Mientras decenas de miles de empresarios, profesionales y trabajadores agropecuarios ven, día tras día, como sus ingresos (y la principal fuente de divisas de la economía argentina) se evaporan por los daños provocados por una sequía histórica, el ministro de Economía Sergio Massa anuncia que empleará 1000 millones de dólares para recomprar deuda externa.
Aquellos empresarios, empleados y técnicos de comercio exterior, que se desviven por saltear a los “carceleros” de divisas del Ministerio de Economía y del Banco Central (BCRA) para poder importar insumos críticos, indispensables para poder desarrollar su actividad, se atragantaron con la noticia. ¿Dólares para recomprar deuda pública cuando tengo todo parado a la espera de que un agente aduanero libere un contenedor en el puerto?
Desde que asumimos en @Economia_Ar planteamos unos objetivos claros para normalizar nuestra micro y macroeconomía y mejorar el perfil de nuestra deuda.
Por eso, hoy anunciamos una operación de recompra de la deuda externa argentina por más de 1.000 millones de dólares. pic.twitter.com/2TrYgUfFV4— Sergio Massa (@SergioMassa) January 18, 2023
La “recompra de deuda” no es otra cosa que la oficialización de una de las muchas intervenciones que emplea el gobierno nacional para intentar mantener planchado el tipo de cambio en el mercado bursátil local (MEP) o externo (CCL), de manera tal que la brecha con el tipo de cambio oficial –sobre el cual tiene pleno control– no se ensanche por demás.
Las crecientes distorsiones cambiarias no son gratuitas: tal como explicamos en Bichos de Campo, generaron que insólitamente Argentina en 2022 pierda una cifra descomunal de divisas porque se desalentaron las registraciones de embarques agroindustriales en los períodos de mayores precios internacionales.
Se nos fue el 2022 y te mostraron la situación más insólita, ridícula y triste que pasó en el año
El hecho de financiar cada vez más gastos públicos con emisión monetaria, es decir, con impuesto inflacionario, tritura, semana tras semana, el poder adquisitivo de una ya pauperizada población. Si bien la solución racional es ordenar las erogaciones del Estado (en todos sus niveles) y unificar el tipo de cambio, la decisión del gobierno nacional es profundizar el descalabro con intervenciones crecientes.
Tales medidas, obviamente, castigan a todos los exportadores de bienes y servicios, quienes tienen la esencial tarea de proveer al país de divisas para que muchos otros sectores productivos puedan trabajar con cierta normalidad.
La ironía es que los desmanejos oficiales terminan beneficiando por demás a quienes realizan negocios financieros respecto de los productivos. Los empresarios agropecuarios que están bien asesorados en la materia terminan haciendo grandes diferencias, mientras que los que solamente se dedican a producir están siendo ahorcados tanto por la sequía como por la inflación (por más “moneditas” de compensaciones que reparta el Estado nacional a modo de premio consuelo).
La política angurrienta de la corporación política, preocupada exclusivamente por mantener viva a la elefantiásica estructura estatal, requiere cada vez más sacrificios en el sector privado y todas las intervenciones realizadas con el propósito de no hacer frente al problema son una hipoteca que se va agigantando mes tras mes y que en algún momento, inevitablemente, tendrá que afrontarse de alguna u otra manera.
Por lo tanto, en el ámbito agropecuario la noticia de la “recompra de deuda” debe interpretarse como otra medida más para seguir financiando gasto público con inflación a costa de castigar a los productores de bienes exportables. Y es que hay algo peor que una sequía climática: la sequía de ideas.