Como su nombre lo indica, un atrapa-nieblas (también conocido como captanieblas) es un sistema que se utiliza para captar o atrapar las gotas de agua microscópicas que contiene la neblina. Es ideal para zonas desérticas, pero con presencia neblinosa.
Según Nicolás Schneider Errázuriz, de la Fundación Un Alto en el Desierto, el atrapa-niebla es una creación chilena, del inventor Carlos Espinoza, que donó sus creaciones a la Unesco en la década del ´60. Veinte años más tarde, la profesora Pilar Cereceda (Premio Nacional de Geografía, con amplia trayectoria en el tema) lideró un gran proyecto de atrapanieblas al norte de la región de Coquimbo.
“Nosotros, en 2005, aprendiendo de ambos, empezamos a trabajar junto a la comunidad Agrícola de Peña Blanca ubicada a unos 70 kilómetros de la ciudad de Ovalle, provincia de Limarí, región de Coquimbo: con los niños y las niñas de la escuela, junto con otras personas, vecinos y vecinas subimos a la cima del Cerro Grande, donde nos juramentamos proteger ese cerro, que es único rincón de la comunidad con algo de vegetación, dada la crítica desertificación de la zona”, grafica Errázuriz.
Hoy en dicha comunidad viven 100 personas (aunque varía según las precipitaciones y la época del año) y por el proyecto hay trabajando 3 personas de la Fundación, más un guardaparque, un constructor/tejedor local de atrapanieblas y personas de la comuna.
El agua captada a través de este sistema sirve para regar las especies vegetales dado que es un territorio muy seco en la mayoría de los años. Se riega por aspersores y por riego directo a cada árbol de la Reserva Ecológica Cerro Grande, que es propiedad de la Comunidad Agrícola Peña Blanca que en “los ‘80 llegó a tener 3.000 hectáreas de trigo, pero los tratados de libre comercio, las crónicas sequías y el agotamiento del suelo hizo que hoy no se tenga actividades agrícolas importantes”, describe Errázuriz.
Ese mismo año del juramento en el cerro, la comunidad y la Fundación instalaron un neblinómetro de 1 metro cuadrado que en 12 meses cosechó más de 2.000 litros de agua, lo cual fue un incentivo para concretar el primer proyecto en 2006 que, hasta el momento, es el parque de atrapanieblas más grande de Chile, el más visitado y el único gestionado directamente por una comunidad campesina.
A esto se le suma que junto con esta iniciativa nació la cerveza Atrapaniebla, elaborada exclusivamente con el agua capturada por ser de mucha mejor calidad que el agua que se podía extraer del suelo, que era más pesada y con más minerales. “Con esta agua de niebla hemos logrado una cerveza con mejor aroma, mejor sabor, color y mejor capa de espuma; además tiene unas notas salinas que creemos que tiene que ver con que la niebla es evaporación de agua de mar de la zona costera de Chile”, explica Marco Carcuro, emprendedor cervecero.
Con respecto a cómo lograron llevar a cabo todo este gran proyecto, Errázuriz cuenta que no recibieron capacitación, sino que el aprendizaje fue propio. “En 2006 empezamos con un prototipo que solo duró dos años (ensayo y error) de un modelo llamado Fog Quest, pero luego hemos desarrollado nuestro propio modelo llamado Comunero, de 9 metros cuadrados, que tiene una duración (sus mallas) de 8 años, con muy buenos resultados. Además, hemos viajado a los principales proyectos de atrapanieblas en el mundo como lo es Marruecos, Islas Canarias y nuestros vecinos de Perú”.
-¿Qué cantidades de agua cosechan?
-Un metro cuadrado cosecha 6,1 litros diarios/promedio y en el año tenemos una cosecha de 540.000 litros. Esto permite la regeneración y la recuperación del Cerro Grande.
-¿En qué ayuda el agua cosechada a la Reserva Natural?
-El agua de niebla posibilita la existencia de más de 30 especies vegetales endémicas o nativas, más de 30 especies de avifauna, destacando nuestro cóndor, 4 especies de mamíferos y 4 especies de reptiles. Hay más de 2.000 especies reforestadas a las que se suman las del mismo cerro. Todo nuestro trabajo es autogestionado, no tenemos apoyo nacional.
-¿Hay iniciativas relacionadas al turismo?
-Sí, tenemos el apoyo de la Municipalidad de Ovalle que nos permite tener un guardaparque y que realiza giras turísticas que se complementan a las que hacemos como Fundación, a lo que se suman los visitantes que trae la propia comunidad. Desde el inicio hasta la fecha al Cerro Grande lo han visitado 7.000 personas.
-Coquimbo es una región de Chile históricamente semiárida que ahora se está convirtiendo en árida. ¿A qué se debe el cambio?
-Por un lado es evidente el cambio climático, existiendo un claro descenso de las precipitaciones durante todo el Siglo XX y los 22 años que llevamos del Siglo XXI. Además, cuando llueve ocurre de manera mucho más concentrada, lo cual agrava el problema. Por otro lado. es el marco constitucional que ha provocado que en Chile como en casi ningún país el agua sea comercializable, privada, heredable lo cual ha atentado con los equilibrios de cuenca a través de la agricultura de exportación y la minería. No hay regulación del Estado y las instituciones de agua funcionan deficientemente; tampoco en las escuelas se enseña la importancia del agua y mucha gente aún no valora al agua como un recurso escaso. Por estas razones nos estamos convirtiendo en un desierto.
-¿Se está replicando en proyecto en otras zonas?
-No en cuanto al atrapaniebla debido a que no es solo una infraestructura sino que se necesita un respaldo de comunidades o instituciones que es muy difícil encontrar. No obstante, nuestra iniciativa de reciclaje de aguas grises se encuentra en toda la región, llegando a más de 300 personas, y nuestro programa de educación hídrico ambiental también se aplica en la región de Coquimbo y en la Región Metropolitana con nuestro proyecto “Agua que no has de beber ayúdala a volver”.
-¿Alguna cooperativa o productores agropecuarios se ha sumado a la iniciativa?
-Sí: la Cooperativa de Agua potable Rural Hospital-Champa en la región Metropolitana (Santiago) es un gran socio y llevamos más de 5 años trabajando juntos y por supuesto la red de emprendedoras de Peña Blanca, con ellas siempre hemos trabajado y son unas grandes personas.
-¿En qué le ha cambiado la vida el proyecto de Atrapaniebla a la comunidad local?
-Creo que en primer lugar Peña Blanca apareció en el mapa, es ahora un lugar conocido por su niebla; hemos recibido muchas muestras de gratitud ya que cada instalación se ha realizado solo con mano de obra local, donde la comunidad es protagonista. Y, en esencia, este proyecto ha significado esperanza para un territorio rural olvidado.