El factor geopolítico sigue escalando para reconfigurar el sistema de formación de precios de los productos agroindustriales. Pero ahora llegó a una nueva etapa que, en caso de superarse, cambiará por completo el mundo tal como lo conocemos.
La administración del presidente Joe Biden, si bien le quedan unas pocas semanas en el poder, autorizó el uso por parte de Ucrania de misiles de largo alcance para poder atacar territorio ruso desde enclaves ucranianos.
La respuesta del presidente ruso, Vladimir Putin, no se hizo esperar y firmó un decreto que habilita el uso de armas nucleares no tácticas (de menor poder destructivo que las denominadas estratégicas, pero igualmente demoledoras en caso de emplearse) contra naciones que atenten contra el territorio ruso.
Un comunicado publicado por la agencia oficial rusa Tass indica que la disuasión nuclear podrá estar dirigida a “un adversario potencial, que puede incluir países individuales y alianzas militares que consideren a Rusia como un enemigo potencial y posean armas nucleares y/o de otro tipo de destrucción masiva o tengan capacidades de combate sustanciales de fuerzas de propósito general”.
Además se indica que Rusia también participará en la disuasión nuclear contra aquellos países que ofrezcan su territorio, zonas marítimas, espacio aéreo y recursos para agresiones contra su soberanía territorial.
Vale recordar que la región con riesgo nuclear es una de las zonas cerealeras más importantes del mundo. Según datos del USDA, en el ciclo 2024/25 Rusia y Ucrania deberían exportar 74,0 millones de toneladas de trigo, una cifra equivalente a un tercio de la oferta global. En lo que respecta a maíz, la oferta exportable prevista de ambas naciones es de 26,2 millones de toneladas (13,8% del total mundial esperado para 2024/25).
Un ataque nuclear no sólo comprometería los embarques programados en la región del Mar Negro, sino la proyección de futuras cosechas y generaría un evento disruptivo en términos de seguridad alimentaria a escala global.
En lo inmediato, el crecimiento del riesgo geopolítico en la región contribuye a tornar más insegura y onerosa la ruta marítima por el Canal de Suez, lo que representa una desventaja competitiva para las agroexportaciones estadounidenses destinadas a mercados asiáticos y representa un problema considerable para las naciones del norte de África que dependen de las importaciones para abastecerse de alimentos básicos.
Además de un encarecimiento de los fletes originados en EE.UU. –también en Canadá–, los mismos también pasan a tener una mayor duración al recurrir a rutas alternativas más seguras, lo que contribuye a alterar los tiempos logísticos y promover el nerviosismo en naciones que dependen de las importaciones para su seguridad alimentaria.
Sudamérica en general y el Mercosur en particular pasan a contar en la actual coyuntura con un activo estratégico al localizarse lejos de la zona de riesgo nuclear y disponer de rutas comerciales menos afectadas por el riesgo geopolítico.