Benito Condorí produce llamas y ovejas en las alturas de Ovejería, una localidad de las sierras de Catamarca, cercana a la frontera con Salta y Tucumán, en esas fronteras compartidas de los valles Calchaquíes. Las alturas llegan allí a unos 4.500 de metros sobre el nivel del mar, y por eso todo es distinto a lo que conocemos abajo. Hay poco pasto, grandes distancias, el agua es escasa. Y hay enemigos naturales a los que Benito bautiza resumiendo como “El Daño”.
¿Qué será El Daño? Mete miedo con ese nombre.
“Nuestra zona es para llamas, pero bueno también es muy linda”, nos dice Condorí, a quien encontramos abajo, como espectador de un encuentro internacional sobre camélidos realizado en la Finca El Pichanal, en los valles Calchaquíes. Respetuoso, el hombre hace un distingo entre este abajo y el arriba que él habita. “Las charlas que nosotros hemos tenido hoy aquí son todas para abajo, más para los valles donde vos podés tener un manejo diferente, con pasturas y con parcelas”, diferencia.

-¿Vos arriba solo tenés los pastos nativos?
-Claro, ahí es todo pasto duro, así que no se puede manejar bien, como en las charlas.
Pero la principal diferencia entre el arriba y abajo nos comienza a quedar clara cuando Benito nos menciona a El Daño.
Mirá la entrevista:
Tan diferente es el manejo entre una zona y otra que Condorí no sabe precisar el tamaño exacto de su manada de llamas. Solo dice, “entre 300 y 150”, en retroceso y no a la inversa. Es que el negocio tampoco es demasiado tentador como para tener números precios. La lana de llama no vale nada, es todo pérdida.
“Y la carne es lo que pedíamos nosotros que se haga para mercado, pero no se da nunca, se da jamás”, dice este ganadero de los cerros, que entonces termina usando sus propios animales básicamente para autoconsumo en su localidad. A veces vende algo abajo, en la ciudad de Santa María, pero a precios que lo desaniman.
-¿Se vende barata la llama comparada con una vaca?
-El kilo de carne allá en San Antonio estamos dando a 5 mil pesos. Baratísimo.

Queda claro entonces que, al menos por ahora, la producción de camélidos no crece porque no hay un mercado robusto, ni para lana ni para carne. O una mejor explicación, la de Benito: “Si uno cosecha y no vende bien, nunca vamos a salir adelante. Estamos ahí…”
“Y otra es que El Daño también nos juega mucho en contra”, añade.
-¿El qué? ¿Qué es el Daño?
-Sería el puma, el león, el zorro. Claro, porque vos tenés las llamas a campo. Y ahí el puma es muy fuerte. Muy fuerte, hay mucho puma por ahí, muy mucho.
-¿Y eso te obliga a tener a las llamas más cerca tuyo?
-Sí, y ahí es donde en este tiempo no tenemos pastura buena, y ya empiezan a flaquear y ya se mueren las llamas. Y hasta que vuelve a llover, recién se recuperan otra vez.
-Cuando no había tanto puma, ¿cómo era? ¿Se podía llevar más lejos el ganado?
-Sí, las dejaba a campo y lejos, no pasaba nada, digamos. Ellas se buscaban su pastito y se mantenían todo el tiempo más gordas.

-¿Hay alguien haciendo algo? ¿Cómo se defienden ustedes del león?
-Y bueno, nosotros ya con armas, con fuego. Digamos, juntamos a los vecinos y hacíamos corridas de puma.
-¿Tratan de espantarlos, que se alejen?
-¿Espantarlos? Directamente a nosotros ya nos cansa, lo matamos. Lo matamos porque hace mucho perjuicio. Si a la noche te cazas tres, cuatro, y a veces suma cinco llamas, ¿de cuánto es la pérdida. ¿Y quién nos reconoce eso? No nos reconoce nadie. Es un trabajo perdido. Nosotros matamos al puma por las pérdidas.
-Se ha transformado en un enemigo, un adversario…
-Igual con el cóndor. Yo he visto videos de mucha gente que al cóndor lo aprecia, dice que es el ave más grande de la Cordillera. Pero a nosotros nos perjudica.
“El cóndor es un aliado del ganadero”, confirma el investigador Sergio Lambertucci
-¿En qué los perjudica al cóndor?
-En los llamitos chicos. Los come, los come vivos. A los terneros lo mismo. Agarra y picotea la colita del ternero, el ternero bala y saca la lengua. Entonces el condor le saca todo, el intestino, todo, todo. El ternero está vivo y ya no tiene todo lo de adentro.
-¿Qué necesitarían ustedes para no tener que llegar a enfrentar ni al cóndor ni al puma? ¿Qué ayuda sería útil para ustedes?
-Bueno, no sé. Porque siempre los gobiernos dicen que no, que es prohibido matar, y si lo matan lo meten preso. Pero a nosotros nos perjudica y si no, que se hagan cargo los gobiernos de eso. Del daño que nos provocan a nosotros. Nosotros tenemos muchas pérdidas. Al año, yo por lo menos, estoy perdiendo de 40 a 50 llamas por el Daño, entre cóndor, puma y zorro.

-A ese ritmo, en algún momento se te va a acabar el rebaño. ¿Qué otra cosa podrías hacer en Ovejería para poder vivir?
-No hay más nada. Y únicamente estamos ahora logrando, tal vez, que se haga la captura de vicuñas. Puede ser que lo logremos. Pero ahora ya ha empezado el puma también. Ya mata mucho a la vicuña. Hace 7 años, hasta caballos caza el puma. Yo cuando era chico no había tanto. Pero había más gente.
-Que el gobierno los ayude, en todo caso, a reparar la pérdida. ¿Ese es tu pedido?
-Si tanto exigen que cuidemos al puma, que cuidemos al condor… Quizás que alguien va a llegar a Ovejería y dice ‘tenés un cuerpo de puma ahí en la casa’ y te llevan a preso. ¿Y quién te saca de ahí? Nadie. Por el contrario, van a decir ‘porque ha muerto el puma y te metimos a preso’.
-Es medio raro… Cuidan más al puma que al ganadero y al habitante de la zona.
-Sí, el gobierno tira más para el Daño que a la persona.





