Faltan muy pocos días para las elecciones presidenciales y no demasiado tiempo más para el cambio de gobierno, el 10 de diciembre. En este entorno,el ministro y candidato Sergio Massa firmó una resolución necesaria para allanar el camino para que las autoridades del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) puedan extender a todos los caballos del país el uso de un microchip de aplicación subcutánea, en un operativo que no ha sido acordaron -y mucho menos ofrece transparencia- con todas las asociaciones de la vasta industria hípica.
La Resolución 1552/2023 del Ministerio de Economía, publicada en el Boletín Oficial de este jueves, parece únicamente de forma pues solo modifica un artículo de otra norma de 2015 que creó el denominado Registro Nacional Individual de Équidos (RENIE), traspasando la misión de generar un sistema de identificación individual de los caballos argentinos desde la órbita de la Subsecretaría de Ganadería de la Secretaría de Agricultura a la del Senasa, un organismo que también depende de esa cartera pero de forma descentralizada.
A partir de esta decisión avalada por Massa con su firma, entonces, el nuevo artículo dispone que -ocho años después- se vuelve a crear el RENIE “en el ámbito del Senasa con el objeto de planificar, organizar, normar, dirigir, coordinar y supervisar la inscripción, identificación, fiscalización e inspección para todo équido que se movilice independientemente si es un animal puro de raza o no, exceptuando a los animales no destetados que acompañen de forma permanente a su madre”.
El mismo artículo determinaba que “el citado Registro utilizará el microchip como metodología de identificación individual obligatoria”, aún cuando en el mercado existen varias alternativas de identificación de los animales.
Deberán llevar un chip todos los caballos que vayan al matadero
Es curiosa la correlación de las resoluciones con la situación política en cada momento. La norma original que se modificó es de julio de 2015, cuando todavía gobernaba Cristina Kirchner. La nueva norma que la modifica cae justo en un periodo electoral, donde el escenario más probable es un cambio del signo político de gobierno, como sucedió entonces.
¿Qué pasó en el medio? Un montón de cosas que la propia resolución menciona en sus antecedentes:
- Con la Resolución 893 de fecha 27 de noviembre de 2018 el Senasa (bajo la gestión de Cambiemos) creó un Marco Reglamentario para la Provisión de Équidos para Faena y se estableció que todo équido que se remita a faena debe estar identificado individualmente.
- Otra norma, la Resolución 1698 de fecha 9 de diciembre de 2019 (un día antes del regreso del kirchnerismo al gobierno) dispuso en el mismo Senasa la creación del Sistema Nacional de Identificación Electrónica de Animales, que disponía “entre otras cosas, las pautas para la adquisición de dispositivos y la identificación animal” y se superponía con la anterior resolución de 2015.
- Luego de esto, Agricultura preguntó en 2021 al Senasa si el SIGSA (un sistema de documentación electrónica) podía cumplir con los objetivos fijados en la resolución de 2015, para crear el Registro Nacional de Équidos. Es decir que ya entonces comenzó a coquetear con la idea de traspasar esa función (que no solo es sanitaria) al Senasa.
- Ese mismo años 2021, el Senasa contesta que “el SIGSA es la herramienta indicada para la gestión de planes sanitarios y de bienestar animal y que se planifican sistemáticamente ajustes y desarrollos informáticos nuevos”, dando a entender que era posible.
A partir de allí el actual gobierno comienza a implementar una identificación electrónica en los caballos de forma progresiva.
- La Resolución 278 de fecha 14 de mayo de 2022 hizo obligatoria la aplicación de este microchip en los animales destinados al comercio internacional, tanto de exportación como de importación.
- Luego, mediante la Resolución 705/2022 se dispuso que en marzo de este año se ampliaba la obligación de esta identificación forzosa mediante el chip a todos los animales de esa especie con destino a faena. Es decir, a todos los caballos viejos que se dirigen al frigorífico y cuya carne luego suele ser exportada a los países de la Unión Europea.
¿Qué sucede ahora de diferente? Varias fuentes dijeron a Bichos de Campo que se teme que, con este aval de Economía que le transfiere completamente la potestad al Senasa en este asunto, ese organismo (dirigido por la kirchnerista Diana Guillen y el veterinario Rodolfo Acerbi) pretenda avanzar antes de diciembre próximo con la imposición del uso de los microchips a toda la población de caballos que se movilizan en la Argentina, sea su destino final la faena, una exposición, una subasta o simplemente el cambio de predio productivo. Esto multiplicaría el negocio de aplicar los microchips, pues sumaría varios cientos de miles de caballos.
¿Y cuál es el problema? A principios de este año desde distintas asociaciones de criadores de caballos, las gremiales agropecuarias y la flamante Cámara Argentina de la Industria Equina levantaron la voz, porque nunca habían sido consultados respecto de la aplicación de este cronograma haci la identificación total del stock caballar del país. También objetaban aspectos del plan oficial que, por cierto, no lucen demasiado transparentes.
Sucede que para aplicar los microchips exigidos a los caballos con destino a faena, el Senasa había firmado un convenio con una cámara de la industria frigorífica, llamada UNICA, que entre sus socios tiene al empresario Ernesto “Tito” Lowenstein, considerado el zar de la exportación de carne equina a Europa, ya que maneja las principales plantas de faena. A través de este convenio. es UNICA la que está prestando de forma gratuita el servicio de aplicación del microchip a los caballos que ingresan a esos establecimientos.
“Ellos van y te chipean, y por ahora no pagás nada. Pero si prospera esta resolución nueva, en algún momento todos los caballos que se movilicen van a tener que quedar chipeados. Y no hay nada claro: ni quién va a pagar eso, ni quien va a colocar los microchips, ni si se pueden utilizar otras opciones de identificación”, alertó un criador muy atento con este asunto, ya que sospecha que podría derivar a un nuevo costo para el sector primario y hasta en un negocio a la medida de los proveedores de esa tecnología. El directivo cree que lo primero que habría que hacer es sentar a todo el sector con las autoridades del Senasa, para ver qué quieren hacer. “Hasta ahora no nos explicaron nada”, argumentó.
Es vox pópuli en el sector agropecuario que desde hace décadas el empresario Lowenstein tiene una estrecha relación con Bernardo Cané, un ex presidente del Senasa en tiempos de Carlos Menem y Domingo Cavallo (quien incluso lo convocó en la crisis de la aftosa de 2001). Actualmente ganadero en Formosa, Cané participó activamente días atrás de la presentación de un nuevo plan para la cadena de la carne vacuna en el Congreso. La confección de ese plan, supuestamente de la Mesa de las Carnes, fue financiado por la cámara UNICA y el propio empresario dueño de frigoríficos de caballos.
Cané conserva una estrecha relación con altos funcionarios de este gobierno. En varias ocasiones se lo vio visitar las oficinas del ex ministro Julián Domínguez y también mantiene contactos con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, quien lo tuvo también de asesor cuando fue ministro de la Producción, en tiempos de Eduardo Duhalde.
“A partir de la firma de un convenio entre el Senasa y Única, la industria frigorífica ofrece al productor propietario de equinos la posibilidad de identificar con microchips tanto los equinos que tiene previstos remitir a faena como el resto de los equinos que permanecerán en el establecimiento, sin costo alguno para su propietario”, dijeron en su momento al diario La Nación fuentes de ese organismo sanitario.
Hasta ahora, el trabajo está totalmente tercerizado. Las mismas fuentes de Senasa habían dicho que “la compra de los microchips la realizó UNICA y los distribuye entre las cuatro plantas frigoríficas, las cuales a su vez disponen de personal para la aplicación de los mismos. Mediante una APP desarrollada por UNICA los datos ingresan a una base de datos, los cuales, previa verificación de la identidad del propietario y su inscripción al Renspa migran a la base de datos del SIGSA para el inicio de la trazabilidad individual”, agregaron.
A esta altura, los criadores de caballos están llenos de interrogantes.
Lo único claro es que por ahora parece haber solamente un único proveedor del microchip y poca posibilidad para buscar alternativas. Si hasta la propia resolución de Senasa en 2019 definió las características técnicas que debía tener este Dispositivo de Identificación Electrónica: “Debía ser acorde a las normas ISO 11.784, de los lectores de radiofrecuencia y a las normas ISO 11.785, del código país 032 acorde a la norma ISO 3166, incorporando además un código de dos dígitos para cada especie, correspondiendo el código 05 para los equinos”.