Las principales empresas de semillas del país lanzaron este lunes un sistema privado, pero que contaría con un guiño del gobierno, para incrementar las ventas de semillas certificadas (es decir legales y que paguen regalías a sus desarrolladores). La iniciativa ampliará significativamente el actual sistema Bolsatech, que controlaba todas las cargas de granos de soja enviadas a puertos y acopios en busca de la tecnología transgénica Intacta. Desde la cosecha 2022/23 detectará otros eventos biotecnológicos (como la soja Enlist y la Conkesta) y un año más tarde aspira a poder identificar también hasta las variedades del germoplasma.
Bichos de Campo adelantó ayer esta ofensiva. Pero ahora -tras su presentación formal- pudimos entender un poco mejor de qué se trata. La iniciativa se llama “Sembrá Evolución” y tratará de convertirse en un sistema de estímulos para que los productores acepten pagar unos dólares por la tecnología que las diferentes empresas semilleras agregan a las semillas como fruto de largas investigaciones y ensayos. Como cuando compran un jueguito de modo legal o una ropa de marca.
Las mejorías ofrecidas cada año en las semillas pueden tener dos vías: el mejoramiento tradicional o genético y las modificaciones del ADN que se aportan mediante el uso de la biotecnología, y que son las que pueden ser patentadas. La gracia de este nuevo proyecto semillero es que apunta a juntar las dos cosas bajo un mismo paraguas.
Hasta ahora las empresas trataban de cobrar el mejoramiento tradicional vendiendo bolsas certificadas por el INASE (Instituto Nacional de Semillas), aunque con muy poca suerte en el caso de las especies autógamas (como la soja y el trigo) donde el porcentaje de penetración de la semilla legal no llega al 30% de la siembra.
En el caso de la biotecnología también fue un eterno incordio cobrar las regalías, más allá de si se ocntaba o no con una patente. La soja RR jamás se pagó derechos a su creadora. Hasta que Monsanto (adquirida luego por Bayer) a mitad de la década pasada intento forzar un sistema de control para poder obtener regalías por su segunda variedad, la soja Intacta.
Después de largas peleas con el Estado Argentino (el primero que está en falta aquí, por la falta de controles efectivos sobre el mercado informal), nació un sistema llamado Bolsatech, donde se realizaban controles a todos los camiones de soja enviados al circuito comercial. Estos análisis eran muy costosos pero permitían saber si la soja era de la variedad Intacta. Y si así era, Monsanto reclamaba directamente al productor por las regalías correspondientes, en el caso de que éste no hubiera comprado desde el principio una bolsa de semilla fiscalizada y pagado de ese modo los derechos.
La base de “Sembrá Evolución” será más o menos la misma, pero con algunas diferencias sustanciales. Esta vez no será solo una empresa (Bayer se cansó de poner plata para sostener el sistema Bolsatech y decidió discontinuar su negocio de soja en la Argentina) la que cargue con todo el costo de sostener los controles sino una decena de ellas, las más importantes: por ahora participarían Bioceres, Brevant (de la multinalcional Corteva), DonMario, Illinois y Neogen (del grupo GDM), Nidera Semillas y NK (de Syngenta), Pioneer (también de Corteva), Macro Seed y la más recientemente llegada Stine.
Solo falta Bayer/Monsanto, que se cansó de financiar el Bolsatech y de esperar en vano que la Argentina discutiera una nueva Ley de Semillas. “Si hubiera aguantado un poco más hoy estaríamos todas juntas, porque era sabido que iban a llegar nuevos eventos transgénicos”, dijo un empresario consultado. Otros que todavía faltan sumarse son los semilleros tradicionales argentinos, aunque no tengan variedades biotecnológicas sino solo convencionales. A todos ellos se los ha invitado y esperan que se integren a lo largo de los meses.
Los nuevos transgénicos que llegaron al negocio de la soja son básicamente de Corteva y de Stine, pero han sido licenciados al resto de las empresas semilleras. Por eso el programa Sembrá Evolución se presenta formalmente ahora, aunque tiene unos meses de recorrido. La pirncipal obsesión ahora para por evitar la bolsa blanca de soja Enlist, que ya se sembró en la campaña pasada y se cosechó este año. Debe comenzar a ser controlada a partir de la campaña 2022/23, pues recién ahora hay una primera camada de semillas que podría alimentar el circuito informal a partir de la próxima siembra. La segunda variedad OGM que se quiere proteger es la Soja Conkesta (también de Corteva), aunque Nidera y Don Mario pondrán dentro del sistema una variedad de soja RR y hasta se podrían comenzar a incluir algunos trigos.
Es que los mentores del sistema quieren que la cosa vaya de menor a mayor, y que finalmente ingresen al programa la mayor cantidad de variedades posibles, en especial de autógamas, que son las problemáticas para controlar porque el productor puede apelar a su derecho al uso propio. Esto irá reemplazando paulatinamente otros sistemas, como el de regalías extendidas que maneja Arpov.
A partir de este esquema general, el año que viene se generalizará el sistema de control del grano para detectar los eventos mencionados en soja. El sistema Bolsatech funcionará con los mismos test que se utilizaban para la Soja Intacta, y la red de laboratorios continuará remitiendo los datos de esos análisis al INASE, que luego distribuirá los resultados entre los obtentores, para que eventualmente -ante un hallazgo positivo de la Enlist o la Conkesta- hagan valer sus derechos.
Pero el aspiracional del sector semillero es que para 2024 se comience a identificar también en los puntos de recepción de los granos las variedades utilizadas por cada productor, para que también se pueda reclamar derechos o regalías por la genética, aún cuando la misma no tenga innovaciones biotecnológicas.
“Es sencillo, se pude hacer”, dijeron voceros del grupo de empresas, que aspiran así a elevar sustancialmente el porcentaje de semilla fiscalizada que se comercializa en la Argentina, sin una mayor intervención del Estado y con un sistema que premia a quienes deciden comprar sus semillas todos los años pagando regalías y que castigará a quienes no lo hagan y sean atrapados al final de la cadena. Si logran ganar 15 puntos de market share para la semilla legal (que pague regalías) ya podrían financiar el sistema de controles sin mayores sobresaltos.
Es allí que entra a tallar el “Sembrá Evolución” como complemento del Bolsatech. Se trata de una plataforma donde estarán representadas todas las empresas mencionadas y las que se sumen, que elegirán cada una libremente qué variedades incorporar al sistema y cuál es su pretensión en regalías, tanto por el germoplasma como por la biotecnología introducida en la semilla.
Para adherir, de entrada, el productor deberá firmar con la semillera que elija como su proveedora de semilla certificada un acuerdo o compromiso marco. Luego puede optar por comprar la bolsa de semilla certificada y pagar las regalías en ese momentos, a un precio más bajo que el que finalmente deberá afrontar si luego de la cosecha lo pescan en el puerto con variedades por las que no pagó derechos antes. La diferencia es de tres veces a favor del pago voluntario por sobre el punitivo, aunque esto puede variar porque cada compañía será libre de fijar sus pretensiones. Como promedio puede manejarse un salto de 4 a 12 dólares por tonelada de soja Enlist.
Para tentar a los productores a hacer las cosas del modo que corresponde, Sembrá Evolución creó una suerte de sistema de Millas, semejante al de las líneas aéreas. En este caso, la unidad de medida se llama Hectáreas Tecnológicas (HT), que equivalen a 3 toneladas de soja (el rinde promedio nacional del cultivo). El productor “en regla” recibirá HT en crédito cuando compre semilla certificada y pague las regalías pretendidas por cada empresa. O podrá comprar HT en la plataforma si lo que quiere es utilizar semilla de su propia cosecha, al amparo de las leyes de Uso propio. Es otra manera de reconocer la tecnología que está utilizando a quienes la desarrollaron. “El valor de la HT de las variedades incluye el pago de todos los desarrollos (Genética + Biotecnología) para la siembra de una hectárea de dicha variedad”. La acumulación de los HT implica el derecho de descargar determinado volumen equivalente del grano en los puertos y acopios.
Adicionalmente, el productor que comulgue con este sistema podrá adherirse a un Programa de Precertificación de Hectáreas (PPH), donde el sistema verificará gratuitamente que ha cumplido con todos los pasos previos y utiliza semilla certificada. ¿Y de qué le sirve? Pues que nadie le molestará cuando entregue sus cosechas de soja con cupos ni nada parecido. Y mucho menos le reclamarán dinero. Es decir, podrá sortear con tranquilidad los controles Bolsatech sobre sus granos, pues ya no tendría nada que esconder. “Es eso lo que buscamos, un cambio cultural para que en la Argentina se respete el derecho a la propiedad intelectual como en otros países agrícolas”, confesó el ejecutivo de una semillera.