Impresiones desde el acto de Palermo.
Dentro de la pista central no parece haber cambiado nada: el acto central de la 136° Exposición Rural empieza con un desfile de los Granaderos de a Caballo, recordándonos que alguna vez la Argentina era próspera y escribía algunas páginas de gloria. “Honor, honor al gran Cabral”, entonaban los hombres desde arriba de sus montas.
A las once menos veinte el locutor pide a los que ocupan el palco oficial que se sienten, porque está por ingresar el presidente Javier Milei, el primero en venir después de cuatro años, porque antes Mauricio Macri ya había roto el conjuro kirchnerista de faltazos presidenciales a la Rural. Macri, ahora en el llano, a esta no vino, pero si lo hizo su ex aliada y ahora rival, la ministra Patricia Bullrich, que cosecha los primeros aplausos.
El palco se divide entre los políticos de turno, los estancieros de siempre (es fácil reconocerlos por sus costosos loden) y la fauna agropecuaria que va y viene, no importa quien convoque. Estamos en la Rural y en el principal acto de política agropecuaria que tiene el sector, viene el presidente Milei. Esta vez es más importante que otras. El campo es como un niño grande al cual sus padres lo han ignorado durante tantos años que lo único que pretende es sentirse un poco querido. Nada más. Por eso esta visita tiene gusto a reparación. Miren con lo poco que nos ahorramos un psicólogo.
Milei viene, pero como siempre, no se sabe qué dirá: ¿Me quiere o no me quiere? ¿O solo me usa? Esta cita en Palermo no está exenta de intrigas que tienen básicamente que ver con esto, con los niveles de exigencia que tendrán los que forman la familia agropecuaria frente a un presidente Milei que ahora dice valorarlos, quererlos, pero que no ha cambiado en mucho más el trato que le dispensaban al campo los ex presidentes Néstor, Cristina o Alberto.
Faltan quince minutos y la gente aplaude: uno piensa que llega Milei y se revelará la incógnita, pero en realidad son los veteranos de la Guerra de Malvinas, unas de las pocas cosas que son aplaudidas por todos los argentinos, prenda de paz y de unidad.
Los ministros de este gobierno tienen asistencia perfecta, salvo por el de Economía, Luis Caputo, pero que ya había venido a la Rural para avisar a los productores que no esperen una rebaja de las retenciones. De todos modos, vino en la semana para pedir paciencia a los productores, cada vez más ansiosos porque los precios de los granos bajan casi 30% en el mercado internacional y tiñen de rojo sus planillas de márgenes.
El día amaneció incómodo: en las últimas horas, un comunicado de CRA y algunos otros pronunciamientos aislados, incluso de productores duros que acompañaron la campaña electoral de La Libertad Avanza, le recordaron a Milei que el amor no solo requiere de palabras y solidaridades, sino que se construye con hechos concretos. “Los tiempos del campo no son los tiempos del gobierno”, lanzó CRA, provocando el enojo falsete de los operadores del presidente en los medios. “Milei se enojó”, dispararon desde los diarios más grandes, como si fuera él quien tuviera derecho a hacerlo, y no los productores a los que les sacaron más de 200 mil millones de dólares en los últimos 22 años, y les siguen sacando.
Nadie va a romper lanzar, y eso le saca emoción a la previa del acto, porque todos se necesitan mutuamente para que no regresen los desplantes y el maltrato. Se necesitan tanto que hasta Victoria Villaruel, la vicepresidente destratada por la hermana de Milei, agita banderitas celeste y blancas de plástico elegantemente vestida para este acto, sombrero incluido.
Son las 11 y cinco, el tiempo de las marchas militares se terminó, y Milei ya da la nota, llegando unos minutos más tarde de la hora protocolar de inicio del acto. Hay un bullicio incómodo en las tribunas. Pero la demora es de unos pocos minutos, y el alma regresa al cuerpo de los organizadores con el ingreso de Karina. Que susto: ¿Imaginate si al loco del Peluca se le ocurre manifestar su enojo con quienes reclaman que cumpla lo que prometió en campaña (eliminar las retenciones) con un faltazo de último momento?
A las y diez se abren las tranqueras a la pista central por el acceso de Palermo, por donde ingresan los caballos. Es casi obvio que va a ingresar en auto y efectivamente lo hace. No es el Cadillac descapotable que utilizó Carlos Menem en los noventa, pero tiene el techo corredizo por donde asoma medio cuerpo del estadista. Lo rodean unos pocos guardaespaldas, que son apenas una ínfima parte de todos los efectivos -cientos- que han participado del operativo de seguridad dentro y fuera del predio de Palermo. Milei saluda hacia las tribunas levantando los brazos. Recibe los primeros aplausos, pero sin estridencias ni gritos histéricos.
El Himno Nacional Argentino comienza exactamente a entonarse a las 11,16 minutos.
Matías Mones Ruiz, un coronel responsable de los granaderos a caballo, se aproxima al presidente, ya instalado al lado de Nicolás Pino, el titular de la SRA, y del jefe de gobierno porteño Jorge Macri, ára que ellos se van, que ya han hecho lo suyo., Salen los militares a caballos para dejar lugar a los verdaderos protagonistas de este “fiesta del campo en la ciudad”, que son los gauchos a caballo y los reproductores bovinos. “Avanza el enemigo, a paso redoblado”, dicen los militares. Por fortuna los Grandes Campeones no entienden, porque todos estamos tan susceptibles que hasta podrían ofenderse.
“Acá hay campo para crecer” dice una enorme bandera que un grupo de jóvenes, a continuación, despliega sobre la arena de la pista central, delante del Presidente. Se parece a la propaganda de YPF en las canchas de fútbol, pero esta salió cuadrada. Fue un esfuerzo monumental de márketing para la tradicional Sociedad Rural. Toda una innovación. La Rural también banca los trapos.
Son las 11,28 y comienza a hablar el ruralista Pino.
Empieza el dirigente empresario aclarando algo que no pareciera necesario: la SRA es oficialista. Dice que “Hablamos hoy desde una postura esperanzada, pero realista. Podríamos centrarnos en la queja y el reclamo: existirían motivos suficientes. En cambio, preferimos en este momento apelar a la paciencia del hombre y la mujer del campo, porque creemos útil darle al gobierno un espacio de confianza, como se lo dio la ciudadanía en
las elecciones de 2023”. Todo dicho. Si había algo de suspenso ese párrafo lo anuló. Milei debe haber suspirado, pero no pudimos verificarlo.
Luego de quitarle cualquier tono de protesta a su discurso, Pino define que de ahí en adelante hablaría en “tono de propuesta”. Justificó esa deserción del reclamo gremial sectorial a que “se trata de poner todo el hombro para que el edificio no se derrumbe”. Dice incluso que no importaría si el presidente fuera libertario, socialista y hasta peronista. Creer o reventar.
Esa propuesta, eso sí, comenzó por recordarle al Presidente que si reduce las retenciones será un negocio para todos los argentinos. Los derechos de exportación, dice, representan un “tratro desigual” para el agro, ya que “son un impuesto distorsivo, discriminatorio y confiscatorio”, que atentan contra la prosperidad no solo del sector sino de todo el país. “El campo combate la pobreza produciendo. Los gobiernos se han caracterizado por una mala administración endémica del problema”, describe el dirigente.
“Señor presidente, nosotros necesitamos la certeza de que usted eliminará las retenciones”, resume Pino, cosechando aplausos.
Otros puntos altos de su discurso fue cuando le marcó la cancha a CRA: “No se puede hacer gremialismo solo con comunicados”. Y cuando recuerda a Carlos Achetoni, el ex presidente de Federación Agraria que murió haxe un par de meses en un accidente de auto. La familia del chacarero mendocino estaba en el acto y cosechó sinceros aplausos cargados de tristeza genuina.
“Las fuerzas del cielo se van a encontrar con Las fuerzas del campo integradas en la acción”, se recibe sobre el final el titular de la Rural, consagrándose -mal que le pese- como oficialista.
Milei toma el micrófono a las 12 en punto. Tenía el campo fértil para su discurso. “Es un orgullo estar parado en esta arena. este podio y esta institución han sido protagonistas de nuestra historia…”
Desde el vamos, y extrañamente, el Presidente baja la cabeza frente a la importancia histórica y económica del campo. “Estamos parados sobre los hombros de un gigante”, exagera. Para luego entonar la consigna histórica de la SRA, siempre pintada sobre su cabezas: “Cultivar el suelo es servir a la patria”. Cosecha en ese momento su primer gran aplauso.
Luego lo previsible: la comparación de aquellas épocas gloriosas donde el sector agroexportador arrastraba al resto de la economía contra quienes intentaron una aventura estatista que nos condujo a la decadencia, donde las políticas públicas optaron por el modelo de sustitución de importaciones. . “Es hora de volver a empezar”, indica, pero prolonga el ataque a los políticos que lo precedieron y que marcaron que “el desarrollo industrial debe ser ahogando al campo”.
Milei caracteriza ese pensamiento como “la economía de suma cero, donde para que uno gane el otro debe perder. Es una burrada importante, porque si la economía fuera suma cero no habría crecimiento. Esta salvajada debería ser solo fruto de la mente de un socialista o un energúmeno, que es otra forma de llamar a un socialista”, indicó, levantando el tono de un discurso cuidadosamente preparado, leído como para no desbocarse.
Amor, amor. Si lo que necesitaba el agro para sentirse mejor eran palabras de cariño, reconocimiento y palmadas en la espalda, es lo que obtuvo de Milei hasta ahí. Y si quería algo más, pruebas concretas de amor, apenas logró alguna caricia como la rebaja de las retenciones a las carnes y otras pocas medidas concretas que surgen de su largo discurso.
A todo lo demás, creer o reventar, como había propuesto Pino.
“Nosotros tenemos un norte clarísimo, siempre dijimos lo mismo, en mi primera campaña y ahora, a ocho meses del gobierno, venimos a liberar al sector privado, venimos a sacarle de encima la bota asfixiante del estado a los productores. Y de hecho es así que lo que estamos haciendo, porque la verdadera carga que debe soportar el privado es el peso del sector público y este gobierno ha hecho una reducción del 30%. Es el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad”, recalca el presidente.
Y luego exagera: “Venimos a habilitar las ideas que hace 150 años hicieron de la Argentina el país más rico del mundo”. Difícil saber de qué Argentina hablaba: si de toda la Argentina o de la que dominaban casi entera los socios de la Rural de hace 15 décadas atrás.
Milei no se escabulle de las definiciones ni a la presión que parte de la dirigencia ruralista, reunida en la mesa de Enlace, le había metido para que anuncie algo concreto antes del acto, al menos un cronograma de reducción de lso derechos de exportación. Apenas como consuelo que no se sabe si llegará a los productores o se quedará en los frigoríficos, como al pasar, anuncia una rebaja del 25% en los derechos de exportación de las proteínas animales, lo que es decir las carnes de vaca, pollo y cerdo. Hoy tributan 9% y bajarían a 6%.
“Falta mucho, pero hemos hecho un montón”, se consuela Milei a si mismo, argumentando que en la lucha macroeconómica y la baja de la inflación está la madre de las batallas. “Nosotros vamos en serio, estamos dispuestos a hacer un cambio profundo y lo hemos demostrado, queremos cambiar el modelo de país emprobrecedor. Pero para que el nuevo modelo sea exitoso, debe ser sustentable. De nada sirve hacer cambios que no se sustenten en el tiempo, ya hemos vivido esa historia”, declama.
Hablando a los productores, que lo aplaudían pero nunca incurriendo en excesos, Milei proclama: “Yo no vine a mentirles, vine a decirles la verdad, prefiero una verdad dura que una mentira confortable. Nadie tiene tantas ganas como nosotros de salir de este modelo que entre retenciones y cepo le expropia al campo el 70% de lo que produce”.
“Se va a terminar con eso de una vez. Pero también debemos saber que no se pueden quitar los parches sin solucionar el problema de fondo, no nos importa cuanta presión haya y de donde venga, nosotros iremos avanzando. Hace falta mirar la película y no tanto la foto”, dice el presidente, como si la historia de despojo que miran los productores hubiera comenzado con su gestión.
A eso de las 12,40, cuando ya medio cansaba de reiterativo, el presidente agrade a Nicolás Pino por sus “palabras de tolerancia y paciencia porque las reformas van a llegar, están en camino y pronto van a ser una realidad”. Por si acaso, a renglón seguido, les recuerda a los productores que “ya saben cual es la alternativa”, en una referencia clara a los padres que no los querían y además los maltrataban, el kirchnerismo.
Con tanta sintonía entre ambos discursos, el del gremialista y el de la autoridad, no queda mucha más duda que saber si el presidente Milei iba a pronunciar su inconfundible frase con el sello que identifica todos sus discursos.
Lo hace. Grita “viva la libertad carajo”, pero a continuación completa con un “Viva el campo argentino”. Y recibe las vivas de una tribuna que claramente elige creer.
La familia unida. Como si una y otra cosa fueran lo mismo.
Sí, un país de mierda.
Brutal sincericidio del endógamo.
Se extrañan los presidentes abucheados e insultados en ese antro.
Menem no imponia retenciones ni dolar diferencial y lo abucheaban igual