En las dos primeras jornadas el “dólar maíz”, acompañado por los “teloneros” del girasol, la cebada y el sorgo, mostró una performance muy lejana a las necesidades de generación de divisas por parte del equipo económico del ministro Sergio Massa.
Las divisas ingresadas entre el martes y este miércoles en el marco del “dólar maíz” reforzado sumaron 248,5 millones de dólares, mientras que en el mismo período del “dólar soja 3” esa cifra había sido de 667,9 millones.
En los dos primeros días de vigencia del régimen del “dólar maíz” a 340 $/u$s se negociaron 1,41 millones de toneladas del cereal, de las cuales casi 240.000 corresponden a operaciones a fijar con precio abierto.
La cifra, si bien en términos nominales puede parecer impactante, en términos relativos está muy lejos de serlo. Eso porque, con un cupo de exportación habilitado de 26,0 millones de toneladas, el último dato oficial, correspondiente al pasado 19 de julio, mostraba que apenas se habían vendido 14,7 millones de toneladas de maíz 2022/23, de las cuales 4,65 millones tenían precio a fijar.
La cuestión es que el valor negociado por el maíz en el marco del régimen del “dólar maíz” se encuentra por debajo del precio de referencia publicado por la propia Secretaría de Agricultura.
Este miércoles el FAS teórico del maíz Rosario se ubicó, según la Secretaría de Agricultura, en 67.745 $/tonelada, mientras que en el sector norte y sur de Rosario se negoció en 62.402 y 61.744 $/tonelada respectivamente. Un poco más de suerte tuvieron los vendedores del sur bonaerense en las terminales de Quequén y Bahía Blanca.
Así como el comercio regional de maíz –destinado a consumos– hace meses que viene teniendo un precio superior al ofrecido por los exportadores, lo mismo sucede en la actual coyuntura luego del “anabólico” cambiario instrumentado esta semana.
Otro dato crucial es que, a diferencia de las tres versiones anteriores del régimen cambiario, en esta oportunidad los exportadores no están adelantando dólares a cuenta de futuras (e hipotéticas ) compras de granos, sino que las divisas aportadas se explican por las operaciones concretas realizadas en cada jornada.
Si el “dólar maíz” reforzado sigue mostrando una dinámica tan floja en función de las necesidades cambiarias del gobierno nacional, está la posibilidad de recurrir a una cuarta edición “dólar soja” para nutrir las cuasi inexistentes reservas internacionales del Banco Central (BCRA).
El “dólar agro”, en sus diferentes versiones, consiste en un mecanismo a través del cual los exportadores de productos agroindustriales aceptan ingresar divisas al país a un tipo de cambio superior al oficial. En la primera, segunda y tercera edición del régimen el tipo de cambio especial fue de 200 (septiembre), 230 (diciembre) y 300 (abril/mayo) pesos por dólar ingresado respectivamente.
Como ese régimen cambiario especial se implementa por un período limitado –que en la cuarta edición finaliza el próximo 31 de agosto– se provoca entonces un aluvión de ventas de granos que deprime los precios en dólares de los mismos en el mercado disponible, algo que, gracias a la “magia” del tipo de cambio especial (financiado con emisión monetaria), termina generando precios “inflados” en pesos.