La reciente evolución de las cotizaciones de los contratos de harina de soja en el mercado estadounidense del CME no parece tener sentido porque va a contramano de las bajas provocadas por ventas generalizadas de futuros de commodities realizadas en las últimas jornadas por grandes fondos de inversión.
La cuestión es que los valores están regresando a su zona de equilibrio luego de que factores logísticos coyunturales ocurridos en EE.UU. los deprimieran por demás.
Luego de los desastres generados en las terminales portuarias del Golfo de México por la huracán Ida, en septiembre el colapso de una grúa en una terminal portuaria de la cooperativa Ag Processing –una de las principales exportadoras estadounidenses de harina de soja– provocó la interrupción de los envíos a causa de los severos daños estructurales generados por el accidente.
Esa doble restricción logística coincidió con una demanda inusual de harina de soja por parte de India, que fue muy bien aprovechada por las industrias exportadores de Sudamérica (fundamentalmente de la Argentina).
Con la progresiva reparación de los daños generados por eventos climáticos y fortuitos, las operaciones de comercio exterior de harina de soja estadounidense se están recomponiendo. Y eso se refleja en los precios del producto.
Un factor potencial alcista para la harina de soja –en realidad para todas las harinas vegetales– reside en el hecho de que la suba del costo energético a nivel global puede llegar a hacer más competitiva la importación del producto elaborado que del grano para luego procesar en el propio territorio.