En Brasil, el organismo que oficia de servicio sanitario –algo así como el Senasa argentino- es la Secretaría de Defensa Agropecuaria, que depende, al igual que ocurre aquí, del Ministerio de Agricultura. Para su secretario adjunto, Marcio Rezende, hablar de “defensa” nada tiene que ver con cuestiones belicosas sino que remite a una forma tradicional de referirse a todos los asuntos vinculados a la sanidad animal y vegetal.
“La idea de nuestro trabajo es ‘defender’ a la producción agropecuaria de los riesgos que llegan desde afuera. Es una defensa no contra países o bloques, si no contra eventuales enfermedades y plagas que puedan ingresar a Brasil. Y la verdad es que Brasil tiene también un perfil exportador mucho más que importador. Entonces nuestra defensa contra la entrada de esos riesgos es muy importante”, explicó el funcionario en una entrevista con Bichos de Campo.
Esa idiosincrasia busca blindar no solo las relaciones comerciales exteriores sino también la percepción que el consumidor tiene de los alimentos que el agro brasileño produce.
“La garantía sanitaria, fitosanitaria, y la salud del consumidor son aspectos importantísimos. De nada sirve producir mucho alimento de forma eficiente si no es seguro para el consumo o si trae riesgos para los animales o vegetales de aquellos países que los importan. Por eso nuestra defensa nos permite demostrar no acarreará riesgos”, señaló Rezende.
Esto también fue clave durante los años que en Brasil, al igual que otros países del Cono Sur como Argentina, recibían numerosas barreras paraarancelarias a la hora de exportar sus productos.
Mirá la entrevista completa acá:
-¿Sigue este panorama? ¿Hay mercados poniendo trabajas injustificadas?- le preguntamos al secretario adjunto.
-Nuestros países exportan normalmente productos primarios básicos, tal vez más Brasil que Argentina, como la carne bovina natural, el grano de soja, el café verde, que son productos con un nivel de procesado menor y con, normalmente, menos riesgos mitigados. Cuando se tiene un café torrado o una carne bovina procesada, muchos de los riesgos fueron mitigados. Por eso los requisitos sanitarios y fitosanitarios para aquellas materias primas básicas son más altos. ¿Y por qué nosotros no exportamos esos productos procesados con mayor mitigación de riesgos? Debido a esas barreras tarifarias justamente. Normalmente, a la hora de exportar un producto más procesado, las tarifas son más altas y la exportación se torna comercialmente desfavorable. Eso desequilibra un poco nuestra capacidad de negociación. Nuestros países sufren un poco ese procedimiento pero con el tiempo lo hemos logrado vencer.
Según explicó Rezende, esas barreras arancelarias no justificadas son legítimas siempre y cuando el país importador las aplique como forma de verificar cuestiones sanitarias. Sin embargo, cuando se aplican como forma de proteccionismo pueden volverse un obstáculo.
“Por ejemplo, existen acuerdos como la Convención Internacional de Protección Vegetal, la SPV de la Organización Mundial de Salud Animal (actual OMSA) y el Código Alimentario. Pero los países pueden, además de esas recomendaciones, definir procedimientos de evaluación adicionales asociados a factores intrínsecos de su población, que coloca a los países exportadores en un gris y frente a barreras arancelarias injustificadas”, indicó el funcionario.
Y si de trabas internacionales se trata, la cuestión sanitaria en torno a la fiebre aftosa es una pregunta que no podía escapar de esta entrevista, teniendo en cuenta que Brasil avanza con el intento de dejar de vacunar contra la enfermedad para obtener la categoría de “Libre sin Vacunación”.
-¿Por qué Brasil decide avanzar agresivamente con una política de dejar de vacunar sin esperar a sus socios del Mercosur? ¿Se sienten seguros de que dejar de vacunar no pondrá en riesgo a la región?
-Nuestro plan fue montado dentro del plan hemisférico de erradicación de fiebre aftosa, y lo continuamos. En realidad fueron los demás países quienes no lo continuaron. Nuestras evaluaciones para la evolución de la retirada de la vacunación son a partir de parámetros bien definidos y bien consistentes para que podamos llegar a la conclusión de avanzar. Obviamente existe una disputa entre Estados que quieren avanzar y posiciones que sostienen que no se debería hacer. Se trata de lógica: tenemos un Programa Nacional de Erradicación de Fiebre Aftosa siendo ejecutado durante los últimos 50 años. La recta final del programa será cuando Brasil sea libre de fiebre aftosa. Ya lo conseguimos con vacunación y ahora continuamos el proceso para ser libres sin ella.
A continuación Rezende agregó: “Tenemos la consciencia de que el camino correcto es aquel que nos permita avanzar en la retirada de la vacunación manteniendo al país libre. Nosotros trabajamos con parámetros de riesgo, evaluaciones de servicio veterinario, evaluaciones de inmunidad del ganado y evaluaciones de serología. Hay una consistencia muy grande en lo que estamos haciendo”.
-¿Y en qué año esperan llegar a la meta de Brasil Libre? Hoy por hoy están mitad de camino.
-Nuestro objetivo es que para finales de 2024 hayamos parado la vacunación, y que a lo largo de 2025 consigamos enviar las documentaciones necesarias a la Organización Mundial de Salud animal. Queremos lograr el reconocimiento para mayo de 2026.
-¿Qué gana Brasil haciendo esto, teniendo en cuenta que el grueso de la carne la exportan a China, un mercado no tan exigente en materia de fiebre aftosa como sí lo son otros?
-La visión que tenemos en relación a la fiebre aftosa no se reduce a un período de 2, 4 o 5 años. No se sabe lo que puede acontecer en el mercado de carne bovina en los próximos 10 años. Por eso, mientras mejor posicionado se encuentre usted en términos de sanidad, mejor. Obviamente, existe un equilibrio entre una posible ganancia y riesgo. Sin embargo, ese equilibrio no puede acabar estancando la condición sanitaria del país.
-Quiere decir que están tomando esta decisión pensando en los años que siguen.
-Obviamente cumpliremos con las demandas para el reconocimiento de esas aéreas libres y el acceso a esos mercados en esas condiciones de libres sin vacunación, pero de cualquier forma lo que queremos es estar lo mejor posicionados en una condición a largo plazo.
-¿Qué otras prioridades en materia sanitaria se fija Brasil en este momento?
-Soja, café y algodón son productos muy requeridos por el mercado externo. Nuestro trabajo incluye a los riesgos en términos de sanidad vegetal como frutas, el control de la mosca de carambola, la mosca frutera. Hay algunas plagas relevantes para el mantenimiento de las exportaciones, así como la cuestión de los residuos de agrotóxicos y de productos veterinarios.
-La cuestión de los residuos en frutas y verduras no son solo una exigencia de los mercados externos. Las poblaciones de nuestros países son cada vez más exigentes no queriendo agroquímicos. Ustedes tienen una actividad muy fuerte en ese sentido.
-Sí, tenemos cada vez más defensivos biológicos aprobados y estamos perfeccionando nuestro control cada vez más sobre residuos químicos, justamente por una demanda interna también. La capacitación de los aplicadores de agrotóxicos, por ejemplo, no tiene nada que ver con los mercados externos. Es un control sistémico dentro del país.
-¿Y no hay una doble vara, una doble moral, “para afuera se controla más y para adentro, menos”?
-No. Dentro de lo que está implementándose, por ejemplo, para poder aplicar defensivos agrícolas hay que tomar un entrenamiento y estar certificado.
–Es obligatorio. Nadie que no haya sido certificado puede aplicar un agroquímico en Brasil.
-Aún no está operando al 100% porque estamos trabajando con una cuestión que ya está sucediendo. El control será hecho por un registro electrónico. Los entrenamientos están sucediendo en cooperación con las empresas que fabrican esos productos. Por eso nuestra lógica de implementación está en proceso de ejecución. Todavía no está finalizada pero será obligatorio.
En este sentido, Brasil también se encuentra implementando una política que busca quitar del mercado aquellos fitosanitarios más viejos y reemplazarlos por productos con tecnología mejorada, y por lo tanto más seguros.
“Nuestra fundamentación es tener el producto con menor riesgo. Normalmente existe una evolución en el mercado de agroquímicos con moléculas más eficientes y menos tóxicas. Brasil tiene históricamente un proceso muy demorado en ese sentido, y esa demora nos lleva a tener moléculas más viejas, ya prohibidas en otros países que tienen procesos más rápidos. Se convierte en un círculo vicioso donde siempre estamos atrasados”, explicó Rezende.
-Habíamos dicho que las barreras paraarancelarias ya no eran tan comunes como en el pasado. ¿Cuáles son las amenazas que Brasil, siendo una potencia exportadora de alimentos, percibe en el horizonte? ¿El bienestar animal puede ser una de ellas?
-Eso que acaba de mencionar está muy relacionado con la cuestión de la Salud Única (One Health). Esas amenazas, tanto del medio ambiente como de las cuestiones de bienestar animal, son puntos de gran importancia para la población brasileña. Yo no me referiría a amenazas sino a desafíos sobre los que debeos conseguir trabajar en las distintas regiones de Brasil, que tienen distintas biomasas. Por ejemplo la cuestión de la deforestación y sustentabilidad del Amazonas. Herramientas de rastreo permitirían que eso se controle y que la producción no dependa de eso. Fiscalizar todo no es simple. Me parece que es un desafío para el futuro de Brasil reconocer la cuestión principal en cada área del territorio y trabajar sobre esa idea de Una Salud.
-La lógica sería tratar de establecer estrategias regionales para cumplir con las demandas globales.
-Sí. Y que también las demandas globales tengan sentido. Porque una demanda global que me coloca una obligación que no tiene sentido dentro de mi sistema, dentro de mi población, es un obstáculo. Me parece que Brasil siempre se colocó a disposición para discutir las cuestiones ambientales. Brasil es una potencia ambiental. Creo que es muy difícil encontrar otro país que tenga la condición de Brasil. Tenemos el 65% del país con cobertura vegetal. Es óptimo que el país sea de esa forma, porque efectivamente no necesitamos de esa área para producir y forma parte de un marketing futuro que el país tendrá. Difícilmente otros países tenga un parea preservada como la que tiene Brasil y sea reconocido por ello.
-¿No sería más fácil dar estos debates hacia el mundo como Mercosur? ¿Hay un discurso común respecto a estos temas o hay que incrementar la cooperación entre nuestros países para sostener estas posiciones?
-Sin ninguna duda el Cono Sur debería buscar la armonización de las medidas sanitarias y fitosanitarias. Tenemos recomendaciones internacionales perfectamente aplicables aquí. Pero me parece que todavía no tenemos, dentro del Mercosur, los mecanismos para tanto. Así como nosotros en Brasil precisamos reconocer caga región según sus necesidades, en términos de sustentabilidad, los países de la región también tienen sus particulares. Con un discurso común en la región podríamos beneficiarnos sin duda alguna. Tenemos una condición inigualable en el mundo pero que todavía no fue aprovechada. Y la armonización es el camino para lograr hacer eso.