En Uruguay el respeto por la propiedad intelectual en el ámbito de la genética agrícola es la regla general, aunque en las últimas campañas se viene registrando un retroceso al respecto.
En la campaña 2024/25 el 52% del área sembrada de soja por productores uruguayos correspondió a semilla certificada (“etiquetada”), mientras que otro 31% fue “uso propio” con pago de regalías en el marco del Sistema de Valor Tecnológico (SVT). Es decir: la proporción de semilla legal representó un 83% de la superficie nacional (1,384 millones de hectáreas). El 17% restante corresponde a semilla ilegal o bien a cultivares de “uso propio” que no se declararon.
“Destacamos que Uruguay sigue siendo referencia a nivel internacional en lo que respecta al reconocimiento de la propiedad intelectual y el valor de la genética, aunque estos números plantean un gran desafío a nivel nacional, ya que un 17% de ilegalidad y subdeclaración de la semilla utilizada funciona como un desestímulo al desarrollo y lanzamiento de nuevas variedades y sus tecnologías asociadas”, señala un informe publicado por la Asociación Civil Uruguaya para la Protección de los Obtentores Vegetales (Urupov).
El nivel de siembra de semilla ilegal o no registrada, que en 2022/23 había alcanzado un 11%, comenzó a aumentar a partir de la campaña 2023/24 y está a un paso de alcanzar el 18% registrado en 2020/21.
Más allá del retroceso, el uso de semilla certificada en Uruguay es elevado en términos regionales, lo que se explica fundamentalmente porque el monto abonado por semilla original, multiplicado por 1.5, puede descontarse del Impuesto a la Renta (equivalente al impuesto a las Ganancias en la Argentina).
Es decir: existe una política agropecuaria específica orientada a incentivar la inversión en tecnología porque se entiende que eso contribuye a incrementar la productividad y, por extensión, la generación de una mayor oferta exportable y de divisas.
Aproximadamente el 64% del área nacional se sembró en 2024/25 con variedades que incorporan eventos biotecnológicos, como Intacta, Enlist y Conkesta, que otorgan resistencia a herbicidas e insectos. Asimismo, se mantiene una clara preferencia por cultivares de grupos de madurez entre 5,5 y 6,5 con un 93% del área sembrada.
Existen unas 3200 empresas registradas como productores de soja, donde el 25% siembra más del 80% del área nacional, mientras que el 76% de los productores opera en predios menores a 300 hectáreas y representa el 21% del área total.
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