Aún en medio del la primera etapa de su concurso de acreedores -iniciado en febrero en un Juzgado Comercial de Rafaela- la cooperativa Sancor está logrando una recuperación de su actividad, mediante la reconducción de algunos negocios y diferentes acuerdos con otras empresas del sector lácteo.
Esas empresas asociadas ahora utilizan la capacidad instalada de SanCor para hacer sus productos a fazón, algo que le trae beneficios a la cooperativa. Este camino se está marcando, muy a pesar de lo que parecen esperar muchos dirigentes de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra).
El gremio se ilusiona con que un cambio en el Juzgado pueda dar la oportunidad de concretar el último sueño de su secretario general, Héctor Ponce, que sería conseguir una quiebra para la empresa para formar posteriormente una cooperativa de trabajo que manejaría la propia gremial, sin duda corresponsable del camino de desaciertos que llevó a la cooperativa hasta su situación actual.
El juez a cargo del concurso era Guillermo Vales, pero dejó su cargo en Rafaela para asumir otro puesto similar en la ciudad de Santa Fe. Antes de irse, concedió la convocatoria a una declaración a dos ex presidentes de Sancor. Este miércoles 12 los ex titulares de la firma, Alberto Sánchez y José Pablo Gastaldi, pasarán por los tribunales de Rafaela y frente al nuevo magistrado a cargo, Marcelo Gelcich, brindarán un detalle de lo que ocurrió en sus mandatos.
Este dato colabora a quitar fuerza a todas las versiones que intenta instalar Atilra sobre una evasión superior a 1.500 millones de pesos por parte de la cooperativa. Lo que dice el gremio es que hay retenciones salariales no depositadas en los sistemas previsionales ni en las cuentas de la obra social. Sin embargo, si se recorren algunos recibos de sueldo o liquidaciones en la propia página del Arca, se puede ver como a medida que fue ingresando dinero a la cooperativa, se fueron haciendo los pagos que el propio gremio reclama.
Los dos ex presidentes tratarán de mostrar eso ante el juez. Incluso dirán que todos los pagos se hicieron de manera constante siendo acordadas con la gremial.

Más allá de esta polémica, hay que ir a lo concreto. La cooperativa pudo, desde el mes de mayo, empezar a recuperar su actividad y reactivar sectores después de los diez meses de bloqueo que dispuso Atilra sobre sus plantas, con una clara intención de fundirla nuevamente. Esta etapa de fuerte disputa empezó en octubre de 2023, y se extendió hasta julio de 2024.
La firma de un acuerdo a mitad del año pasado, que tendía al pago primero de la deuda con el gremio primero que los salarios, no detuvo su marcha. Es así que, si bien ya casi no tiene leche propia para procesar, salvo una mínima porción, ha logrado generar acuerdos con terceros que le permiten tener ahora todas sus plantas activas.
Como resultado de aquel bloqueo, la planta de San Guillermo había cerrado en noviembre de 2023. Ahora, sin embargo, está nuevamente en actividad.
Son seis plantas las que tienen altos niveles de ocupación, rondando entre el 75 y el 80% de la capacidad operativa, y que ya procesan aproximadamente entre 550.000 y 600.000 litros de leche por día, según datos al mes de septiembre, con una tendencia en alza que se corresponde con la primavera en curso.
Sancor ahora no solamente seca leche, sino que tiene activas sus líneas de manteca, de crema, del queso crema Mendicrim, de quesos duros, semiduros, blandos, rallados y de dulce de leche. Salvo los postres y yogures que habían sido vendidos tiempo atrás a ARSA (otra láctea que finalmente pidió esta semana su concurso), todos esos productos salen con marca propia o con marca de terceros. Incluso se los pueden encontrar en góndolas de supermercados y también en almacenes y comercios de cercanía.
De acuerdo a información a la que pudo acceder Bichos de Campo, entre mayo y octubre de este año la facturación mensual de Sancor se triplicó. Y según las proyecciones seguiría creciendo en los próximos meses, ya que la recuperación en el mercado interno le da respuesta a una demanda siempre consistente a los productos que llevan esta marca, que ha perdido mucho menos el prestigio.

Lo llamativo es que al gremio Atilra parece molestarle esta situación y que Sancor produzca a fazón, mientras que en el caso de Verónica, con un esquema similar, el problema no se plantea en los mismos términos. Las empresas tienen totalmente realidades diferentes, y sin embargo la posición del gremio enciende algunas alarmas.
Ponce está por comenzar su año número 25 a cargo del sindicato, y Sancor es la principal justificación de su gestión, a pesar de los cuestionamientos que tiene de forma interna, en un gremio que no ha podido aprovechar el buen momento del sector y dispersó sus energías en luchas contra la industria, que es en definitiva quien sostiene las fuentes de trabajo.
En este contexto, lo que molesta a los sindicalistas es el plan de crisis presentado por Sancor ante el juzgado comercial que lleva su concurso. También parece alterar a un grupo de acreedores que encuentra coincidencias en la estrategia legal con el sindicato.
Para volver a respirar, Sancor necesita seguir achicándose y presentó un Plan de Crisis
Es importante remarcar que, en cuanto a los empleados de la cooperativa, los pagos de salarios siguen haciéndose en entregas semanales, tal como se acordara en julio de 2017 con el propio sindicato. Pero han mejorado los márgenes de pago e incluso se ha achicado la deuda en los salarios pendientes, una situación que se había comenzado a complicar de manera exponencial durante el bloqueo y que siguió complicándose a lo largo de los meses transcurridos.
Han pasado ya más de dos años de aquel intento de apropiación de Sancor que hizo Atilra mediante un fallido fideicomiso con empresarios que pedían un generoso crédito público para hacerse cargo de la compañía. No sucedió. Sancor sigue teniendo la fortaleza de sostenerse por medios propios y emdiante acuerdos, aunque no es una tarea sencilla.

Hay mucho dolor en el medio entre quienes la construyeron. Hay una planta de personal que se hizo enorme por la presión del propio gremio, que ahora debe achicarse. Son los representantes de los trabajadores los que señalan eso.
Hay muchas decisiones mal tomadas en el camino. Pero lo cierto es que la cooperativa sigue viva y está lejos del final que le quieren escribir. Los que más ganas le tienen son aquellos que se ven tentados por la voracidad de hacerse de una marca que todavía tiene el afecto de los consumidores. Eso es algo que no se compra con dinero y mucho menos se obtiene con prepotencia.





