Tranquilos, que siempre se puede estar peor.
Hay momentos en los que el gobierno de la Argentina, un país cuya economía depende fuertemente de su sector agropecuario, le otorga al área institucional dedicada a fijar las políticas para este sector la importancia que se merece, otorgándole el status de Ministerio. En estos momentos, el campo cree tocar el cielo con las manos, aunque en los hechos no se modifique gran cosa. Es una caricia importante que el agro tenga su ministerio.
Pero también hubo muchas veces en la historia en las que la política agropecuaria se manejó desde una Secretaría de Agricultura, lo que parecía un maltrato, una degradación.
Venimos de esta experiencia. Ni bien asumió, en diciembre de 2019, el presidente Alberto Fernández, decidió ampliar a más de 20 el número de ministerios que conformarían su gabinete, incluyendo a un ministro de Agricultura, puesto que inicialmente ocupó Luis Basterra y hasta ahora ocupó Julián Domínguez. Esta noche presentó su renuncia y el Presidente se la aceptó. Todavía no se conoce a su reemplazante ni qué estatus tendrá la cartera agropecuaria.
Antes de diciembre de 2021 Agricultura era una sencilla Secretaría (se llamaba de Agroindustria). La había degradado el ex presidente Mauricio Macri en la segunda parte de su mandato. Colocó allí a su amigo, el ex titular de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere, quien dependía formalmente del Ministro de la Producción, Dante Sica, aunque en realidad no le daba bolilla alguna.
El macrismo degradó el área de Agricultura alegando la necesidad de un ajuste de gastos que en los hechos jamás llegó a producirse, porque se eliminaron cargos jerárquicos pero los funcionarios nunca se bajaron los salarios. Con Domínguez volvió el status ministerial, pero tampoco cambiaron las cosas y no se ahorró demasiado dinero.
Cuando asumió, un mes atrás, el ex embajador en Brasil, Daniel Scioli, en el cargo de ministro de Desarrollo Productivo, algunos especularon con que esa cartera absorbería a la de Agricultura, como había sucedido en tiempos de Eduardo Duhalde, tras la crisis de 2001. En aquel momento los sucesivos titulares de Agricultura, como Rafael Delpech o Gumersindo Alonso, dependieron formalmente de un ministro de la Producción, lo que parece algo lógico. Ese puesto lo ocupaba “El Vasco” José Ignacio De Mendiguren.
Nada sucedió. Daniel Scioli acaba de anunciar que se vuelve a Brasilia porque también su cartera será absorbida por un nuevo mega ministerio que estará a cargo del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.
También Silvina Batakis, quien asumió hace apenas veinte días y se encontraba volviendo de negociar con el FMI en los Estados Unidos, fue removida de su cargo como ministra de Economía. Irá a conducir el Banco Nación.
Pero a nosotros nos interesa Agricultura. ¿Qué sucederá con esa dependencia del Estado Argentino? ¿Volverá a partir de ahora a ser una sencilla Secretaría? ¿Y de qué ministerio dependerá? ¿Será englobada por el área de Producción como sucedió con Duhalde? ¿O dependerá directamente del ministerio de Economía, como también sucedió en la historia más reciente? Vale recordar que Felipe Solá, acaso el secretario de Agricultura más famoso, dependía en los años 90 nada menos que del ministro de Economía, Felipe Domingo Cavallo.
Siempre se puede caer más bajo, tranquilos. No desesperemos. En este caso bien podría suceder que Agricultura pase a ser una secretaría dependiente -como Economía y como Producción- de un súper ministro todo terreno. Massa aspira a eso y no es ni agrónomo, ni economista ni ingeniero industrial Es un abogado.
En todo caso, todo parece indicar que el campo ya no tendrá un Ministerio. Enterado de esto, Julián Domínguez también presentó su renuncia y el presidente se la aceptó. El chacabuquense duró menos de un año en el cargo.
Pero tranquilos, que siempre se puede estar peor.
En marzo de 2001 la Argentina insinuaba una crisis tan grave o más que la de ahora, que estallaría varios meses después, en diciembre. Había entonces un presidente débil, como ahora. Fernando de la Rúa intentó enderezar las cosas designando como nuevo superministro de Economía al “bulldog” Ricardo López Murphy, actual diputado de la oposición. Tan fuerte fue el ajuste que proponía que su gestión duró apenas una semana.
En el medio de aquella situación el área institucional de Agricultura vivió una gran zozobra: fue reducirda apenas a una miserable Subsecretaría de Estado, que iba a depender de la Secretaría de Producción,. Durante esos pocos días el mando de Producción quedó a cargo de Víctor Savanti, un ex presidente de IBM. En aquel momento, sonaron como subsecretarios de Agricultura los nombres de Eduardo Manciana o la economista Beatriz Nofal, pero nunca llegaron a asumir.
La historia es sabia: siempre se puede estar peor.