permanente, como puede ser un arroyo o un río donde fluye agua de forma permanente, el embalse. Tuvimos la particularidad de aprovechar la topografía del campo para en algún lugar determinado almacenar agua”, explica.
Mirá la entrevista completa con Santiago Kenny:
Para regar e inundar el arroz, es imperativo el almacenaje de agua. La planificación, según cuenta Santiago, no es simple: “El agua es superficial, es una captación superficial que es de la lluvia. Se escurre por una cañada natural que tiene el establecimiento y antes de que salga del establecimiento, en un terraplén de tierra, se presa el agua, aguas arriba. Y el agua, por las características del suelo, no se escurre, no se va, queda acá almacenada y guardada”.
Para lograr la eficiencia, en las 4.100 hectáreas arables de La Domi comenzaron a usar mangas en lugar de canales, un salto tecnológico que cambió los resultados. “Eso evita malezas en la chacra y eficiencia en el uso. Y, además, llevarla en el momento donde uno más la necesita con potencia de riego. Eso fue un salto tecnológico que nos permitió saltar, escalar a otros niveles de rendimiento”.
El diseño del campo tampoco resulta tarea sencilla. El mapa sembrable contempla la creación de taipas, unos terraplenes internos del lote que sirven de contención del agua, y de esta forma ir regando o inundando por paños, y llegar así a la totalidad de las hectáreas.
Según explica Kenny, para hacer esto primero se toma la topografía con un equipo satelital de alta precisión, y luego la computadora define la disposición de las taipas. “Esos datos se introducen en un sistema, y nos dan un diseño de chacra según los parámetros que queremos contemplar. Después la computadora del tractor va marcando la chacra donde va a ir la futura taipa, y nosotros la vamos construyendo después de donde quedó marcada”.
La rotación es otra pieza central del esquema. El arroz no puede repetirse año tras año en el mismo lote, y esa limitante se transforma en una ventaja. “Bueno, esa rotación a nosotros nos hace que tienen que dar vuelta, y en tres años vuelve a hacer arroz. No se hace arroz sobre arroz sobre arroz, sino que lo rotamos y al cabo de tres años, a veces más, porque a veces la represa no se llena y nos obliga a estirar ese periodo y eso participa en una rotación que triplica su superficie”.

La combinación de cultivos también ayuda a manejar las malezas y a sostener la sustentabilidad del sistema. “Al hacer una rotación con distintos cultivos, estamos rotando también principios activos de herbicidas para poder controlar la maleza y eso hace que usemos cada vez menos presión de herbicidas, porque se ocupa mismo la rotación de ocuparse en ese sentido”, detalla.
En ese esquema, Kenny encontró una fórmula que le funciona: “A nosotros nos gusta el soja, soja y arroz. Con ese sistema estamos bastante cómodos, vemos buenos resultados de sostenibilidad y con la posibilidad de extenderlo. Como nuestra limitante no es el campo, sino que es el agua, si tenemos que extenderlo y hacer un trigo soja en medio o incluso un maíz, lo podríamos hacer”.

El agua vuelve a aparecer como el factor determinante. La represa actual alcanza para 230 hectáreas, pero el objetivo de ampliar a 400 obligó a iniciar una segunda obra. “Lo que hicimos fue aprovechar la topografía del campo, que hay aguas abajo de esta represa que se ve ahora, y lo que estamos haciendo es que construimos una represa aguas abajo. Va a compartir parte de la cuenca pero estamos incorporando otra parte de la cuenca, o sea, vamos a tener casi el doble de agua”.
Sobre esta segunda represa, que está lista y empezando a juntar agua, quien la explica es Cristian Faust, encargado de la estancia La Domi: “Estamos viendo la nueva represa que tenemos acá en el campo, que está recién terminada la construcción y está empezando a juntar agua, ya tiene algo”.

Sobre el uso, Faust explica: “Estamos queriendo ampliar la superficie de arroz y entonces nosotros para hacer arroz necesitamos juntar el agua y lo hacemos a través de represa. Entonces, una opción era para ampliar eso, armamos otra represa bajo la otra. O sea, tenemos una arriba y ahora vamos a tener otra abajo”.
Mirá la entrevista completa con Cristian Faust:
El planteo agrícola de Santiago tiene otra particularidad. Además de incorporar el arroz, el agrónomo muestra orgulloso las terrazas que construyó en esas 4.100 hectáreas para administrar los recursos como agua y suelo eficientemente.
En esta nota, Santiago Kenny grafica las terrazas productivas y su importancia: