Bien pegado a Colonia Caroya, en el centro norte de Córdoba, se encuentra la comuna de Colonia Vicente Agüero, un enclave productivo con extensa tradición agroalimentaria.
Buena parte de esa sana costumbre de producir alimentos, lleva la firma del apellido Visintín, una familia señera y destacada en la comunidad. que comenzó hace tiempo con la producción de uvas, y por muecas del destino. Hoy despuntan otras aristas, pero sin alejarse del campo.
Desde 1983 y hasta hace pocos días, Jorge Visintín estuvo ligado a las actividades políticas de la colonia: 28 años como jefe comunal, otros 12 como miembro de la comisión comunal, e incluso un año como interventor del pueblo durante el último año la dictadura militar, en 1982.
La tradición entrelazada entre el pueblo y los Visintín, está además ligada a la actividad agropecuaria, ya que Jorge y su familia hoy producen granos en campos agrícolas, pero mantienen dos de las actividades emblemas de la región: frutihorticultura y fiambres, los famosos salames caseros de Colonia Caroya, que elabora ahora junto a su hijo Fernando para agasajar amigos y familiares.
La zona es conocida por su tradición de fiambres, producción de duraznos, y vides principalmente. Para Jorge Visintín nada de todo eso le resulta ajeno.
Luego de recibir a Bichos de Campo en su casa, en el campo, Jorge comienza a contar su historia, ligada a la producción. Nos muestra la cámara frigorífica donde elabora salames caseros, pero agrega un detalle: En esa misma habitación, donde ahora está la cámara, nació el, hace 76 años, el 11 de abril de 1947.
Jorge nació en el campo, como dijimos. De chico aprendió a trabajarlo, a tal punto que se convirtió con el paso del tiempo en consejero del INTA, llevando a cabo los ensayos más importantes en duraznos.
La vida productiva estuvo siempre fuertemente atada a la institucional hasta estos días: Fue miembro fundador de la Escuela de la Familia Agrícola, (EFA Caroya) y hoy presta sus tierras para ensayos de la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja (RECSO), además de continuar como consejero de INTA, productor, elaborador de embutidos. Quizá por eso, luego de 40 años, dejó de lado la política, y aprovecha para pasar tiempo con sus nietos.
Pero la historia no está pintada de rosa. Como la gran mayoría de los productores, Jorge atravesó momentos duros, que le hizo repensar su actividad, incluso pensó dejar el campo. Es que en 1976 hubo una pedrada histórica, que cambió el mapa productivo de Colonia Caroya y la zona.
“A veces la naturaleza te golpea tan fuerte que te deja sin recursos”, dispara Visintín ante los micrófonos de Bichos de Campo, al referirse a lo que ocurrió el 26 de octubre de 1976. “Ese fue un año bisagra, cayó semejante pedrada que se llevó el 90% de la producción, destrozando la actividad principal de aquel entonces, que era el viñedo, que hubo que replantar”.
La continuidad de la bisagra no sería igual, ya que los productores de la zona, que venían notando perdidas de rentabilidad y al no poder afrontar los costos de la replantación, decidieron cambiar el rumbo. Muchos tuvieron que dejar el campo: “Alguien se fue a sembrar, a trabajar de empleado, otros embutidos, otros hicieron ladrillos o cerámicas. Todo fue para subsistir y volver a la actividad, porque somos testarudos con las actividades del campo, sobre todo la fruta”, comenta Visintín.
Hasta ese entonces, Jorge elaboraba embutidos para las familias, y luego de juntarse con algunos más, decidió dedicarse a los salames, para juntar coraje y volver a sembrar.
En el diálogo con este medio, el productor no tiene ningún problema en compartir el secreto de la receta de su salame, uno de los más ricos de la zona, y casero, que hoy en día no abundan.
Para conocer los detalles, el resto de la historia, y la receta, podés mirar la charla completa en este enlace:
A su vez, Colonia Caroya es conocida por la producción de duraznos, en la que Visintín también es experto. “Hemos vivido muchísimos años de nuestras vidas dentro del viñedo, porque nuestra actividad principal hasta el año 1980 prácticamente ha sido el viñedo. Se trabajaba también alternativamente el durazno, que se ha incrementado después por razones de rentabilidad. Con la uva se dejó esa actividad, y en el caso mío, muy particular, me gustó la fruta, muy especialmente el durazno, porque en la zona se da muy bien”.
La baja rentabilidad, sumada a la pedrada de 1976, originó que la vid fuera desapareciendo de Córdoba, y muchos productores cambien su modo productivo. La superproducción de uva en otras latitudes de nuestro país ayudó a que la uva chinche -o frambua-, la que se da tradicionalmente en la región, quede hoy en volúmenes casi marginales.
En relación a la actualidad y la producción de duraznos, Visintín explica: “Nosotros en especial trabajamos tres variedades fundamentalmente, porque cada una tiene su característica. Hay algunas que producen más, otras menos, otras son discontinuas de entre un año y otro, y entonces uno va eligiendo las variedades”.
Mirá la entrevista a Jorge Visintín, donde detalla la producción frutihortícola de la zona:
Duraznos, granos, y elaboración artesanal de salames deliciosos para amigos y familiares, la actualidad de la vida de los Visintín, que a pesar de las piedras, nunca abandonaron el campo: “Nuestra actividad principal es el campo y seguirá siendo el campo, y seguimos invirtiendo en el campo. Los salames los hacemos para surtir la familia o algún amigo, porque dicen que una de las mejores cosas que puede hacer uno en la vida es mantener los amigos. Somos familia grande. Yo tengo cuatro hijos que además tienen ya hijos”.
A Visintín les gusta comer bien, sano y casero. “Otros lo pueden hacer, a lo mejor porque tienen que vivir de la actividad y tienen que hacer de otra manera o con más intensidad”, destacando que un buen salame casero y vaso de vino, no se le niega a las amistades y familiares que lo visitan. Quizá para contar anécdotas, o seguir discutiendo de política comunal, luego su retiro de la actividad pública de más de 40 años.