El río Paraná recuperó parte de su caudal y se ubicó en noviembre unos 50 centímetros por encima de su nivel de referencia, gracias a las lluvias acontecidas en el sur de Brasil. Esto permite llegar a aumentar 21% la capacidad de carga de los buques cerealeros en los últimos dos meses, hasta promediar unas 38.000 toneladas por carguero.
Al destacar la normalización definitiva luego de la gran bajante que sufriera ese río estratégico para el comercio exterior de granos y otros productos desde la Argentina, la entidad cerealera rosarina marcó que en lo peor de la crisis la posibilidad de carga de buques se redujo hasta en 10 mil toneladas, con un impacto en la logística y especialmente en los costos.
Para enero de 2022, el promedio de carga por buque llegó a un piso de 28.400 toneladas. Un año antes, en noviembre de 2021, había sido de 31.100 toneladas. Es decir que con el regreso de las aguas a la Hidrovía se registra de modo casi automático una mejoría en la posibilidad de completar las bodegas. En noviembre pasado ese indicador llegó a 38.340 toneladas.
Se trata de un nivel de carga semejante a los registrados en 2019 o 2020. Se ubicó 23% por encima de noviembre del año pasado y 19% más arriba que el promedio de noviembre de 2020, es decir dos años.
“El crecimiento del nivel del Paraná en los últimos meses ha sido notable; en noviembre pasado el río a la altura de Rosario superó los tres metros de altura por primera vez desde agosto del 2019, cuando apenas dos meses antes podíamos encontrar los niveles de agua por debajo del metro”, detalló la BCR.
La salida de la importante escasez de agua que se vio en los últimos meses se dio gracias al importantísimo volumen de lluvias que se observó en el sur de Brasil, en los estados del Mato Grosso y Paraná. Otra de las consecuencias de esta situación es que se pudo recuperar también la generación de energía eléctrica desde la hidroeléctrica Yaciretá.
Luego de que la caída del año pasado configurara “la peor bajante en cerca de setenta años, muy cercana a la de 1944”, ahora la situación parece apuntar a la de normalidad. “Si bien la altura del río de los puertos del Up River (zonas arriba de Rosario) podría caer debajo del metro en las próximas semanas, el Paraná hoy se encuentra en una condición hídrica normal, de acuerdo con el Instituto Nacional del Agua (INA)”, remarcó la entidad bursátil.
En ese sentido, el informe aclaró que aunque “el panorama está lejos de ser el óptimo de otros años, no se espera el retorno a los niveles críticos próximamente, a pesar de la fuerte sequía que sigue azotando al país”.
La caída del caudal del Paraná fue un episodio sumamente crítico para la cadena agroindustrial argentina porque cerca del 75% de la producción de granos y subproductos de la Argentina se procesa y exporta por las terminales portuarias que se ubican en torno a la ciudad de Rosario.
El último de los puertos cerealeros de la llamada Hidrovía se ubica a la altura del kilómetro 460 desde la desembocadura. Hasta allí llega una gran cantidad de buques de ultramar para recibir carga. Más al norte de eso, se utilizan barcazas. Como el dragado del cauce les asegura una profundidad de 36 pies de calado hasta ese punto, los cargueros no siempre se completaban en un único puerto y los barcos debían ir a los puertos del sur de Brasil o de la costa bonaerense (Necochéa o Bahía Blanca) para completar sus bodegas.
La bajante del Paraná provocó un caos logístico, pues a medida que bajaba menor cantidad de agua por el río se iba reduciendo la posibilidad de carga de los barcos, porque la superficie del río se iba acercando peligrosamente al fondo, y esto achicaba violentamente la navegabilidad. Por eso los volúmenes de carga a completar fueron cada vez más grandes y costosos.