¿Con qué actividad agrícola puede asociar usted a la ciudad patagónica de Comodoro Rivadavia?
Descuide, que lo mismo me pasó a mi, cronista de Bichos de Campo que recorro el país desde hace años en busca de historias productivas. Cuando llegué a Comodoro Rivadavia inmediatamente pensé en el petróleo como la primera opción económica, de índole extractiva. Y luego en todo caso me detuve en la cría de ovinos como principal y casi excluyente actividad agropecuaria de esa zona del sur de Chubut. De hecho, esta historia sucedió en la última Exposición Rural de Comodoro Rivadavia, donde compiten los mejores reproductores ovinos de la región.
Pero, como la mayoría de ustedes, yo pensaba que en Comodoro Rivadavia no era posible que existiese una actividad agrícola. Mi preconcepto indicaba que entre tanto viento y tanta sequedad era difícil que creciera algo.
Hasta que tropecé con Melanie Paz y Daniela Ballo. La primera, estudiante avanzada de ciencias forestales. La segunda, ingeniera agrónoma. Y ambas vinculadas a un programa municipal llamado Comodoro Conocimiento, que por lógica apunta a diversificar la economía local de esa ciudad con innovación y nuevas tecnologías. Por eso había en ese pabellón un emprendimiento hidropónico del que ya hablaremos. Y gente que buscaba fabricar allí los componentes para producir energía a partir del viento.
Pero también había unos simpáticos frasquitos de aceite de oliva. Del oliva que, supongo ahora, será uno de los más australes del mundo.
-Yo no sabía que en Comodoro se hacían olivos. ¿Me cuentan esto? ¿Cómo puede ser que aparezcan olivos en esta latitud tan austral?
-Y puede ser. La verdad es que nosotros estamos muy cerca del mar. Entonces, si bien el olivo tiene tolerancia a la bajas temperaturas, podría no tenerlas si estuviéramos más en la zona de la meseta. Al estar tan cerca del mar, el mar hace como que amortiguan un poco las heladas. Y eso es un gran beneficio para la planta.
-Está todo bien, pero hasta aquí yo había visto que había plantaciones de olivos hasta Las Grutas. Pero estamos en Comodoro Rivadavia, unos mil kilómetro más al sur (en realidad son 685 kilómetros).
-Esa es la plasticidad que tiene el árbol para adaptarse a estas condiciones.
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¿Y cómo fue que llegó la Municipalidad de Comodoro Rivadavia a proponer el olivo como alternativa productiva para sus habitantes? Melanie contó que en realidad alguien advirtió que la ciudad ya tenía varios olivos plantados, desde al menos 50 años, sobre todo en la zona de un parque de la ciudad llamado Saavedra, pero solo a los fines decorativos. Y que entonces se propuso hacer un análisis de la calidad del aceite de sus frutos. Por eso se organizaron los productores y expertos en torno a ese desafío.
“Los olivos del parque estaban hace 50 años. Es un parque botánico, como cualquier ciudad, con distintas especies. Había varios olivos y los productores dijeron vamos a cosechar a ver qué sale”, relató Paz, que se sumó luego a esta experiencia sucedida en 2021, que lamentablemente no volvió a repetirse. Luego fueron sumando otros olivos, como los del Barrio Castelli, existentes en la ciudad, que hasta entonces solo trataban de embellecer algo el rústico paisaje patagónico.
No tardamos mucho en enterarnos que un gran promotor de toda esta movida es un productor local llamado Hernán Muruchi, propietario de una pequeña finca en el llamado “Kilómetro 17”, a la que denominó “Munaska”, que significa querido o querida en quechua. Entrevistado por un medio local, Muruchi contó que su chacra tiene 8 mil metros cuadrados y 600 plantas de olivos de diferentes variedades, como Frantoio, Hojiblanca y Arbequina. Comenzó a implantarlas hace 14 años.
En base a esta plantación comercial y a la recolección organizada de los olivos que ya estaban implantados en la ciudad, fue que se organizó la primer prueba piloto para determinar la calidad del aceite de oliva producida en Comodoro Rivadavia.
-¿Y qué tal resultó?
-Fue buenísimo. Los aceites obtenidos estaban dentro de la categoría AB, que quiere decir que están que tienen que cumplir con los parámetros químicos reglamentados por el COI (Consejo Olivícola Internacional).
-¿Entonces la prueba determinó que se puede hacer olivos en Comodoro con aptitud comercial?
-Sí, por supuesto. Y esa es la idea. Es uno de los cultivos que encuentra condiciones óptimas en nuestra región. El mar está cerca y entonces por eso las temperaturas no son tan extremas, pero por ahí son distintas a otras zonas del país. Entonces eso, más el plus del viento, más algunas otras condiciones de suelo que tenemos acá también en Comodoro…
Ambas mujeres, formadas en producción, están convencidas de la viabilidad del proyecto que ahora llaman Olivos del Golfo San Jorge. Aseguran que “la calidad del aceite es de la mejor porque tiene más cantidad de ácido láctico que en otras zonas del país y eso la hace de excelente calidad. Es que en nuestra zona tenemos suelos muy pobres. Esos suelos tan pobres que tenemos parece que le dan una característica también especial a esos aceites”.
“Acá por el viento las plantas son sanas, no tienen bacterias. Además, en la Patagonia no hay altas temperaturas, si superan los 33 grados supuestamente baja la calidad de aceite y eso hace que madure rápido. Entonces acá, el grado de calidad se logra porque en el verano tenemos amplitud solar y bajas temperaturas, a diferencia del norte del país”, había explicado antes el productor Muruchi al medio local Crónica.
Como sea, llamó tanto la atención esta posibilidad que el gobierno provincial, el CFI (Consejo Federal de Inversiones) y el Conicet estudiaron en conjunto el fenómeno del olivo en Chubut. De ese informe se sabe que hubo varios emprendimientos más al norte de Comodoro, en torno de Puerto Madryn, como el Parque ecológico “El doradillo” (4000 plantas desde hace 14 años) ; Agropecuaria “El Porvenir” (1.500 plantas desde 2017). Luego, en cercanías de Punta Ninfas, en la estancia La Providencia, se implantaron en 2018 otras 800 plantas de olivo de diferentes variedades. Y en 2019, aparecieron otras 2400 plantas en la Estancia Don Ángel, ubicada al oeste de Trelew.
“Más al sur, en el litoral costero de Comodoro Rivadavia, pequeños productores han implantado en sus chacras diferentes variedades de olivos con firmes intenciones de aumentar sus plantaciones e invertir en la región”, destacó aquel informe del CFI, que subraya la creación en el Ente Autárquico Comodoro Conocimiento de una biofábrica de pequeña escala “con el fin de producir plantas de olivo a partir de la técnica de cultivo in vitro, rescatando material genético adaptado en la región por su presencia desde 1930”.
En esa pequeña biofábrica ya se están ensayando con otros cultivos, como la papa semilla, que también ha dado buenos resultados en su cultivo in vitro.
El resultado de todos estos pequeños esfuerzos es el que estamos contemplando ahora: en Comodoro Rivadavia se produce aceite de oliva y también aceitunas de mesa.
-¿Y se imaginan produciendo otra cosa de tradición mediterránea, como uvas para vinificar?- desafiamos a Melanie y Daniela. Esta última contesta:
-Podría ser, podría ser, podríamos tener esa posibilidad. Hay que trabajarlo, pero se podrían.
-Bueno, acá cerca en Sarmiento están los viñedos más australes del mundo.
-Exacto, pero con los viñedos aquí, seriamos nosotros más australes todavía. Hicimos algunas pruebas con vino de mesa, con uva de mesa para hacer vino y fueron altamente satisfactorias. A pesar de que la uva no es la que se debe utilizar, sirvió para mostrarle el camino al productor, como es todo el proceso.
En fin, luego de la experiencia positiva de los olivos, parece que se agrandó Chacarita.
¡Excelente!
Si sirve para que menos gente se dedique a la destructiva y dañina ganadería ovina, bienvenido sea.
Hay que diversificar la producción.