Si de producción maicera se trata, los departamentos cordobeses de Marcos Juárez y Unión son dos protagonistas indiscutidos de esa provincia, principalmente para el maíz de primera. Con muy buenos suelos, que no siempre estuvieron dedicados a la agricultura, esas localidades acusan una buena nutrición de base, napas nutridas y mucho espíritu productivista.
Así es como define a esa porción del cinturón maicero nacional el ingeniero agrónomo y asesor Juan Pablo Ioele, que durante muchos años trabajó como técnico del INTA Marcos Juárez y que hoy se enfoca en la actividad privada.
“Marcos Juárez y Unión forman parte de la región núcleo de la provincia y sin dudas son muy fuertes en todo lo que es maíz potencial y de primera. Sus suelos no venían de una historia de agricultura, en su salida de la ganadería entraron con siembra directa, y hoy arrojan un rendimiento potencial que ronda los 140 a 150 quintales. Es una locura”, señaló en conversación con Bichos de Campo.
Mirá la nota completa acá:
Y analizó: “El maíz es un cultivo que correlaciona muy favorablemente el agua con la que empezás y el rendimiento al final. No hay muchos cultivos que lo hagan tan bien. Por ejemplo, la soja depende más de las precipitaciones durante su ciclo. Tuvimos un otoño con una recarga espectacular, un invierno súper llovedor y las expectativas desde lo productivo para el maíz son altísimos”.
En efecto, aquellas cifras detalladas por Ioele duplican el rendimiento nacional promedio y despiertan preguntas sobre cómo trasladarlas al resto del país, en pos de acercarnos a los resultados que se registran en otros países.
“La brecha se construye con un piso y con un techo. Para mí la prioridad siempre es subir los pisos, principalmente porque estás ayudando al que más complicado está, que es el que más te ayuda a construir buenos promedios a nivel regional. Las potencialidades, en la gente que las trabaja, las están buscando siempre solas”, explicó
¿Pero cuáles son las causas para esa brecha? ¿Por qué Argentina no consigue duplicar su rendimiento de maíz? De acuerdo con el especialista, las causales en nuestro país son “fundamentalmente estructurales”.
“Nosotros tenemos más de un 65% del área alquilada y el cultivo de maíz requiere muchísima inversión. Si yo además de poner 17 a 20 quintales de alquiler, tengo que poner un paquete tecnológico altísimo para ver cómo me va en seis meses, eso te lleva a estar muy al resguardo de la inversión”, dijo Ioele.
“Para el tipo que alquila, la moneda de entendimiento del negocio es la rentabilidad, no el margen bruto. El margen bruto es cuánto te entra menos los costos. En la rentabilidad vos te fijas cuánto te queda después de toda la que pusiste, y el maíz tiene un paquete de costo muy alto. Muchas veces, el margen bruto es muy comparable al de soja, pero la renta no”, añadió a continuación.
Ese costoso paquete incluye la elección de un híbrido ideal para el lote elegido, un análisis de suelo que permita determinar el paquete de fertilización a emplear, así como el paquete de protección necesario. Esto, según el agrónomo, no pesaría tanto si se trabajara sobre un 90% de campo propio.
“La inversión que estaría haciendo la gente sobre su unidad de superficie sería distinta y los rendimientos también serían distintos. Son cuestiones estructurales diferentes que no tenemos”, resumió el cordobés.
Pero entonces, ¿qué lleva a los agricultores a seguir eligiéndolo, aún en zonas que se encuentran en el piso de esa brecha?
“Si vos le preguntás a cualquier productor o técnico, el maíz es el cultivo que todos queremos hacer, no solo por todo lo que aporta a la economía regional, sino porque es un cultivo que responde a lo que vos hacés, al manejo. Pasa a ser divertido también para el técnico, porque vos le ponés y responde, siempre y cuando te acompañe el agua en secano. Tiene un círculo virtuoso cuando empieza a andar y funcionar, que tracciona desde lo agronómico y lo social”, afirmó Ioele.