Argentina es un país por demás extraño que incluso puede resultar desconcertante para sus propios habitantes por los hechos insólitos que ocurren en el mismo.
Resulta que Argentina tiene actualmente el maíz más caro del mundo, pero los productores argentinos son los que reciben el precio más bajo del mundo. Cosa e’ Mandinga.
Debido a la catástrofe climática presente en la Argentina, el precio FOB del maíz Rosario comenzó a escalar posiciones para finalmente terminar superando a sus pares de Paranaguá (Brasil) y del Golfo de México (EE.UU.)
El alza del valor FOB se trasladó al precio FAS, es decir, el que cobran los productores argentinos, el cual, según datos de la plataforma Sio Granos, el último día hábil de la semana finalizó en un promedio de 43.349 $/tonelada para entrega en las terminales del sector sur de Rosario.
Pero ese precio –en pesos– es el producto de una sodomización múltiple que haría empalidecer hasta al más experimentado productor de películas pornográficas.
Además del recorte de precio generado por el “corralito” del cupo de exportación, el maíz está gravado por un derecho de exportación del 12% (que se aplica sobre el valor FOB) y los exportadores deben realizar también aportes forzosos a un fideicomiso gubernamental destinado supuestamente a subsidiar el precio interno de productos panificados.
Por si faltaba algo más para “planchar” el precio del maíz que cobran los productores argentinos, vale mencionar que el mismo se liquida con el tipo de cambio BNA comprador (168 $/u$s), mientras que el valor real del dólar negociado en el mercado bursátil argentino (MEP) se ubica actualmente en 329 $/u$s.
Eso significa que, al final del día, con un precio FOB Rosario oficial disponible actual de 307 u$s/tonelada, el productor termina cobrando en “dólar billete” apenas 131 u$s/tonelada. Es decir: menos de la mitad.
La realidad es que, con un Banco Central (BCRA) vaciado de divisas que además distribuye dólares entre importadores de manera discrecional, muchos proveedores de piezas, equipos e insumos empleados por el sector agrícola argentino recurren a divisas propias o bien adquiridas en el mercado “contado con liquidación” (CCL) para poder gestionar importaciones.
Eso implica que, mientras que los empresarios agrícolas acceden a un tipo de cambio real bastante inferior al oficial, deben adquirir piezas, equipos e insumos valorizados con un tipo de cambio libre, lo que genera una pérdida de competitividad enorme que, tarde o temprano tendrá repercusiones en términos tecnológicos y productivos.
Locura: En cuestión de días la soja argentina pasó de ser la más barata a la más cara del mundo
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