Aunque su familia está en el negocio ganadero desde hace unos 110 años, al productor Ignacio Bereterbide no le costó tanto pensar en la posibilidad de cambiar el manejo productivo que aplica en el campo, al que maneja junto a su padre y hermano en San Cristóbal, provincia de Santa Fe.
“Hacíamos ganadería extensiva, es decir que nuestras vacas estaban todo el año comiendo y pisando el mismo potrero, que es grande y tiene monte. Y no nos dio miedo cambiar el manejo porque es sencillo. No necesitas una gran inversión, algunos no necesitan siquiera invertir, porque trabajás con lo que tenés”, dijo Bereterbide en una charla con Bichos de Campo.
Ese cambió de manejo llegó de la mano de la ganadería regenerativa, que la familia comenzó a aplicar hace tres años meramente por necesidad.
“Lo hicimos porque encontramos un piso productivo. Nuestro campo estaba rindiendo menos de lo que necesitábamos que rindiera. Y descubrimos, interpretando las señales que nos daba el campo, que había una parte del problema que obedecía al manejo de nuestras vacas, que pisoteaban y que sobre-comían”, afirmó el productor.
“Es imitar a la naturaleza. Parece una cuestión metafísica pero no lo es. El pasto necesita recuperarse, estar sano y fuerte para que las vacas lo vuelvan a comer. Si lo comes todo el tiempo, el pasto termina muriéndose y es lo que nos había empezado a pasar”, añadió en este sentido el profesional.
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-Ese es uno de los argumentos principales que se usa hoy para decir que la ganadería podría ser amiga de contrarrestar el cambio climático, lejos de lo que se dice de que empeora el problema. ¿Lo ves así?– le preguntamos.
-Absolutamente. Nuestras vacas mal manejadas eran como máquinas compactadoras, que iban pisando el campo. Ahora nuestras vacas bien manejadas son cosechadoras de pasto y generadoras de fertilizantes. Las vacas que tenemos producen 14 millones de kilos de fertilizante por año, que es que es la orina y la estiércol queda en el campo y que el suelo aprovecha como abono. Es un salto evolutivo notable.
-¿Es lo que se conoce como tecnología de procesos?
-Es sentido común. Tanto que uno dice cómo no me di cuenta antes de esto. Y es bastante impactante cómo la naturaleza, el campo, responden cuando uno empieza a tratarlos de una manera más acorde con lo que necesita.
-¿Qué sentís cuando ves que este tipo de manejo ya salta fronteras y se comienza a aplicar en otros países de la región?
-Mucho orgullo porque la Argentina siempre ha estado, y está, en la vanguardia de cuestiones relacionadas con el agro y con la ganadería. Aquí hay un foco de generación de estas nuevas tecnologías de procesos, que es muy impactante y que va irradiando su influencia a otros países del continente. Nosotros no paramos de decirle a quien nos pueda escuchar que debe probar este sistema, porque sin un alto costo se puede tener un resultado a mediano y largo plazo muy tangible. Nuestros propios vecinos en el campo ven la diferencia entre lo que está sucediendo de un lado y del otro del alambre. Y la juventud está mirando con atención esto, porque nosotros no solo seguimos fabricando proteínas animales, sino que brindamos servicios ecosistémicos. Nuestro campo captura carbono y en pocos meses vamos a vender nuestros primeros certificados de captura.
-¿Y el mercado se está poniendo a tono con esto? ¿Está sabiendo que hay un valor agregado ambiental en los productos que generamos?
-Las generaciones de jóvenes están reflejando un cambio de tendencia en cuanto a qué están mirando los consumidores, que se interesan por dónde viene la comida que llevan a sus mesas y qué pasa con ese carbono que se libera. Una planta industrial automotriz en Europa puede estar el año que viene comprando el carbono que nosotros capturamos en nuestro campo en Santa Fe. Es muy impactante y abre un negocio totalmente verde y probablemente muy lucrativo, en paralelo al negocio que tenemos, que es el de generar terneros.
-¿Qué te hacen sentir esas noticias que dicen que algunos países piensan en matar a cierta cantidad de vacas por el cambio climático?
-Creo humildemente que es un desconocimiento. Las vacas son sucesores de ancestros herbívoros que cuando existían, el planeta funcionaba bien. Es cómo manejamos las vacas la clave, no es eliminarlas. Y no solo es eso, estoy convencido de que las vacas pueden ser una herramienta clave para la captura el saneamiento del carbono que hay en la atmósfera, a través de esta relación con el pastizal. Porque en el mundo hay más pastizal que bosque. Se pone mucho foco y mucha expectativa en todo lo que puede hacer el bosque para capturar carbono. Y es cierto, son valiosísimos y no hay que tocarlos, sino que hay tener cada vez más. Pero hay más pastizales y si uno lo trata bien, la vaca lo come, el pasto crece, hace la fotosíntesis, captura carbono, lo manda a la raíz y lo deja en el suelo. Así podría haber una gran esperanza para que el planeta se solucione, en parte gracias a vacas.
-En esto que decís se nota que ya se formó una batería de datos con todos estos años de experiencias.
-Exactamente. Es altamente científico. Yo no soy científico, pero a mí me muestran datos de mi campo, que son datos que corresponden a protocolos y parámetros de medición científica, de cuánto carbono está captura nuestro campo, de cómo estamos manejando ahora nuestras vacas. Y es muy impactante.