San Miguel, una de las empresas citrícolas que nació en la década de 1950 en Tucumán, acompañando el boom de aquella actividad, se ha convertido 70 años después en un referente no solo del negocio a nivel global, sino también en la búsqueda por resolver la dicotomía entre producción y sustentabilidad.
Prueba de ello es el trabajo que realiza a nivel interno su departamento de seguridad y medio ambiente, que nuclea a agrónomos, ingenieros ambientales y asesores, quienes se encargan de llevar adelante distintas iniciativas de preservación. Todas estas se entrelazan y conviven de forma armoniosa con el esquema productivo de la firma.
“Sabemos que por naturaleza no podemos desmontar ciertas zonas para que la producción avance. Tiene que haber un equilibrio entre las dos. En San Miguel, que es una empresa agroexportadora, tenemos muy en claro que no solo trabajamos para nosotros sino también para las generaciones futuras. Por eso es muy importante cuidar este paisaje”, dijo a Bichos de Campo Valeria Mattiacci, jefa de aquel departamento.
Mirá la nota completa acá:
La agrónoma e ingeniera ambiental reconoció que el mito que enfrenta a la agricultura con el cuidado del ambiente es algo que viene planteado incluso desde las propias instituciones académicas. Pero con evidencia de que ambas puntas pueden coexistir, se dispuso a demostrarlo desde lo laboral.
“En 2014 empezamos a trabajar con la Fundación ProYungas, creyendo que era nuestro socio estratégico para desarrollar muchos planes como el de la reserva natural de Caspichango. Ella es privada y abarca unas 6.000 hectáreas que San Miguel cuida y protege. Para dar una idea del trabajo, de todos los establecimientos productivos que tiene la empresa en Argentina, el 61% pertenece a bosque nativo. Esto implica que el medio ambiente tiene más territorio que el área productiva”, señaló Mattiacci.
En efecto, junto a las 6.000 hectáreas de reserva, a las que han catalogado como el pulmón verde de la firma, hay apenas 600 destinadas a la producción de limón en la finca Caspichanco.
Eso les ha permitido, además, realizar distintos estudios para monitorear aves, mamíferos y polinizadores, muchos de los cuales se encuentran en extinción como el llamado lobito del río.
“A veces se piensa que la naturaleza no deja que la producción avance y nada que ver. Nosotros estudiando estos polinizadores y cuidándolos vemos un impacto positivo en la floración, la fructificación, etcétera. También recibimos panales de abejas ya que hemos estudiado que los polinizadores naturales trabajan en diferente época. De esta forma aseguramos mejor floración”, explicó la agrónoma.
En esta línea, la empresa también trabaja en un proyecto para reintroducir especies como el tapir. Sobre eso enfatiza Erika Nieva, analista de aquel departamento.
“La idea es reintroducirlo en 2025. Se está haciendo toda una evaluación para que no se vea afectada la biodiversidad. La idea también es poder adaptar esa especie antes de reinsertarlos. Es un trabajo muy planificado. Por eso se está trabajando mucho con las capacitaciones de caza furtiva, para que toda la comunidad entienda y conozca que el tapir no debe ser cazado”, indicó a Bichos de Campo Nieva.
Mirá la nota completa acá:
“Creemos que este proyecto nos ayuda no solo en lo medioambiental sino que trae muchos beneficios sociales y económicos para la comunidad”, añadió a continuación.
Cabe destacar aquí que si bien la firma es beneficiaria de fondos otorgados conforme lo establecido por la Ley de Bosques, la reserva se mantiene en un 98% con esfuerzos privados.
-¿Este trabajo tiene que ver con una impostura, una exigencia del mercado o ustedes creen en esto en serio?- le preguntamos a Mattiacci.
-No, nosotros nos lo creemos en serio. Para nosotros esto es un punto importante, sino no lo llevaríamos adelante. San Miguel tiene otras sedes en otros países como Uruguay y Sudáfrica, y la gestión es la misma. Si no nos lo creemos nosotros, no lo desarrollaríamos en los otros países. Esto es una visión y una misión que tiene San Miguel. Saber que habitan acá especies en peligro de extinción es todavía un plus más. Sabemos que lo que estamos haciendo lo correcto y debemos cuidar a toda la biodiversidad.
-Siempre hay épocas buenas y épocas malas en el negocio limonero, donde a veces hay que producir más. ¿En tu corazón quién gana? ¿La agrónoma o la ambientalista?
-La ambientalista. Creo que el futuro es cuidar a nuestro medio ambiente y ser sustentables. Creo que no hay expansión sin sustentabilidad. Esa es la base de todo.
-Sin embargo muchos creen que hay que producir ahora sin que importe el mañana.
-Creo que esas políticas se deben cambiar. Como te dije para mí los dos son importantes. Es como que te diga a qué hijo querés más. Claro que hay un hijo al que hay que proteger más, que es el medio ambiente. Y creo que también hay herramientas para eso. La tecnología a nivel de la agronomía avanza impresionantemente y se desarrollan nuevas variedades, nuevas especies, donde ese mejoramiento de la producción la podés conseguir sin tener que ir en contra el medio ambiente.