Casos de articulación público-privada abundan, y el INTA es, en muchos de ellos, protagonista. Esta vez, cuenta la investigadora Marina Mozgovoj, que pertenece a la Estación Experimental de Castellar, fueron convocados para ayudar a Rizobacter en uno de los pasos clave que tiene el desarrollo de los bioinsumos.
La razón por la que la empresa de biológicos consultó al organismo fue para validar una técnica en particular, usada para detectar las bacterias útiles y usarlas en la producción de los inoculantes.
Lo que antes demoraba no menos de 5 días, con ese nuevo procedimiento ahora demanda sólo 5 horas, y en eso aportó la investigación llevada a cabo por Mozgovoj y su equipo.
La técnica que validaron en los laboratorios del INTA Castellar lleva el nombre de PMA-qPCR que, en resumidas cuentas, “permite discriminar rápidamente bacterias viables de las no viables”, explica Marina.
Particularmente, el desarrollo de biológicos requiere de una determinada concentración de rizobios, que son unas bacterias encargadas de fijar el nitrógeno del aire en forma de amoníaco y actuar como fertilizantes naturales. La limitante que tenía Rizobacter era el tiempo que les demandaba “ubicarlas” para avanzar en la producción.
“Generalmente esto se hace por recuento en placa, que es un procedimiento que tarda aproximadamente unos 5 días. Mediante esta técnica lo que hacemos es reducir los tiempos a 5 horas para poder discriminar estas bacterias viables”, resumió la investigadora.
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Con el visto bueno de los ensayos del INTA, la empresa argentina tiene la certeza de que ese procedimiento es viable, y que servirá para lanzar en menos tiempo sus biológicos al mercado.
“Estamos muy contentos, fue un placer trabajar en conjunto”, señala Mozgovoj, que se siente orgullosa, como investigadora del sector público, de aportar al desarrollo de estos insumos, que tienen cada vez mayor recepción en el agro.