El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) posee muy cerca de la ciudad de Buenos Aires uno de los tres principales jardines botánicos de la Argentina. Este dato no es demasiado conocido por los habitantes de la gran urbe, que pueden acceder con mucha facilidad a esa enorme reserva de especies vegetales, tanto autóctonas como exóticas.
Nosotros mismos, los Bichos de Campo, nos sorprendimos gratamente con la novedad de la existencia de este jardín botánico dentro de las enormes instalaciones del INTA Castelar, allá por la barriada de Hurlingham, en el oeste del conurbano bonaerense. Es muy fácil llegar hasta allí desde el obelisco, ya sea por el Acceso Oeste o por la Panamericana y el Camino del Buen Ayre. Pero hay que avisar que vas, así te reciben quienes allí trabajan, pues están deseosos de mostrarte ellos mismos sus pequeñas grandes joyas.
Cuando nosotros fuimos, Guillermo Cardoso estaba preparando una excursión hasya la Aduana el día siguiente. Iba a retirar de allí unas semillas de una planta tropical originaria de Sumatra que habían sido donadas por el jardóin botánico de Brooklyn, en Nueva York. El experto nos contó que este jardín botánico se habilitó en 1947, primero como centro de estudios y adaptación de especies forestales exóticas. “Con el tiempo se fueron introduciendo más plantas nativas, dado el rol que tiene este jardín botánico en cuanto a la conservación de nuestra propia flora”, explicó.
“Ahora hay un auge y por suerte se están creando nuevos jardines botánicos”, dijo el especialista del INTA, quien ubicó a este establecimiento del INTA como uno de los tres principales del país, junto al Botánico de la ciudad de Buenos Aires, en Palermo, y otro que pertenece a la Facultad de Agronomía de la UBA.
Mirá la entrevista con Guillermo Cardoso:
El jardín botánico de Castelar se llama “Arturo Ragonese”, en homenaje a su creador. Arturo Enrique Ragonese fue un ingeniero agrónomo recibido en la Universidad de Buenos Aires, que nació en 1909 y falleció en 1992. Comenzó su carrera profesional siendo ayudante de cátedra de Botánica de Lorenzo Parodi y como colaborador en el Museo de Ciencias Naurales Bernardino Rivadavia.
Cuenta un breve biografía de Ragonese publicada en la Wikipedia que en 1945 Rafael García Mata, director general de Investigaciones Agrícolas de aquel entonces en Castelar, le encomendó organizar el Instituto de Botánica Agrícola en terrenos del Ministerio de Agricultura. Luego pasó a pertenecer al INTA, que fue creado en 1956,
Bárbara Pidal, que también trabaja en el lugar, explicó que el jardín actúa como “reservorio de recursos biológicos vivos”, con cerca de un millar de especies nativas y exóticas. “El jardín está abierto los días de semana de 8 a 5 de la tarde, que es nuestro horario de trabajo. Estamos tratando de abrirlo también los fines de semana, porque son días más accesibles para que la gente pueda venir. Si la gente cuida el espacio, puede quedarse a tomar algunos mates”, nos dice.
Justamente hoy, sábado 21, iban a realizar una jornada, según nos cuenta la propia Bárbara: