Parece cosa de locos, pero de un mes para el otro, en buena parte de la Argentina productiva se pasó de suplicar “que no llueva más” a pedir “por favor que llueva algo más”. ¿Productores bipolares? No, simplemente gente que tiene enterrada un montón de plata y que depende del clima para que esa inversión se traduzca en una cosecha que les permita cubrir los costos y hasta ganar dinero.
¡Qué llueva, qué llueva! Lagarde está en la cueva… La conducción del Fondo Monetario Internacional (FMI) debería estar igualmente preocupada que los productores, lo mismo que el ministro Nicolás Dujovne y hasta el presidente Mauricio Macri. Buena parte de las chances de que la Argentina recupera algo de salud económica depende de que lluevan unos 40/50 milímetros “correctivos” sobre la región agrícola. de que se corte esta pequeña sequía.
Los contrastes son enormes. El enero que pasó fue uno de los más lluviosos de toda la historia: en algunas zonas cayeron entre 600 y 900 milímetros, y se inundaron los bajos, todo se anegó y se perdió la chance de sembrar unas 500 mil hectáreas de soja. Pero desde que arrancó febrero solo hubo chispazos de lluvia: casi nada. Y un par de largas olas de intenso calor, de ese que evapora todo. Por eso los informes agrícolas empiezan a hablar de una incipiente sequía.
Ver ¿De qué hablamos cuando hablamos de las inundaciones en el norte?
Los cultivos de soja y maíz padecen estas idas y vueltas como cualquier organismo vivo, que finalmente lo son. Por eso los mercados agrícolas comenzaron a inquietarse por las señales que llegan desde el cielo: antes llovía mucho, ahora casi nada. Histeria pura. Los productores vuelven a mirare hacia arriba de modo suplicante. Abajo, por ahora, los cultivos aguantan enteros.
“Por falta de lluvias y elevadas temperaturas poco más de un 30% del área nacional se encuentra en condición hídrica entre sequía y regular. Pese a ello, todavía predomina una favorable condición de cultivo, con más del 87 % del área sembrada en condición normal, buena y excelente”. Eso decía el jueves el último informe agrícola de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Un 30% del área implantada con soja, es decir unas 6 millones de hectáreas, piden una buena lluvia ahora mismo.
De todos modos, deja claro el informe, “la mayor parte del área implantada aún sostiene una favorable condición de cultivo a pesar de las elevadas temperaturas y la interrupción en las lluvias durante las últimas semanas. Más de la mitad del área ya transita etapas críticas de definición de rinde e incluso hay lotes a pocas semanas de cosecha en sectores de la región núcleo”. Esto se traduce en una previsión de 53 millones de toneladas, sin recortes por ahora.
En maíz sucede algo parecido. Por fortuna “se espera que, en los próximos días, se registren precipitaciones que ayuden a mantener el estado de los cultivos”. La Bolsa de Cereales también mantiene por ahora su estimación de cosecha en 45 millones de toneladas.
Un informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba sirve bien para entender el estado de nervios que existe en el sector agrícola. Por un lado, dice que la condición actual permite prever en la provincia rendimientos promedio muy altos en los principales cultivos: de casi 35 quintales en soja, de 88,2 quintales en maíz y de 34,7 quintales en maní.
Es decir, el trabajo vaticina un enorme aporte cordobés a la cosecha 2018/19: de 13,8 millones de toneladas de soja, de 18,5 millones de maíz y de 1,12 millones de toneladas de maní. Pero a párrafo final aclara: “Se requiere monitorear el impacto de las escasas lluvias de febrero en la evolución de los rendimientos de todos los cultivos, lo que podría condicionar la producción calculada a la fecha”.