El resultado concreto de la primera reunión de la cadena de la soja, realizada este miércoles en una megaplanta aceitera de Timbúes con la presencial del presidente Mauricio Macri, fue que se abrió un resquicio dentro del Gobierno para discutir el esquema de retenciones vigentes para el complejo sojero, de modo de volver a diferenciar el poroto de sus subproductos y privilegiar así la molienda local del grano.
Según dos fuentes que participaron de la reunión, y luego de discutir durante más de media hora sobre la preocupación de la industria por la acelerada caída de los embarques con valor agregado (es decir, de harina y aceite de soja, o de biodiésel), se acordó que en los próximos días habrá una reunión del sector con el ministro Nicolás Dujovne para analizar concretamente la posibilidad de reducir de 4 a 3 pesos por dólar exportado el peso de las nuevas retenciones.
Si esta medida prosperara, es decir si el gobierno aceptara bajar de 4 a 3 pesos por dólar los derechos de exportación de los subproductos de la soja, volvería a existir un diferencial a favor de los derivados de la molienda del poroto, que es lo que reclaman desde la poderosa Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-Cec).
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Desde septiembre pasado, con el regreso generalizado de retenciones, tanto la soja como sus subproductos (salvo el biodiésel) tributan cerca de 30% de retenciones. Esa alícuota surge de la sumatoria de retenciones fijas del 18% más el porcentaje resultante de la neo-retención de 4 pesos por dólar, que es el equivalente a entre 11 y 12%.
Si harinas y aceites pasaran a tributar 3 pesos por dólar en vez de 4 pesos, esa alícuota adicional bajaría a 8% aproximadamente, con lo que el estado comenzaría a quedarse con 26% de cada embarque y con con el actual 30%. De ese modo volvería el diferencial con el poroto (que seguiría en 30%) pero por la “positiva”, premiando con una menor alícuota el proceso industrial.
Históricamente la diferencia entre el grano sin procesar y sus subproductos era de 3 puntos porcentuales. Pero ese diferencial de retenciones era punitivo, o por la “negativa”, pues se aplicaba mediante un tributo adicional a las exportaciones de la materia prima.
Cuando algún industrial aceitero propuso en la Mesa de la Soja volver a aplicar ese diferencial, Dardo Chiesa (el presidente de CRA) y otros dirigentes de la Mesa de Enlace saltaron como leche hervida. Los productores aceptan que se discrimine entre la soja y sus derivados siempre que las retenciones bajen y sea el Estado el que resigne parte de sus ingresos. No si debe ser el chacarero la víctima de un descuento mayor a la hora de vender su soja.
Claramente, una reducción de retenciones de 4 a 3 pesos para ciertos embarques del complejo sojero (los más voluminosos, por cierto) representaría una caída de la recaudación en tiempos de severo ajuste de las cuentas pública. La industria aceitera aportará unos 5.500 millones de dólares a las arcas públicas este año, y por eso Macri no quiso apresurarse y mandó a los exportadores a hablar con Dujovne. La reunión será coordinada por Dante Sica, el ministro de la Producción, que estuvo en todo momento flanqueando al presidente.
Fuentes de la Secretaría de Agroindustria, desde donde se propició en agosto pasado el fin del diferencial histórico que penalizada al poroto, enfatizaron a Bichos de Campo que no hay marcha atrás en esa medida, que había sido largamente reclamada por la Mesa de Enlace.
¿Y podrá tener éxito frente a Dujovne el nuevo planteo de bajar algo las retenciones a los derivados? Lo único seguro es que si la industria aceitera atraviesa con éxito ese filtro, una catarata de sectores agropecuarios pedirá de inmediato el mismo tratamiento. En rigor, muchos productos con valor agregado también pagan actualmente 4 pesos. Desde enero pasado, incluso, Dujovne tiene cajoneado -por su presunto impacto fiscal- un decreto que establecía una rebaja de 4 a 3 pesos para ciertas economías regionales.
En la primera mesa de la soja, además, hubo un reclamo al gobierno para que se ponga firme frente a China, que hace bastante tiempo dejó de comprar aceite de soja de origen argentino y solo acepta embarques del poroto para procesar en sus propias plantas. Macri prometió enviar una carta planteando el reclamo a Beijing, mientras que el titular de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, prometió ocuparse de negociar los problemas de calidad que utilizan de argumento los chinos para rechazar el aceite argentino, los cuales no existen para Ciara-Cec y resultarían ser solo una excusa para aplicar una barrera paraarancelaria.